Después del discurso del hijo presidencial, ahora interesa saber en qué puesto se lo puede ubicar. Mientras que las encuestadoras nacionales le dan malos augurios a Máximo Kirchner, en su provincia natal, también lo miden. Aunque con métodos algo cuestionables.

Es que desde hace más o menos dos semanas se está llevando a cabo en Río Gallegos una encuesta telefónica de opinión que mide el nivel de aceptación pública de Máximo ante un posible lanzamiento como intendente al 2015 y de su tía, Alicia, a la gobernación, pero tiene serios defectos de forma, fondo y de procedimientos.

Así lo informó la Agencia OPI Santa Cruz, que realizó la comprobación de que las encuestadoras llaman hasta cinco veces al mismo número telefónico (fijo), con lo cual se desvirtúa totalmente en sentido y la seriedad de la encuesta que pretende aportar datos ciertos sobre las preferencias políticas de la población de la capital K.

No es extraño que desde hace algún tiempo ya que se distorsionó el sentido científico de las estadísticas y los porcentuales de opinión de la gente, tratando de manipularlos de la mejor forma posible, hasta llegar a hoy, donde, el curso de los últimos 15 días, para medir a un candidato la empresa encargada de realizar la encuesta telefónica llamó varias veces al mismo número.

Según OPI, esto sucede porque al haber más rechazo que atención por parte de los usuarios, las empresas dedicadas tabulan como “llamado positivo” cinco o más veces un mismo teléfono, con lo cual para el registro formal, sirve, pero para los fines predictivos o la prognosis política, no.

Pero hay otras curiosidades. La encuestadora al llamar, además de no anunciarse, tiene defectos de forma, fondo y procedimentales, y sin importar quién sea el que la contrató, ya debería reclamarle que le devuelvan la plata del contrato.

“En OPI nos llamó la atención cuando al teléfono particular (fijo) de dos personas de esta Agencia, llamaron por segunda vez. Más nos sorprendió cuando a los dos días uno de ellos volvió a reportar que había recibido otro llamado para hacer la misma encuesta y había vuelto a contestar (¿). Y así sucesivamente, registramos en un teléfono tres llamadas en cinco días y en otro, 5 llamadas, en menos de una semana”, cuenta OPI.

Y cuenta: “Debemos decir que en uno de esos teléfonos, el titular contestó las tres veces igual y en el número que recibió cinco llamadas, el titular contestó las cinco veces de manera distinta”.

En síntesis, la encuesta que se está llevando a cabo en forma telefónica en Río Gallegos, es falsa, falaz, no cumple con los procedimientos y no tiene ninguna validez práctica, ni siquiera para quien la paga, pues es evidente que los resultados que le lleven a su escritorio, van a ser absolutamente distorsionados.