Luego de que anoche Jorge Lanata difundiera el informe que involucra a Lázaro Báez en el delito de lavado de dinero —en realidad fue mucho más allá, ya que mostró la ruta de los fondos K—, varias denuncias se hicieron carne en las últimas horas.
Las más importante es la que llevó adelante Elisa Carrió, la cual recayó en el juez Sebastián Casanello por sorteo, con la actuación complementaria del fiscal Guillermo Marijuán.
El magistrado tiene 38 años y fue designado por Cristina Kirchner. Asumió en el Juzgado 7 en octubre pasado. Antes había sido secretario de la Sala I de la Cámara Federal porteña.
Para saber qué pasa por su cabeza, hay que saber que es el único de los 12 jueces federales de la Capital que la semana pasada asistió al acto en el que la Presidenta presentó los proyectos de ley para "democratizar la Justicia".
Conocido como el “niño mimado” de la Cámara Federal, Casanello tuvo como mentor al siempre sospechado Eduardo “Chiche” Freiler, un camarista considerado “afín” al Gobierno.
Tiene a su cargo el caso de enriquecimiento ilícito de Ricardo Jaime y el de espionaje realizado por la Gendarmería sobre organizaciones y dirigentes sociales.
Está cantado que en sus manos jamás avanzará el expediente que investiga a Lázaro Báez. ¿O sí?