Nadie ignora la grave situación económica por la que están pasando muchísimos argentinos. La pobreza, la indigencia y la exclusión son una llaga abierta en el corazón de la sociedad. Y eso nos atormenta a todos.
Esto es indiscutible. Pero frente a esa realidad hay dos formas de actuar. Intentar resolver esos dramas de la manera más racional, atendiendo las urgencias y las necesidades básicas, hasta que la economía vuelva a crecer y genere empleo genuino y mayor igualdad de oportunidades. O echar más nafta al fuego, potenciando los conflictos y llevando los enfrentamientos hasta el extremo de la violencia.
Este es el camino que eligió Juan Grabois, un soldado del Papa y de Cristina. Esta semana, por la mañana, por segunda vez consecutiva, Grabois acompañó a Cristina en su declaración en los tribunales. Nuevamente, fue con el ex embajador en el Vaticano, Eduardo Valdes, un lobista de gran confianza con Bergoglio. Grabois es un hombre de fe. Y él cree en la honestidad de Cristina. Recita ese catecismo falso de que los poderosos la persiguen porque ella defiende a los pobres. Son falsedades grandes como el Vaticano. La nueva oligarquía argentina son los Kirchner y sus cómplices que se enriquecieron robando los dineros del pueblo trabajador.
Es incomprensible que pese a tantas evidencias y pruebas, Grabois siga defendiendo a ultra millonarios que están presos por ladrones. Anoche se sumó a una protesta violenta y agresiva de vendedores ambulantes senegaleses.
Cuando la policía quiso encauzar y pacificar esos reclamos, los muchachos reaccionaron con actitudes provocativas. “Atentado y resistencia a la autoridad”, dijo la justicia para apresar a varios de los participantes. Una aclaración: tengo una simpatía especial y una solidaridad innata por todos los inmigrantes que tratan de buscar una forma digna de ganarse la vida en cualquier parte del mundo. Pero entiendo que una sociedad debe respetar sus normas para que esto no sea la ley de la selva.
Los manteros senegaleses tienen derecho a ganarse el pan con el sudor de su frente. Pero perjudican fuertemente a los pequeños bolichitos de Constitución que venden chucherías para sobrevivir.
Como los comerciantes pagan impuestos y cargas sociales y luz y gas, etcétera son víctimas de una competencia desleal que los obliga a despedir a trabajadores en blanco. ¿Se entiende? Los senegaleses que son abastecidos de mercadería trucha o de contrabando por verdaderas mafias que se enriquecen con esa explotación flagrante, provocan que otros trabajadores se queden en la calle. Por eso hay que ordenar y regularizar todo eso. Nadie los persigue por su color de piel o por ser extranjeros. Los sufridos senegaleses no perjudican a los grandes grupos económicos. Castigan, tal vez sin querer, a otros trabajadores a los que también hay que proteger.
Después de ser detenido Grabois montó el show del líder revolucionario reprimido. Su discurso jurásico y muy poco representativo, cuando fue liberado horas después, fue el siguiente: “El gobierno creó un clima de odio y persecución contra los trabajadores y los humildes. Está volviendo el fascismo y la xenofobia”. Insisto con el tema: Grabois solo piensa en los trabajadores senegaleses o su propia instalación como dirigente y no en los empleados de los pequeños comercios de Constitución.
Como si esto fuera poco, en los últimos días y por razones más desestabilizadoras que por reclamos genuinos, se vienen sucediendo tomas de edificios como en la AFIP, o ayer en el ministerio de Economía bonaerense o delirantes como en la facultad de Psicología o en Telam o directamente escraches y agresiones violentas a funcionarios como le pasó al ministro de Educación de la provincia.
Ojo con esto. Hay una situación social delicada y explosiva. Que nadie encienda la mecha. Hace sólo diez días una referente de estos sectores como Hebe de Bonafini dijo lo siguiente: “Hay que parar el país hasta que estos digan basta. Los funcionarios nacionales son cínicos, mentirosos, asesinos y dictadores. Los militares tardaron casi 7 años en hacer lo que este hizo en dos años. ¿Es o no una dictadura? ¿Son o no unos asesinos?”. Una Bonafini auténtica. Golpista e irracional.
Se supone que la militancia cristiana de Juan Grabois debería llevar propuestas de diálogo y paz y no antorchas para que todo vuele por los aires.
El gobierno nacional en general pero Carolina Stanley en particular entregan verdaderas fortunas a Grabois y el resto de los piqueteros que tienen al Papa como referente.
A esta altura no han conseguido que esos aportes contribuyan a la paz social y disminuyan los cortes de calles y ruta que ocurren casi todos los días. Es decir que el gobierno pone mucho y no saca nada. Gran parte del dinero que el gobierno les entrega es utilizado para sostener el aparato movilizador, los colectivos, las banderas, y no para fomentar proyectos productivos cooperativos para paliar el hambre de esa gente.
Es un tema a revisar. Tal vez convenga que los intendentes, que tienen la representación popular del voto, sean los encargados de repartir esa asistencia absolutamente necesaria. Los intermediarios toman de rehenes a los pobres, los convierten en clientes y los utilizan para sus fines políticos. De hecho ahora Grabois lanzó una agrupación con la que pretende competir en las elecciones como un vagón de cola de esa potente locomotora llamada Cristina Fernández de Kirchner.
No es razonable que el gobierno de Macri financie a los grupos que apuestan al caos social y a su derrocamiento. No debe dejar de atender a los que más necesitan. Pero debe buscar un mecanismo que permita que esa catarata de dinero llegue en forma directa a los más humildes sin pedirles nada a cambio. O mejor dicho, con el único compromiso de que manden a sus hijos a la escuela y se capaciten en algún oficio.
En enero, yo le conté que hasta hace poco Juan Grabois era asesor de Francisco en el Consejo Pontificio de Justicia y Paz. Es abogado defensor de Milagro Sala, de Luis D’Elia y dice que el “vicio del gobierno de Macri” es la violencia y que por eso persiguen a “Cristina y su familia”.
Asegurar que Milagro Sala y Cristina son dos perseguidas políticas es ignorar o no querer mirar los bolsos llenos de dinero, las mega coimas, el enriquecimiento ilícito y el saqueo al estado que lideró la ex presidenta mediante una asociación ilícita, tal como la acusa la justicia en varias causas.
Lo más grave de sus declaraciones recientes fue comparar al presidente Mauricio Macri con Fernando de la Rúa. No se sabe si fue un análisis o una expresión de deseo. Igual que cuando dice que hay un futuro negro y muy complicado en la Argentina.
Yo defino a Grabois como un peronista kirchnerista, chavista y papista pero en la revista de la Universidad de San Martín lo caracterizaron como “de formación marxista con influencias católica y peronista”.
Su capacidad de convocatoria a las marchas es apenas modesta pero su estrecha amistad con el Papa Francisco y el obispo Marcelo Sánchez Sorondo le otorga un poder celestial. Es un aliado de Emilio Pérsico, líder del Movimiento Evita y ex integrante de Montoneros y Quebracho. Es hijo de Roberto “Pajarito” Grabois, fundador del FEN, Frente de Estudiantes Nacionales, cuadro destacado de Guardia de Hierro, organización del peronismo de derecha, enemiga de Montoneros.
Nace una estrella en el firmamento combativo aunque junta muy pocos votos. Se llama Juan Grabois. Ayer por la mañana fue guardaespaldas ideológico de Cristina y a la tarde tiró nafta sobre un conflicto que necesita serenidad y diálogo. Eso sí, siempre junto al Papa. A Dios rogando y con el mazo dando.