Es evidente que el uso excesivo de la tecnología (como de cualquier otra cosa) poco o nada tiene de saludable.
Sin embargo, quienes se empeñan en equiparar la adicción a la tecnología con la adicción a la cocaína y a otras drogas están probablemente inflando hasta el infinito y más allá la supuesta y acendrada vileza de smartphones, ordenadores y otros “gadgets” electrónicos.
En torno a la adicción a la tecnología existen muchos mitos, unos mitosque el psicólogo Christopher J. Ferguson desmenuza a continuación en un artículo para Fast Company:
1. La tecnología es una droga
Algunos juran y perjuran que el uso de la tecnología activa los mismos centros del placer en el cerebro que sustancias como la heroína, la heroína y las metanfetaminas.
Esta afirmación es vagamente cierta, pero lo cierto es que el cerebro responde a experiencias placenteras que no están agazapadas única y exclusivamente en las entrañas de las cosas poco saludables.
La diversión (la emanada de actividades como comer, leer o practicar sexo) incrementa también la producción de dopamina en los denominados “circuitos de placer” en el cerebro humano. Y la cantidad de dopamina liberada por el uso de la tecnología es en realidad muy similar a la asociada a otras actividades directamente vinculadas a la diversión y el entretenimiento: está siempre entre un 50% y un 100% por encima de los niveles normales de dopamina.
La cocaína, en cambio, aumenta los niveles de dopamina en el cerebro en un 350%. Mayor aún es el impacto de las anfetaminas y las metanfetaminas en el cerebro, que azuzado por estas dos sustancias incrementa la producción de dopamina en un 1.000 % y un 1.300% respectivamente.
Es evidente, por lo tanto, que los efectos propiciados por el uso de la tecnología en el cerebro están a años luz de los provocados por otras drogas.
2. La adicción a la tecnología es muy común
Quienes hablan (por hablar) de las adicciones tecnológicas se sienten a menudo frustrados por su fuerte dependencia del móvil o no pueden comprender que los niños pasen tanto tiempo delante de las videoconsolas.
Sin embargo, lo cierto es que, aunque les endilgamos alegremente la etiqueta de adicción, el uso excesivo de la tecnología rara vez interviene (de manera verdaderamente grave) en actividades como el colegio, el trabajo y las relaciones sociales.
Sólo el 3% de los “gamers” desarrolla, por ejemplo, problemas realmente graves por culpa de su afición a los videojuegos. La mayor parte de las dificultades con la que se enfrentan son leves y de carácter pasajero.
3. La adicción a la tecnología es una enfermedad mental
Hoy por hoy no hay diagnósticos médicos oficiales referentes a la adicción a la tecnología. La situación podría, no obstante, cambiar, puesto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé incluir el denominado “gaming disorder” en su nueva versión del compendio internacional de enfermedades.
Aun así, la decisión de la OMS no está exenta de controversia y está, a juicio de muchos profesionales, totalmente huérfana de base científica.
Quienes creen que el desorden derivado del “gaming” no merece realmente el calificativo de enfermedad argumentan que dicho desorden es sobre todo y ante todo un síntoma de dolencias como la depresión.
Controversias al margen, lo cierto es que no hay datos que justifiquen que la adicción a la tecnología sea catalogada como enfermedad (en solitario y al margen de otro tipo de afecciones).
Un estudio de la Universidad de Oxford concluye, de hecho, que las personas más predispuestas a ser calificadas como adictas al “gaming” no muestran en realidad mayores problemas (tanto físicos como mentales) que el resto. Y una segunda investigación pone de manifiesto que los problemas de quienes abusan de la tecnología son bastante más leves que las personas aquejadas por enfermedades mentales.
4. La adicción a la tecnología está provocada por la tecnología
Muchos (quienes se llenan la boca hablando de la adicción a la tecnología) sugieren que las nuevas tecnologías son naturalmente perniciosas para el cerebro (al que acaban fagocitando).
Sin embargo, las adiciones tecnológicas son generalmente meros síntomas de otros desórdenes mentales como la depresión, la ansiedad y el déficit de atención.
Y si tales adicciones son solamente síntomas de problemas más graves, hay necesariamente que cambiar el enfoque a la hora de tratar este tipo de dolencias.
5. La tecnología es adictiva de una manera singularísima (y casi única)
A la gente le da por practicar a la extenuación todo tipo de actividades. De esta lista de actividades forman parte el uso (o abuso) de la tecnología, pero también el ejercicio, la comida, el trabajo, la religión y las compras.
Hay en realidad muy pocas evidencias científicas de que el abuso de la tecnología sea más grave que el emparentado con otras actividades placenteras (y segregadoras, por consiguiente, de dopamina).
6. La tecnología alienta el suicidio
Algunos aseguran que en los últimos años se ha producido un repunte en el número de suicidios de chicas adolescentes y que detrás de ese repunte podrían estar las tan cacareadas adicciones tecnológicas. Sin embargo, el hecho es que las tasas de suicidio se han incrementado en todos los grupos de edad en el periodo comprendido entre 1999 y 2016.
El repunte comenzó a ser evidente en 2008, durante la crisis financiera, y se ha hecho aún más pronunciado desde entonces. Además, a quienes más ha afectado ese repunte no es a los adolescentes (lo más expuestos supuestamente a las nuevas tecnologías) sino a los adultos de mediana edad.
El problema de la tecnología no es directo, sino indirecto. Cuánto estas dispuesto a dejar de tu vida anterior para incorporar la atención casi obsesiva a tu celular y tus redes sociales. Está claro que la gran mayoría ha decidido sacrificar horas de descanso, o de vida saludable o social, en pos de la interconexión 24 hs. con el mundo que te rodea, y allí radica el peligro de esta adicción. Gente al volante de un vehículo o caminando por la calle pendiente de su teléfono, gente que no duerme por seguir horas intercambiando mensajes, gente que no puede estar siquiera 24 horas sin wi-fi en estado similar al de un adicto con síndrome de abstinencia, gente que no respeta su necesidad de desconectarse en colegios, trabajos o reuniones, el pequeño celular domina sus vidas.
Esos estudios están buenos a la hora de comparar efectivamente el porcentual del efecto que produce la adicción que aunque a muchos les pese es también una adicción, desde el momento que alguien no puede controlar su uso,vive más pendiente de lo virtual que de lo real tiene un problema .Cuántas horas de atención te reclama un juego, facebook, wasap o leer el diario? Es impresionante ver a la gente estar tan pendiente que hasta se olvidan donde están.Me comenta un conocido de Ferrovial que la mayoría de las muertes son provocadas porque las personas están distraídas con el celular