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NUEVA DENUNCIA CONTRA KIRCHNER Y SUS AMIGOS

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ASOCIACIÓN ILÍCITA Y OTRAS YERBAS
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Nuestra Argentina sigue inmersa en un drama de decadencia y creciente debilidad

    Nuestra Argentina sigue inmersa en un drama de decadencia y creciente debilidad, resultado de treinta años de copamiento y secuestro de las estructuras clave del Estado Nacional por los peores elementos sociales.  Ello pudo ocurrir gracias a la traición de sus principales dirigentes aliados a los intereses y el dinero de elementos extraños a la Nación Argentina.  Ya el gran Hipólito Yrigoyen alguna vez dijo no temer tanto a los de afuera que nos quieren comprar, como a los de adentro que nos quieren vender.  Hoy sus palabras cobran renovada y trágica actualidad.
  
La Argentina sufre las consecuencias - hoy catastróficas - de este accionar corrosivo emanado desde la Casa Rosada, el Congreso Nacional, la "Justicia", los principales ministerios, y entidades clave como el Banco Central que son sus principales protagonistas.  Los nombres de la claudicación y deslealtad conforman una extensa y penosa lista desde aquel oprobioso 24 de marzo de 1976 - hace ya casi treinta años - en que nuestro Estado Nacional quedó usurpado por un violento régimen cívico-militar que inició la sistemática destrucción del Estado y la Nación hasta nuestros días: Videla, Martínez de Hoz, Massera, Guillermo Walter Klein, Roberto y Juan Alemann, Cavallo, Alfonsin, Nosiglia, Menem, Cavallo (nuevamente), Redrado, Manzano, Pou, Corach, Kohan, Daniel Marx, Di Tella, De la Rua, Machinea, Cavallo (¡otra vez!), Duhalde, Kirchner, Fernandez (x 3), De Vido, Jaime, Acevedo...  La lista es larguísima... 
  
Sabido es que estos personajes sólo pudieron lograr sus cometidos gracias a la connivencia y el apañamiento sistemático de los multimedios monopólicos centrados en Buenos Aires, y al generoso financiamiento político de bancos y empresas externas y locales (más muchos dineros directamente robados por los intereses que los apañan). Sería un error, entonces, creer que el único problema que tenemos los argentinos son estos dirigentes de la derrota nacional.  El tema es mucho más complejo y mucho más profundo. 
  
El problema argentino - pues de eso se trata - es todo el sistema perverso que desde hace décadas permite, apoya y brinda continuidad a las más oscuras traiciones al interés nacional argentino y al bienestar de su sufrido pueblo.
  
El 20 de diciembre de 2005, el Dr. Juan Gabriel Labaké patrocinó a los periodistas e investigadores Adrian Salbuchi y Enrique Romero, en la denuncia contra Néstor Kirchner y sus colaboradores clave, por la presunta comisión del delito de asociación ilícita, cohecho y tráfico de influencias a raíz de una serie de acciones y procedimientos que permiten inferir una accionar amplio y consistente a través del tiempo, para lograr concretos objetivos económico-financieros y políticos: primero, en la provincia de Santa Cruz y luego, desde abril de 2003, a nivel nacional
  
Esa Denuncia no la hicimos por encono con este Gobierno, sino como un aporte al bien común de nuestra Nación, procurando y anhelando que, de una vez por todas, se rompa este sistema perverso que viene perpetuándose a lo largo de tres décadas y a través de gobiernos de distintos colores: desde aquel oprobioso régimen cívico-militar instaurado por la fuerza en marzo de 1976, pasando por los desatinos "radicales" del alfonsinismo, el menemato traidor supuestamente "justicialista", el rejunte de la "Alianza" de De la Rúa, Chacho y la Fernández Meijide, el interinato turbio de Duhalde, hasta llegar al mamarracho mentiroso de Kirchner y su equipo que hoy padecemos. 
  
El 6 de febrero pasado, Adrian Salbuchi y Enrique Romero fueron convocados por el Juzgado Criminal y Correccional Federal No. 10 de Buenos Aires a cargo del Dr. Julián Ercolini, para ratificar sus dichos y ofrecer las pruebas correspondientes a la denuncia radicada el pasado 20 de diciembre contra Kirchner y los suyos, ampliando durante más de tres horas su declaración testimonial. 
  
Ahora, nos preguntamos si no habrá en la Argentina un juez dispuesto a no lavarse las manos; un juez con el coraje de tomar el toro por las astas, tal como lo hiciera en 1992 aquel gran juez italiano, Antonio Di Pietro, quien no titubeó en asumir su responsabilidad cívica y compromiso con el bien público, investigando y procesando a encumbradas figuras políticas y económicas italianas, que vivían de la corrupción y la traición a Italia. Así, el juez Di Pietro inició el conocido proceso de "mani pulite" - "manos limpias" - que permitió empezar a limpiar el pozo ciego de la política italiana. 
  
¿Se pondrá la Justicia Argentina esta vez los pantalones largos, ayudando a abrirle los ojos a la opinión pública para que veamos de primera mano la manera en que las máximas instancias del poder nacional siguen estando usurpadas por los peores elementos de nuestra sociedad?  ¿Tendremos un saludable proceso de "manos limpias" argentino?  ¿Empezaremos, de una vez por todas, a limpiar la cloaca de la política en nuestro país? 
  
No será fácil.  El "manos limpias argentino" implica un camino difícil, arduo, complejo y riesgoso, pues requiere que dejemos de ser y pensar como colonia, para transformarnos en ciudadanos dignos de una nación soberana.  Conforma una auténtica lucha por la independencia nacional.  Pues sólo superando el actual sistema podremos ser libres; sólo rompiendo la "calecita de los mismos politiqueros de siempre", avalados por las mismas empresas y los mismos multimedios, habremos de lograr la anhelada independencia nacional. 
  
No podemos seguir mansamente esperando que las cosas mejoren con las próximas elecciones, cuando todos sabemos que los politiqueros de la derrota se auto-perpetúan.  Encima, ¡hoy tienen el desparpajo de imponernos a sus propias esposas, hermanas, hijos y sobrinos en los lugares clave del gobierno!
   
No nos confundamos: ellos habrán llegado al poder en forma legal, pero son ilegítimos.  Recordémoslo en el 2007... 
  
Como alguna vez dijera el gran Arturo Jauretche, "no es cuestión de cambiar de collar, sino de dejar de ser perro". Comienza a sonar cada vez más nítido el clamor popular que anuncia la hora del pueblo argentino.

Enrique Romero                Juan Gabriel Labaké                Adrian Salbuchi


*El Traductor Radial

 

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