Con la Cámara de Diputados en receso invernal todo se concentra en el Senado, donde continúa el debate sobre la legalización del aborto, estancado en una especie de diálogo de sordos y en una paridad que sólo podrá ser modificada por las negociaciones silenciosas.
Cada senador tiene ya su postura definida, inmutable, por sí o por no, incluidos los llamados "indecisos", diez legisladores que podrían ser mejor identificados como los "misteriosos", dado que también tienen decidido su voto pero evitan expresarlo para sortear las presiones que, con el correr de los días, se vuelven cada vez más intensas.
En la audiencia pública, sin importar cuántos pergaminos exhiban los expositores invitados en el campo de la ciencia o el Derecho, más que escuchados son confrontados por los legisladores de uno y otro lado (con algunas pocas excepciones).
Si bien esto puede no ser lo ideal, ese diálogo de sordos está dentro de las reglas de juego y sirve para dejar en claro un punto: es muy difícil que las exposiciones en el plenario de las comisiones puedan modificar el escenario de cara a la votación del 8 de agosto.
Ese panorama, que hoy se presenta como de paridad entre el sí y el no, solo puede cambiar con las conversaciones entre los senadores que están a favor, los que están en contra, los "misteriosos" y los que presentan una postura intermedia al proponer cambios al proyecto: el "Grupo Córdoba".
Conversación en el palacio
Los oficialistas Laura Rodríguez Machado y Ernesto Martínez y el justicialista Carlos Caserio son los tres senadores por Córdoba que proponen modificar la iniciativa y devolverla a la Cámara de Diputados para la sanción definitiva.
Con un dictamen propio que ya está redactado y puesto a circular, los cordobeses proponen reducir de 14 a 12 semanas de gestación el plazo para la interrupción voluntaria del embarazo a simple solicitud y eliminar la imputación penal a los profesionales de la salud que dilaten, obstaculicen o se nieguen a practicar injustificadamente un aborto, entre otras cosas.
El "Grupo Córdoba" cree que puede sumar más senadores a su postura y ya recibió un buen augurio en este sentido: el neuquino Guillermo Pereyra dijo que está "muy cerca" de acompañar ese dictamen.
Los dos sectores mayoritarios tratan, por el contrario, de sumarlos a ellos y los más interesados son los que juegan a favor del rechazo, que creen que ese grupo puede dividir el bloque del "no", confiaron a la agencia Noticias Argentinas fuentes de ese espacio.
Uno de los senadores que se sienta en esa mesa que presiden Federico Pinedo y Silvia Elías de Pérez señaló a Noticias Argentinas que tienen el "temor" de que el proyecto vuelva a Diputados y que allí, con simple mayoría, descarten los cambios y aprueben la redacción original, por lo que buscan convencer a los cordobeses de inclinarse por el rechazo llano.
Los temores en esta esquina, la del "no", están justificados si se tiene en cuenta la definición categórica que dio Ernesto Martínez el último jueves en una entrevista radial: "No avalamos el rechazo".
Es esa definición, precisamente, la que le hace pensar al grupo del "sí" que está más cerca que su contraparte de sumar a los cordobeses a sus filas.
Sin embargo, los cordobeses creen que se pueden llevar a varios de la columna del sí, afirmaron fuentes del entorno de Rodríguez Machado.
El "Grupo Córdoba" está decidido a impulsar su dictamen en la última reunión de comisiones, prevista para el 1 de agosto, y en este contexto habrá que ver cuántas firmas consigue.
Luego, se observará cuántas firmas tiene el dictamen a favor del proyecto que vino de Diputados y cuántas el dictamen del rechazo, para tener una idea más precisa de cómo se perfila la votación, que ya se percibe caótica.
El momento clave será la votación en particular, artículo por artículo. El final está hoy, más abierto que nunca.
Lo mas racional y legitimo hubiera sido llamar a una consulta popular vinculante de entrada y se le ponía fin a todo este circo.