"Las metas
están sobrecumplidas”, acostumbraba decir
Roberto Lavagna frente a los micrófonos a modo de explicación. Pero el lunes 28
no le alcanzó, puesto que luego de una insensata guerra de nervios el presidente
Néstor Kirchner le pidió la renuncia para la suprema alegría de Alberto
Fernández, Hugo Moyano y Luis D’Elía. Así concluía la administración del quizá
único tecnócrata con rostro humano,
que desde la gestión de José Alfredo Martínez de Hoz gozó de un estimable
apoyo popular. Tanto, que horas después de su caída inducida la gente se
preguntaba con sostenida preocupación por el incierto que vendrá. Sobre todo,
con el advenimiento de la ex titular del Banco Nación Felisa Miceli muchos se
preguntaban cómo —si no fue capaz de evitar el robo de las cajas de seguridad
allí— haría para evitar que la inflación les pele el bolsillo a los ciudadanos
atribulados. En su primera conferencia de prensa, seguramente consciente de este
recelo, intentó dejar una imagen de fuerza y confianza que quizá podría carecer:
“Es intolerable que en un país que produce
alimentos, tengamos un 15% de pobreza”. Evidentemente, se le cayeron
algunos numeritos. Porque si se observa lo que acontece en la calle, salta a la
vista de inmediato la gran profusión de cartoneros y de gente indigente que pide
monedas. Y también, las grandes colas de gente joven, con los clasificados cada
vez más exiguos, buscando un trabajo digno que parece cada vez más lejano.
Asediado por una inflación a todas luces
imparable, el presidente Néstor Kirchner reaccionó torpemente primero pegándole
a los supermercadistas, luego convocando a los piqueteros amigos para que
escracharan a éstos, y finalmente pactando con los dueños de las principales
cadenas de supermercados una rebaja del 15% en los precios de 250 productos de
consumo masivo. Pero solamente este acuerdo de caballeros regirá un tiempo
prudencial, ya que concluirá el 31 de enero de 2006. Según
Clarín del viernes 2,“la
carta entendimiento firmada ayer con el Gobierno establece
“una disminución efectiva del 15% sobre los
precios nominales existentes al 30 de noviembre de 2005”. La
firmaron, entre otros, los empresarios Alfredo Coto, Horst Paulmann (Jumbo),
Eric Legros (Carrefour), Diego Solá Prat (Disco) y Gastón Wainstein (Wall Mart)”.
En algunos círculos, causó extrañeza
la sonrisa cholula de la novel titular de Economía, tanto en la firma de ese
acuerdo como en el posterior juramente a su cargo. Pues según una atinada
aseveración de la infelizmente extinta revista
Humor Registrado, cuando un
funcionario que ostenta ese cargo ríe,
“nosotros lloramos”. Como también, la sonrisa que ostentó el
suspendido jefe de Gobierno porteño Aníbal Ibarra al trasponer la puerta del
Salón Blanco de la Rosada. Francamente incomprensible, dado que sobre su
conciencia pesan las muertes de 194 personas víctimas de su desidia.
A pesar de que en dicha ceremonia algunos
entusiastas cantaban “Ya no está más
Lavagna, ya lo echamos a Duhalde”, es muy posible que dentro de un
par de años o quizá menos, se muerdan la lengua pues esta defenestración muy
probablemente sea el inicio de la campaña Lavagna 2007. Porque a pesar del
optimismo alquilado de muchos medios, que buscaron sin éxito remediar el
impacto, la desazón y la angustia de la gente común siguió su curso toda la
semana. “Kirchner echó al único honesto y
capaz del gabinete, y lo hizo para poner un monigote”, era el
comentario dominante hasta en los puestos de diarios.
En suma, apenas iniciado el
siempre difícil diciembre la casi seguro desacertada decisión de Kirchner es
probable que se transforme en el puntapié inicial de la impensada candidatura de
un tecnócrata que, a pesar de todos los antecedentes, goza de confianza y
respaldo popular.
Hombres devaluados
Hace dos semanas comentábamos desde este periódico que una de las causas de
la inflación que nos toca padecer, tiene que ver con la indiscriminada emisión
de dinero que se está llevando a cabo desde el Banco Central para
sostener el tipo de cambio elevado. Así fue comentado oportunamente por uno de
estos periodistas:
"Cuando
estudiaba en la Universidad hace algunos años, cursaba la materia 'Economía' Era
obligatoria por la carrera que yo seguía.
Allí,
nuestro profesor (apellidado Echeverri) nos enseñó el ABC de la inflación:
'cuanto más dinero circula en la calle, más aumentan los precios'. Acto seguido,
nos dio un ejemplo que jamás olvidé: 'Si cada uno de nosotros tiene 10 pesos en
el bolsillo ¿Cuál es el precio máximo que puede valer esta mesa?', preguntó a
los alumnos mientras señalaba el pupitre en el que él daba clases.
'10 pesos', respondíamos al unísono los asistentes al curso, haciendo
orgulloso uso de nuestro —bien ponderado— sentido común.
'Bien', proseguía Echeverri, 'Si ahora yo saco la ‘maquinita’ de emitir
dinero y le doy 10 pesos más a cada uno de Uds. ¿Cuánto puede costar como máximo
la misma mesa?'.
'20 pesos', respondíamos esta vez, exultantes por creer haber respondido
brillantemente la cuestión.
Acto seguido, el docente nos enseñó que uno de los principales causantes
de la inflación —en cualquier lugar del mundo— tiene que ver con la emisión
indiscriminada de dinero sin respaldo. Algo muy común en la política
vernácula de las últimos décadas.
Esto viene a colación de que el Gobierno de Kirchner se empeña a sostener el
valor dólar elevado a costa de emitir moneda de manera indiscriminada.
Lo hace por exigencia de uno de los 'clanes' que maneja la economía del
país: el grupo Techint, hacedor en gran parte del plan económico que hoy nos
toca padecer. Y es que Techint necesita mantener elevada la verde moneda para
obtener mayores ventajas en la exportación de sus productos, siempre a costa
del esfuerzo de quienes no pueden vivir de sus alicaídos salarios.
A pesar de lo antedicho, a la hora de hablar de inflación, Kirchner no duda
en culpar a los supermercados y otros 'cucos', sin hacerse cargo de la
responsabilidad que le cabe".
En el día de ayer, revista Noticias publicó un análisis del
economista Aldo Abraham, que se encamina en el mismo sentido que lo sostenido
por este medio: "En materia de inflación (...) seguirá a niveles más altos de
los que consideramos convenientes. No es esperable que (Kirchner) cambie
su errado diagnóstico sobre las causas de la suba de precios (...). Dado que
la inflación deviene de la política del Banco Central de sostener el tipo de
cambio alto comprando dólares con la emisión de pesos.
(...) Uno busca tener un dólar alto para que el precio de los bienes que
fabrican los empresarios locales sea alto respecto al costo argentino".
Siendo la inflación uno de los problemas que más preocupa a la ciudadanía en
su conjunto, sería interesante saber cuáles son los pasos concretos que seguirá
este Gobierno en el corto y mediano plazo, más allá de los demagógicos anuncios
de control de precios, medida que ya ha demostrado fracasar a lo largo de la
historia vernácula, incluso la de este mismo año.
Todos los ojos apuntan a Felisa Miceli, pero los dueños de la pelota están a
sus espaldas: el presidente Kirchner y su más polémico ministro, Julio De Vido.
Dijo Kirchner hace unos años que él mismo sería su ministro de Economía y
es lo que se hace visible en estas horas luego de las medidas que toma sin
cesar.
Confía, sí, en un hombre como De Vido, quien le ha demostrado lealtad
extrema (desde sus días como Gobernador santacruceño) y siempre ha conseguido
fondos frescos para lo que fuere necesario, sea esto lícito o ilícito. Por otro
lado, el ministro de Planificación suele manejarse con un perfil bastante más
moderado que el de los "Fernández", a quienes el primer mandatario ya mira con
verdadero recelo.
Por eso, Kirchner ha delegado en la figura de De Vido muchas de las
funciones que históricamente han sido potestad de Economía. Cuanto más grande
sea la "caja" a manejar, más crece el proyecto personal del Presidente a futuro.
Lo cierto es que la economía no parece encontrar su rumbo y ya muchos han
olvidado que jamás —hasta el día de hoy— ha habido un plan económico concreto y
coherente, sólo "retazos" de medidas efectistas que se han sumado a la suerte
del "boom de las exportaciones" que tuvo nuestro país en los últimos años y que
ha provocado un ingreso interesante de divisas a nivel macroeconómico que no se
correlaciona con el nivel de pobreza y exclusión que se registra en estos lares.
Por otro lado, en estos días comienzan a circular preocupantes rumores que
hablan de medidas improvisadas, relacionadas con la utilización de las reservas
del Banco Central o de los fondos de las AFJP para generar obra pública
(¿Negocio de De Vido?). Como siempre, se utiliza el dinero de la gente para
provecho de la política. Parece que muchos se olvidaron ya de la crisis de hace
poco más de dos años vivida por las AFJP por la irresponsabilidad de Domingo
Cavallo.
"Esto se va al bombo en seis meses a lo sumo", dijo esta semana a
quienes escriben estas líneas un conocido ex ministro de Economía. El ex
funcionario, que no dejaba de atender preocupados llamados a sus dos celulares,
se mostró realmente pesimista con la salida de Lavagna, no tanto por su eventual
eficacia, sino por el mensaje que deja ante algunos ojos extranjeros.
Círculo concéntrico
Las movidas de estos días, que aparentan ser sólo el comienzo de una serie
de cambios que el Presidente tiene en su cabeza, dan sustento a lo que el
periodismo independiente viene temiendo: la avanzada del autoritarismo y la
soberbia del primer mandatario.
El kirchnerismo va copando de a poco "todos" los lugares posibles de la
administración nacional y permanece en el control de los pocos nichos que va
cediendo. Por caso, tenemos el nombramiento de Juan Carlos Nadalich al frente de
Acción Social, otra "caja" interesante para los pingüinos.
Nadalich ha respondido oportunamente a Alicia Kirchner y lo seguirá haciendo
a futuro. Quienes conocen la relación entre ambos hablan de "maltrato" histórico
de la hermana del Presidente hacia el nombrado funcionario, por lo cual no habrá
manera de que este se "retobe" como hizo Lavagna una y otra vez.
Es que, luego del trago amargo por lo sucedido con el ex jefe de la cartera
económica, Kirchner sólo confía en personas que sepan ser obsecuentes a su
proyecto. Por eso mismo, suena gracioso que algunos medios de prensa hablen de
supuestos "atributos" de Felisa Miceli a la hora de haber sido designada en su
cargo y no de su "docilidad" para con el Gobierno K, verdadera razón de su
nombramiento. Es dable destacar en ese sentido que, cuando negoció la entrada de
Miceli al palacio de Hacienda, su marido —el oscuro "Pacha" Velasco— no utilizó
como carta de presentación los (inexistentes) antecedentes académicos de su
mujer, sino la promesa de ella haría lo que le pidieran. Acto seguido, Miceli se
puso a las órdenes de Julio De Vido, el "cerebro financiero" de esta
administración.
Otra designación polémica ha sido la de Nilda Garré, tristemente célebre por
su "desinvestigación" en la causa AMIA desde el Congreso de la Nación. Es
predecible lo que puede esperarse de una persona que hace algunas décadas
escapaba de las Fuerzas militares y ahora las tiene a su cargo. "Es como si a
un tipo que escapó durante años de la policía lo pusieran de jefe de esa fuerza.
No es difícil imaginar lo que haría al asumir ¿no?", dijo a estos
periodistas una fuente de tercera línea del área de Defensa.
Nadie aún entiende bien de qué va la estrategia política de Kirchner, aunque
muchos estiman que hará lo que hace siempre: moverse de acuerdo a sus propios
caprichos sin metodología determinada.
En estas mismas horas, el mandatario debe estar recordando sus últimos
movimientos políticos para abstraerse de la preocupación que tiene por su propia
salud. El ataque gastroduodenal sufrido hace poco más de una semana —comentado
por este periódico— aparenta haberse agravado y Kirchner, según una fuente muy
confiable se encontraría internado de manera secreta. Así lo comentó el
informante de zona sur del país: "El presidente está internado en el Hospital
Regional de Rio Gallegos. No sé más que eso, porque la versión me viene de Río
Turbio y a través de la Universidad Patagonica. Si digo el nombre del médico, lo
echan".
No es la primera vez que le sucede esto al mandatario y los ataques siempre
aparecen en momentos de turbulencia política.
Concluyendo
"Vengo a cambiar la política", dijo Néstor Kirchner cuando asumió
como presidente de la Nación en el año 2003. Muchos esperábamos que combatiera a
la verdadera mafia y se deshiciera de los personajes que ayudaron a la
decadencia actual del país. Lejos de hacerlo, el Presidente les ha dado gran
poder a muchos de ellos (1), reclutándolos o pactando con ellos.
Eso sí, a aquellos que tratan de mostrarle que algunas de las personas que
lo acompañan tienen reales prontuarios, los combate con todas las armas, como si
fueran los verdaderos enemigos del país.
Mientras tanto, los medios masivos de prensa se comportan de manera
vergonzosa, ocultando este tipo de realidades y destacando, pauta oficial
mediante, lo que conviene al kirchnerismo. En el día de la fecha, por caso, hubo
que tolerar una tapa del oficialista diario Clarín que asegura que el
Gobierno lanzará "creditos por 1.500 millones".
Nada dicen otros medios sobre los grandes problemas de la política de hoy. Y
en novísimo diario Perfil, que venía a renovar el periodismo vernáculo,
ha resultado un verdadero fiasco. En menos de dos meses de vida, ya ha tenido
conflictos con media docena de los artículos que ha publicado, desde plagio de
uno de ellos hasta preocupante inexactitud en otros.
Eso sin contar con las inentendible y elogiosas palabras, en el último
número, de Jorge Fontevecchia hacia Claudio Escribano, histórico lobbista de
diario La Nación y quien extorsionara a través de sus páginas a este
Gobierno a poco de asumir Kirchner.
Todo parece estar mal, nadie dice nada y, el caprichoso K, cada día tiene
más poder.
Si esto no es vergüenza, la vergüenza donde está.
Christian Sanz y Fernando Paolella
(1) Los mismos intendentes que fueron tildados de "mafiosos" oportunamente (muy cercanos a Duhalde), ahora serán "comisarios de precios" del Presidente.