Tras la cordial entrevista con el Papa Francisco y en medio de los sinsabores de la economía doméstica, Cristina Kirchner buscó en los últimos días insuflar un nuevo clima político local en la cuenta regresiva hacia otro desafío en las urnas.
"Volvió la Cristina de antes de las elecciones de 2011", reflexionó un dirigente peronista al escuchar los últimos discursos presidenciales a los que hermanó con los de la campaña para la reelección cuando evitaba la confrontación.
Desde su regreso del Vaticano, la Presidenta realizó renovados llamados a la unidad nacional, volvió a plantear la necesidad de armonizar ambiciones sindicales y empresariales contra la inflación, y hasta pidió "dejar de lado el odio" en un nuevo aniversario del golpe del 24 de marzo de 1976.
En perspectiva es probable que las medidas de fondo se mantengan con el mismo ímpetu, pero hay una pátina menos tiesa en el discurso presidencial. Este clima se extendería casualmente hasta después de la Semana Santa.
"Fue como un replanteo de relación. Empezó de cero y bien", describió al encuentro entre la Presidenta y el Papa un diplomático que conoce a la perfección la tirantez previa con el exjefe de la Iglesia Católica y exarzobispo de Buenos Aires.
Más descriptivo fue el filósofo cercano al oficialismo José Pablo Feinmann al comentar el comportamiento presidencial: "Cristina marca una línea ‘este Papa tiene que ser nuestro, el que se gane este Papa va a ganar mucho, así que, muchachos, no jodan más con el pasado de Bergoglio, porque de aquí en adelante Bergoglio es Francisco y la derecha no nos lo puede sacar’".
La llegada al trono de Pedro Jorge Mario Bergoglio, quien en algún momento fue definido como jefe de la oposición, rebasó de mensajes políticos: austeridad, diálogo y sencillez.
Se podrá estar de acuerdo o en desacuerdo con las políticas que aplica el Gobierno desde hace una década pero no se puede desconocer la capacidad de Cristina Kirchner para interpretar los tiempos políticos y actuar en consecuencia.
Por lo pronto, Francisco postergó su primera visita a la Argentina como Papa para después de las elecciones de octubre, lo cual fue leído como una victoria por el kirchnerismo.
Scioli espera
Daniel Scioli fue víctima en las últimas semanas de aislamiento político por parte del oficialismo. El encuentro kirchnerista de Entre Ríos organizado por el gobernador Sergio Urribarri fue evidente en ese sentido.
Esa tensión política preocupa a Scioli porque agiganta la sensación de que la Nación esta vez no ayudará financieramente a la Provincia.
El mandatario bonaerense se las ingenió para acordar con un sector de los estatales provinciales con recursos propios, pero mantiene el conflicto abierto con los docentes, que también está teñido de política. En la Gobernación le apuntan al titular de Suteba y bastonero de los docentes Roberto Baradel.
Para compensar los desacoples de la coparticipación de impuestos, la Nación auxilió a Scioli desde 2007 con aproximadamente seis mil millones de pesos anuales. El año pasado redujo ese flujo a mil millones y en 2013 aún no mandó nada.
Cerca del Gobernador estiman que los recursos propios alcanzan hasta agosto, pese a que hay problemas para afrontar el pago de proveedores. Si no puede conseguir recursos, un escenario de conflicto puede desplegarse en plena campaña.
Scioli mantiene su decisión de no romper con el kirchnerismo, pese a que todo un sector del PJ —en el que se encuentran dirigentes de su sector— acelera un armado electoral por afuera y lo invita a sumarse.
En cambio, apuesta que la nueva brisa papal inspire a la Presidenta a recuperar la relación personal y política.
"Hasta ahora el escenario es el peor, porque antes nos criticaba en público y eso en algún punto también le afectaba a ella, pero ahora nos da un beso en un acto y por abajo sube la llama del anafe", metaforizó un sciolista.
La economía, ese dilema
Desde la crisis internacional de 2009, la economía argentina fue perdiendo tonicidad y las subsiguientes medidas de intervención estatal y aliento al consumo por ahora solo sirvieron como paliativo.
El dólar esta semana volvió a ser noticia por la gran demanda de ahorristas que lo siguen viendo como un refugio a la inflación. La corrida se dio luego de un ajuste del "dólar turísta" y motivó una cumbre urgente en Olivos entre todos los integrantes del gabinete económico, rebosante de versiones.
Mientras tanto, las perspectivas se dividen entre quienes consideran que la economía recuperará vigor en 2013 y los que prevén un escenario cada vez más complejo.
Cristina Kirchner adelantó que convocará a empresarios y sindicalistas para avanzar en un nuevo intento de acuerdo social, cuando concluya el congelamiento de precios —que igualmente no alcanza a todos los sectores— el 1 de abril.
Un sector del sindicalismo como la UOM de Antonio Caló ya se mostró permeable a cerrar una paritaria por 18 meses, como hizo Luz y Fuerza para desacelerar las expectativas inflacionarias.
El Gobierno apuesta a estas gestiones. Sabe que más allá de los climas políticos, la suerte electoral está atada en buena parte a la salud de la economía.