Oportunamente, Cristina Kirchner llamó al diálogo para revertir la “irracional” superposición de impuestos que se produce entre la Nación, las provincias y los municipios.
El planteo pareció pertinente, aunque para avanzar hacia un mejor sistema tributario previamente hay que detener el despilfarro de fondos públicos que induce la centralización de recursos públicos a favor de la Nación y la superposición de roles y funciones entre los tres niveles de gobierno.
La Nación, las provincias y los municipios crean tributos que gravan los mismos hechos imponibles. Esto es un serio problema porque, además de inconstitucional, la superposición multiplica la burocracia y las oportunidades de evasión, erosiona la competitividad de las empresas y reduce el ingreso disponible de las familias, fundamentalmente en el interior del país. Por eso, promover un proceso de diálogo tendiente a racionalizar el sistema tributario resulta extremadamente pertinente.
Según el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA), la superposición de impuesto es un rasgo muy antiguo del sistema tributario argentino, pero en los últimos años se ha potenciado. En este sentido, elaboró un informe basado en los datos del Ministerio de Economía de la Nación donde se observa que entre los años 2000 y 2013:
La presión impositiva nacional pasó del 17,7% al 32,4% del PBI.
De estos recursos impositivos, lo que la Nación transfirió automáticamente a las provincias pasó de 5,7% al 8,7% del PBI.
Esto significa que, mientras en el año 2000, 1 de cada 3 pesos de recaudación iba de manera automática a las provincias, en el año 2013 lo que va a las provincias automáticamente se redujo a casi 1 de cada 4 pesos.
Según IDESA: “De estos datos se desprenden dos fenómenos muy importantes. Por un lado, la presión impositiva que aplica el Estado nacional aumentó de manera muy vertiginosa (14 puntos del PBI). Por el otro, de este aumento de recursos, a las provincias se les transfiere automáticamente una proporción modesta (3 puntos del PBI). Asociado a esto es que las provincias aumentaron fuertemente su presión impositiva pasando de 4% a 7% del PBI en el mismo período. Similar proceso viene ocurriendo a nivel municipal aunque, por ahora, no se cuenta con información oficial para cuantificarlo”.
Finalmente: la presión impositiva total (sumando nación y provincias) pasó entre los años 2000 y 2013 del 22% al 39% del PBI. Es el nivel más alto de Latinoamérica, similar a Alemania (38%) y superior a Japón (29%), Corea (27%) y EEUU (24%). Pero lo más importante es que este enorme esfuerzo no redunda en más y mejores servicios estatales. Por ejemplo, en materia educativa el 67% de los alumnos de 15 años de las escuelas estatales no supera el umbral mínimo de capacidades de lectura en las pruebas internacionales. Por ello, muchos padres optan por gastar –solapadamente con el pago de los impuestos– recursos familiares para enviar sus hijos a escuelas privadas. Según datos oficiales, en la última década 8 de cada 10 nuevos alumnos de primaria y secundaria optó por el sector privado.