Ayer lo hablábamos en la producción y a la noche, el ex fiscal Pablo Lanusse dijo en Los Leuco que a Laura Muñoz había que hacerle un monumento. Y creo que es absolutamente cierto: la ex esposa de Alejandro Vandenbroele merece un reconocimiento social. Es que se comportó como una mujer coraje, una madre que defendió su propia dignidad y la de su hija. Tuvo que pasar las peores amenazas y ataques pero no se movió ni un centímetro de sus convicciones.
Gracias a Laura Muñoz hoy se está juzgando a la banda de malandras que llamamos “La Mancha de Amado”. Ella fue la primera que se animó a denunciar que Vandenbroele era testaferro del entonces vicepresidente Amado Boudou y que el intermediario era José María Nuñez Carmona. Aquel testimonio conmovedor fue en el momento que el kirchnerismo tenía más poder y capacidad de daño. Ella habló con Nicolás Wiñazky, en el debut periodístico de Jorge Lanata en radio Mitre.
El testimonio de Laura Muñoz fue el primero de los 78 testigos convocados en el juicio oral por el robo de la fábrica de billetes, la calcográfica Ciccone. Cada palabra que dijo, cada dato que aportó fue ratificado y certificado por la investigación que hizo la justicia. Sus aportes fueron y son valiosísimos para descubrir la verdad y condenar a los apropiadores de Ciccone, empezando por el jefe del cartel de los billetes, Amado Boudou.
Laura tenía un matrimonio tranquilo y feliz con Vandenbroele en Mendoza. Pero una prima por parte de madre que vive en Mendoza lo contactó con Boudou y Nuñez Carmona. Ella fue designada jefa del Ansses en la regional Mar del Plata cuando no tenía la menor idea ni experiencia para ocupar ese cargo. Solo su relación con Amado Boudou. Vandenbroele se transformó en el abogado de confianza que estaban buscando para armar sociedades truchas para lavar dinero y sacarlo del país y fue designado presidente de The Old Fund. La primera coima grande que cobró fue de 300 mil dólares. Se la robaron al pueblo pobre de Formosa con la tristemente célebre renegociación de la deuda provincial con la Nación. De un lado un gobernador feudal como Gildo Insfrán y del otro el ministro de economía de la Nación, delincuente como Amado Boudou. The Old Fund no tenía empleados ni antecedentes y sin embargo intermedió en la renegociación. La factura por 8 millones fue la número 3 de un talonario recién impreso y las dos anteriores fueron anuladas porque estuvieron mal confeccionadas.
The Old Fund con Vandenbroele cobró la coima en efectivo y se la llevó en un maletín. Después devolvió una parte de esa coima que fue a parar al presidente del banco de Formosa de entonces. Coimas que van, coimas que vienen y los formoseños que más necesitan que se mueran de hambre.
Laura Muñoz le recriminó eso a Vandenbroele cuando trajo el dinero:”Se lo robaste a los chicos que tienen hambre”. Yo no quiero saber nada con eso. Su ex marido intentaba convencerla con la idea de comprar una linda casa o de viajar juntos a lugares paradisíacos.
Laura que es profesora de gimnasia y no tiene un lenguaje político, evidenció una firmeza granítica en la defensa de sus valores. La honradez, las manos limpias, las uñas cortas y la frente alta.
Ella decidió dar información. Se reunían en un bar de Libertador y Libertad. Aportó anotaciones de un cuaderno, correos de la computadora y otro lugar de encuentro en Puerto Madero: en Fresh Market.
Vandenbroele se puso cada vez más violento. La amenazó de muerte. Le dijo que si seguía hablando iba a terminar muerta en una asequia. Un día que estaba descontrolado y borracho la encerró en el auto y la golpeó. La vivía humillando, le exhibía su poder y sus relaciones políticas para intimidarlas.
Pero Laura aguantó todos los embates. La primera vez que denunció el tema con el juez Díaz en Mendoza, el magistrado le aconsejó que se callara si no la quería pasar mal. En los tribunales de familia, Vandenbroele la quiso hacer pasar por loca, la mandó a pericias sicológicas y siquiátricas. La quiso volver loca.
Hoy Laura vive en Chacras de Coria, en una finca custodiada por la policía y más tranquila desde que cambió el gobierno.
Laura Muñoz es una mujer bella a la que se le nota en los ojos la tristeza y cierto agotamiento por todo lo que tuvo que pasar. Resistió con una resiliencia envidiable y creo que los argentinos le debemos mucho. No es la doctora Elisa Carrió que tanto denunció. No es Graciela Ocaña o Margarita Stolbizer pero tuvo la misma reacción de repudiar la corrupción kirchnerista en general y en particular, la que vivió en carne propia en la intimidad de su casa familiar.
A veces la sociedad y los periodistas nos dejamos encandilar por los grandes títulos y los nombres rutilantes. Es también parte de nuestra función descubrir y poner en el escenario a estos ciudadanos que nos dan un ejemplo. Si en este país muchas esposas de corruptos hubieran tomado el camino de Laura, otra hubiera sido la situación. Pero en muchos casos ocurrió lo contrario. Se convirtieron en cómplices o socios de sus maridos. Hablo de Cristina y Néstor, de Alessandra Miniccelli y De Vido, de Marta Cascales y Guillermo Moreno, solo por nombrar a los más conocidos.
Laura Muñoz utilizó la palabra más revolucionaria que existe y que solo tiene cuatro letras: No.
Le dijo que no a la tentación del dinero sucio de la corrupción de estado. Le dijo no a un esposo ladrón. Le dijo no a las amenazas violentas del poder gigantesco. Pero tuvo que atravesar el infierno.
Se la bancó. Laura Muñoz demostró que tiene los ovarios bien puestos. Su hijita le agradecerá el día de mañana haberla cuidado para que no fuera salpicada por las estafas y los negociados. Pasó por momentos terribles, de angustia y pánico, de desolación e incertidumbre. Pero hoy comprobó que valió la pena. Que la verdad es sanadora. Incluso todavía incita a su ex marido para que cuente todo lo que sabe, para que pueda volver a mirar a los ojos a su hija aunque sea desde una celda en Ezeiza o Marcos Paz. Hoy está peleando por la manutención de su hija. Pero se ganó un lugar en el afecto y en reconocimiento de los argentinos honrados que queremos un país decente, sin ladrones ni golpistas.
Tal vez sería positivo que el colectivo “Ni Una menos”, destacara que ella sufrió violencia de género por defender sus principios. Y que nunca más una mujer ni un hombre deben padecer por apostar a la transparencia. “Ni una menos”, por supuesto. Pero también “muchas más”, mujeres como Laura Muñoz, la que reveló y se rebeló (con “ve” corta y larga) a la corrupción kirchnerista.
Hoy Laura sigue rezando para que todo termine en paz después de una pelea tan desigual. Enfrentó una metodología mafiosa muy poderosa. La desalojaron de su casa, le quisieron sacar la tenencia de su hija, le mataron a un perro. El testaferro de Amado Boudou la trataba como si fuera su amo.
En Latin, Laura significa Laurel. En la antigüedad la corona de laureles era el símbolo de la victoria que se posaba en la cabeza de los héroes. Laura es una heroína civil.
Se podría decir que esta mujer coraje con su actitud nos habilita a decir que Laura Muñoz merece que sean eternos los laureles que supo conseguir. Como un himno a la decencia.