Es verdad que nadie puede prever un diluvio como el que en La Plata arrasó casas, esperanzas y se llevó flotando muchas vidas. Muertes que al sumar decenas, por imperio de su propio peso se colaron en las conciencias de quienes saben con certeza que pudieron evitar, cuando menos, unas cuantas.
Cabe preguntarnos si los políticos que nos gobiernan han escuchado alguna vez hablar de planificación y de estrategia, en otro contexto que no sea el de sus campañas proselitistas. Resulta dolorosamente obvio comprobar que la verdadera tragedia en La Plata fue causada por la más absoluta e incomprensible imprevisión de quienes gobiernan: el municipio, la provincia y el país. Casualmente gobiernan para prever: ¡Para ver antes! ¡Para pensar antes! ¿O para qué creen que son elegidos?
No importa cuál es el agente destructor que concreta finalmente su amenaza: el fuego; el viento; el agua; el terremoto o la horda de asesinos. Lo que sí importa al ciudadano que paga con esfuerzo por servicios que no recibe, es contar, al menos, con una mínima capacidad de respuesta organizada y efectiva frente a la concreción de “cualquier amenaza”. Sí, literalmente me refiero a “cualquier amenaza”. Pero eso no pasó y no hay excusas para los responsables. Qué es lo que realmente quiso decir el gobernador Scioli cuando expresó: “Trabajamos a corazón abierto… atacando los problemas”. ¿Se refirió acaso a los problemas que no supo prever? ¿Es realmente tan difícil imaginar lo peor y verificar cómo se manejarán las respuestas al 911 sin mentir cruelmente a las víctimas? ¿O imaginar una inundación, la más terrible, y verificar si hay botes suficientes? ¿O imaginar la peor de las emergencias y decidir quién se pondrá al frente con recursos y autoridad para atenderla? ¿Creerá el Gobernador que él está capacitado para dirigir un salvataje durante una catástrofe? ¿No es patético ver al Secretario de Seguridad de la nación en un gomón haciendo malabares para no caer al agua? ¿No es aún más patético ver a la Presidenta en su sempiterno rol autorreferente frente a gente aterrada porque lo perdió todo?
Hay miles de millones para atender las pérdidas de Aerolíneas Argentinas, para el Futbol pata Todos, para grandes obras faraónicas y hasta para llevar los diarios al Calafate cada fin de semana, pero no hay recursos ni voluntad para descartar definitivamente la vergonzante imprevisión en la preservación de la vida. Nuestros dirigentes agotan toda su capacidad intelectual para pensarse encaramados en el poder. No les queda ni tiempo, ni proveen recursos, ni imaginación para prever con seriedad la seguridad de los ciudadanos que a la “hora” de necesitar ayuda oportuna, perciben el vacío de la indiferencia gestada a sus espaldas antes de esa “hora”. Todo lo que viene después, ya es inoportuno, es simple parche, es salir del paso y se nota. Da vergüenza.
A la Sra. Presidenta, Sr. Gobernador, Sr. Intendente: en La Plata ha quedado palmariamente demostrado que les importa más un voto que una vida. Creen que cualquier cosa, siempre, puede arreglarse después con dinero o con discurso demagógico, y eso es falso. Lo único que cuenta de un gobernante responsable es todo aquello que sea capaz de hacer antes.
Ernesto Maffezzini
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