“Es Pipita Higuaín para gobernar. Todas las tira afuera. No hace un gol Marcos Peña. Manejar la política económica es para gente en serio y capacitada, no es para un jefe de marketing”. Estas fueron palabras textuales mencionadas por el periodista Eduardo Feinmann, hacia quien había sido elegido como sucesor por el mismísimo presidente Mauricio Macri.

En su momento, la idea parecía bastante elocuente, para el 26 de diciembre del 2017, la revista Forbes Argentina se preguntó: “Su éxito, ¿Será también el de la Argentina?”, como una manera de determinar como Chief Executive officer del año a quien fuera el jefe de Gabinete del oficialismo.

A principios de este corriente 2018, en una de las primeras devaluaciones fuertes, cuando el dólar tocaba los 20 pesos, inició el derrotero de Marcos Peña, el cual, en la actualidad, desembocó en que la sociedad, los periodistas, la oposición e incluso el “círculo Rojo”, 250 días después que la revista Forbes lo defina como CEO del año, peticionaran que el ministro coordinador se haga a un lado del Gabinete.

Al día de la fecha, con una devaluación que en lo que va del año ostenta un 103%, el dólar rozando los 40 pesos, el riesgo país por encima de los 700 puntos, las tasas en 60%, funcionarios viajando a Washington para conseguir más apoyo financiero por parte del Fondo Monetario Internacional y el Gobierno presionando a los gobernadores para reajustar el ya entallado presupuesto 2019, peña permanece en su puesto gracias a la voluntad del mismísimo jefe de Estado, siendo que desde distintos ámbitos lo apuntan con el dedo para responsabilizarlo como culpable político con impacto en lo económico.

No está en los planes de Macri un movimiento de piezas que desvincule de su cargo a Peña, por más presiones que existan por parte del establishment, por más corrida cambiaria que haya, e incluso, por más que lo exhorten firmemente varios dirigentes oficialistas, sobre todo del PRO, que van a su lado desde sus comienzos como secretario general de la Ciudad de Buenos Aires.

En pleno Consejo de las Américas, el jefe de Gabinete negó reiteradas veces que exista la posibilidad de que se generen cambios dentro del gabinete de ministros. En ese preciso momento, empresarios, dirigentes, y operadores del oficialismo se enlazaban en iracundas charlas respecto de la escalada del dólar.

En la cabeza del primer mandatario argentino está anclada la idea de que sacar más ministros, y principalmente el que mayor poder luce, es una irreversible muestra de debilidad.

En esta semana de descontrol económico y descontento social, el rumor de que el actual jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta fuera a reemplazar al ministro coordinador, se propagó velozmente.

Sin embargo, en declaraciones a Radio Mitre, Larreta mencionó: “El jefe de Gabinete Marcos Peña está muy bien en su lugar. Es un hombre de confianza del presidente con el que yo trabajo hace 15 años”, y agregó que “los rumores los leí, es un disparate”.

Básicamente, Peña está entre una espada que lo presiona para dar un paso al costado y una pared que lo sostiene en su cargo, aunque no lo obliga. La presión no es poca, son demasiados los que piden por la salida de Peña, y lo que no es casual, es que muchos de ellos son economistas de primera talla.

Solo resta esperar para ver si finalmente Macri y sobretodo el mismo cuestionado Peña, dan el brazo a torcer a las presiones o encuentran la forma de evadir ese tema y resuelven la problemática coyuntural de una manera diferente, y si es posible, esperanzadora.