Raúl Othacehé, intendente de Merlo, formalizó su salida del massismo y siguió así los pasos de su pares de Pilar y Escobar, Humberto Zúccaro, y Sandro Guzmán.
Darío Giustozzi, hombre fuerte de Almirante Brown, también merodea el kirchnerismo tras desafiliarse del Frente Renovador, mientras que Gustavo Posse ya anunció que buscará su reelección en San Isidro y lo mismo haría Jesús Cariglino (Malvinas Argentinas) dentro de la escudería de Mauricio Macri.
La diáspora renovadora podría alcanzar a Luis Acuña de Hurlingham, —tironeado por el Frente para la Victoria y el PRO—, distrito desde donde también opera el ex armador político del FR, Juan José Alvarez, quien ahora tracciona dirigentes en sentido inverso del massismo al kirchnerismo.
El proceso tiene en vilo al grupo político que rodea a Massa, al punto que varios de los intendentes más fieles analizan día a día los pasos a seguir, en medio de fuertes rumores.
El ex intendente de Tigre responde que las deserciones estaban previstas; que las encuestas publicadas en los principales diarios no reflejan la realidad y que "en el cara a cara" con la gente les gana a sus oponentes, Macri y Scioli.
Pero el panorama es complejo porque, como se ve, la descalcificación del Frente Renovador en el plano nacional tiene raíz en el conurbano, el mismo polo que en 2013 fue su catapulta a la candidatura presidencial.
Hace dos años, solo habían quedado a salvo del huracán massista cuatro municipios del corredor sur —técnicamente Tercera Sección Electoral—, Lomas de Zamora, La Matanza, Berazategui y Florencio Varela, pero ahora hasta su bastión del corredor Norte y Oeste —Primera Sección— está amenazado.
"Es un equipo al que le echaron cinco jugadores y que no puede seguir jugando porque lo impide el reglamento. O le da una salida colectiva a esa situación o se van a terminar yendo todos de a uno", metaforizó un operador kirchnerista, quien tienta a Gabriel Katopodis de San Martín y José Eseverri de Olavarría.
Tras las seis fugas massistas de los últimas meses en esa región electoral clave hay veinte municipios gobernados por el FPV, seis por el FR y tres por el PRO.
Ese conglomerado representa aproximadamente el 70% del padrón provincial y el 23 o 25% del nacional (según se tome en cuenta su versión original de 24 municipios o su ampliada de 29). Desde que la reforma de la Constitución de 1994 eliminó el Colegio Electoral y estableció la elección directa para Presidente, su preponderancia en los comicios creció de manera decisiva.
Así como el conurbano acorrala a Massa, también desvela a Macri. De hecho, el debilitamiento de su máximo competidor en el abanico antikirchnerista, está fortaleciendo principalmente al FPV por su matriz común, el PJ, y envalentona al oficialismo con un triunfo en primera vuelta que no soñaba hace unos meses.
El jefe de Gobierno descartó un acuerdo con el exintendente de Tigre y Francisco de Narváez para sacarlos de la cancha, y promueve a personalidades del deporte y de la televisión en los municipios, pero juega fuerte a magnetizar los desprendimientos de los renovadores que no van al PJ porque es su talón de Aquiles.
El líder porteño muestra sólidas proyecciones en la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza, distritos que le siguen en importancia a la estratégica Buenos Aires, pero nadie garantiza que pueda compensar sus debilidades bonaerenses.
Con ese trasfondo, Macri intensificó sus salidas al conurbano junto a su candidata a gobernadora María Eugenia Vidal, pero el armado hasta ahora solo puede calificarse como decoroso.
"Tenemos que ganar en la primera sección como hizo Massa en 2013 para equiparar las derrotas en la tercera pero es difícil", asumió un hombre de la primera línea macrista en Buenos Aires (NA).