La noticia de la muerte de dos bebas de 4 y 19 meses de vida en la ciudad de Venado Tuerto, provincia de Santa Fe, por desnutrición, pasó desapercibida para ciertos medios importantes de la ciudad de Buenos Aires que solamente realizaron comentarios aislados y que desconocían la verdad de lo que realmente ocurrió.

    El director del hospital de dicha ciudad -Dr.Carlos  Tronge-  confirmo que "las chiquitas fallecieron por desnutrición" y aclaro que “las familias de las niñas no retiraban el alimento indispensable", que se trataba de un "problema de educación social" y que las mismas "ingresaron en estado terminal como consecuencia de la falta de alimentación”.

    Los habitantes de dicha provincia se conmovieron por estas muertes, pero ello permitió confirmar un estudio  que indicaba que, a mediados del 2004, de cada mil chicos que nacen en Venado Tuerto, 25 no alcanzan a cumplir el año. Mientras tanto, en Rosario la cifra se reduce a 9 y con madres adolescentes que tienen entre 15 y 16 años.

    Todas estas cifras que son elaboradas por estudios privados realizados para intentar una aproximación a lo que sucede realmente, contrasta con la ausencia de cifras oficiales, relacionadas desde el año 2001 con la mortalidad en dicha localidad del sur santafesina. Una vez que se hizo pública esta indignante noticia, el Ministerio de Salud de la provincia, salió a decir que “las causas de las muertes de las dos bebas, no fue por desnutrición , tal como se informo al principio”.

   Los argumentos dados por el Jefe de la Zona VII de Salud, Tomas Tibalde fueron que “la beba de cuatro meses ingresó al Hospital ya fallecida, con una autopsia que determinó que el deceso fue producto de un grave problema respiratorio", que la menor "no tenía la talla normal para esa edad, lo que descartó la hipótesis de la desnutrición". Por su parte, la beba de 19 meses falleció "como consecuencia de una septicemia”.

    Tibalde culpó a la prensa por realizar un mal manejo de la información, porque "las muertes no respondieron a causas de desnutrición infantil", sino a enfermedades concretas y que "las mamás responsables por sus hijos, no concurren a los hospitales para tratar a sus chicos".

    Esto permite determinar la falta de responsabilidad y de seriedad por parte de las autoridades en cuestión, al ignorar cuál es la verdadera situación social de una provincia y confundir a la gente al salir a desmentir la verdad de una dolorosa realidad que golpea duramente. Sobre todo cuando se sabe- y no existe justificación posible- que una de las principales causas de muertes infantiles tiene que ver con la desnutrición de las madres en pleno proceso de embarazo, lo que conlleva a que el niño en gestación no evolucione de manera favorable y fallezca antes de cumplir el mes de vida. A ello se suma la mortalidad materna que en el año 2003 arrojó la cifra de 4,7 por cada 10 mil mujeres, las cuales -si les hubieran realizado al menos cuatro controles durante el periodo de gestación- podrían haber evitado sus absurdas muertes.

   Para ello el municipio de Venado Tuerto implementó el "Plan Materno Infantil", que desde julio del año pasado contempla la atención de embarazadas en los diez centros asistenciales de dicha municipalidad, pero que en la práctica y realidad diaria supera lo normal.

    Asimismo, desde el bloque que preside el diputado Marcelo Brignoni confirmaron -confundiendo aún más a la gente- que “en las últimas horas los dos bebes murieron por patologías vinculadas a un cuadro de desnutrición y que la sala de neonatología no ha recibido los aportes para reconvertir su funcionamiento en virtud de los casi 200 partos mensuales que atiende", y que "los quirófanos no han podido reconvertirse ediliciamente para que su zona de asepsia garantice que no haya riesgos de infecciones hospitalarias”.

   Pero más allá de las contradicciones existentes, lo que no puede recuperarse es la vida de esas dos criaturas que se suman a las que ocurren a diario en diferentes provincias de nuestro país, donde la palabra desnutrición infantil está de moda y es utilizada como pretexto para justificar lo que no tiene remedio.

Graciela Catalán Alvarez