Los choques efectuados sobre la estructura del ADN que producen cambios, son como simples eventos mecánicos.
¿Habrá que volver entonces al ya clásico y archiempleado ejemplo de las bolas de billar para explicar la aparición de un defecto en un miembro… o en el sistema inmunológico?
¿Puede ser válido el siguiente paradigma?: El hecho de que una partícula que incide en las estructura en escalerilla helicoidal del ADN colisiona con una o varias moléculas cambiándolas de lugar, ¿equivale a golpear con un taco una bola de billar de las tres que forman una imaginaria figura geométrica triangular, con el fin de que la figura cambie? Sí la figura formada de moléculas (bolas de billar, por ejemplo) es la que determina en parte la pigmentación de un ojo, por ejemplo, al variar por incidencia de veloces partículas, seguramente hará que dicho efecto en el fenotipo, a su vez varíe.
Muy simplista, sobremanera tosco y superficial resulta el comparar objetos esféricos que ruedan por una superficie, que se hallan desprovistos de actividad propia, son la sustancia universal que se manifiesta en quark, átomos, moléculas, y posee dinamismo, plasticidad, accionar propio sobre el entorno. No obstante esta salvedad, el ejemplo sigue siendo bueno en un aspecto: mostrar el desplazamiento, consecuencia de un impacto, que en el caso de las bolas de billar tan sólo hace variar la figura imaginaria dibujada por la esfera.
Desde el momento que hay estructuras como la escalerilla en espiral del ácido desoxirribonucleico, cuya molécula posee cadena de nucleótidos, es muy factible que la incidencia de un penetrante rayo cómico actúe para cambiar de sitio a algún elemento clave para la figura que sirve de guía a las futuras acciones organogenéticas.
Si hay estructuras, se infiere de ello que existen elementos químicos que ocupan lugares claves del código, relacionadas con las formas y el comportamiento de los individuos; luego cualquier traslación, cambio de sitio o arrebatamiento de un elemento, debe significar tanto un cambio genotípico como fenotípico en la descendencia si el núcleo afectado es el de una célula gonadal .
Toda incidencia energética en las células productoras de gametos, esto es en el espermatogonio, el ovario o el ovogonio, debe producir cambios estructurales en la delicada trama que cumple el papel de código. Y sin necesidad alguna de un creador a su vez creado por la fantasía humana.
Los penetrantes rayos cósmicos que no son detenidos en la piel, como los ultravioleta (aparte de la radiación natural planetaria, y al parecer las alteraciones espontáneas), deben ser los principales causantes de las mutaciones, pues caen continuamente y en todas partes de nuestro “querido” (para muchos, malquerido) Globo Terráqueo.
Luego, somos en buena parte, productos indirectos del accionar de partículas que provienen de las profundidades anticósmicas como restos de un accidente de inusitada violencia. (big-bang, por ejemplo).
La existencia de la variación biológica, y por ende la evolución de todas las especies vivientes, dependen de la accidental y ciega violencia anticósmicas, cuyos productos inciden luego de viajar infinidad de años luz por el espacio.
Si damos vuelta las cosas, este hecho puede ser interpretado de modo inverso, es decir que, lejos de tratarse de un proceso ciego e inconsciente, puede ser por el contrario, consciente e inteligente, pues aunque se pierdan fabulosas cantidades de rayos cósmicos en el espacio y se tornen inoperantes, lo cierto es que los pocos que inciden en la vida terráquea obran la maravilla de la variedad y la evolución de las especies.
Empero (y esto derriba toda ilusión anterior) si damos vuelta las cosas, este hecho puede ser interpretado de modo inverso, es decir que, lejos de tratarse de un proceso ciego e inconsciente, puede ser, por el contrario, consciente e inteligente, pues aunque se pierdan fabulosas cantidades de rayos cósmicos en el espacio y se tornen inoperantes, lo cierto es que los pocos que inciden en la vida terráquea, obran la maravilla de la variedad y la evolución de las especies.
¿Sí? ¿Es así? ¿Con una creación divina actuante?
Empero, si ahora comparamos a la Tierra con el universo y llegamos a tener la conciencia de la inmensidad de éste, pronto toda ilusión creacionista se nos viene abajo. Pronto arribaremos a la inevitable conclusión de que ¡no era necesario! ni mucho menos, tan colosal derroche de inconcebible número de partículas desparramadas por las inmensidades espaciales; tan exagerado accionar de las mismas, y todo para que en un puntito apenas perceptible que es el planeta Tierra en el concierto universal y tan efímera duración a escala del tiempo cósmico, se realizara la historia de los seres vivientes.
El hombre siempre creyó y cree que el universo entero se debe a él y su planeta, cuando la realidad ¡Es muy otra! Pues nos hallamos en un puntito perdido e ignorado por el vasto Anticosmos (antiorden) Y como “pulguitas” que somos en el espacio, equivalemos casi a una nada.
Ladislao Vadas