Los resultados provisorios de las elecciones de medio término de Estados Unidos disiparon la posibilidad de una "ola azul", aunque los demócratas lograron la mayoría en la Cámara de Representantes (Cámara Baja) mientras los republicanos ampliaron su dominio en el Senado y conservaron varias gobernaciones consideradas "en riesgo".
La victoria de los demócratas ya se había anticipado con las proyecciones de votos a lo largo de toda la madrugada, aunque faltaban por contabilizar oficialmente los estados de la costa oeste.
Durante su discurso de victoria, la líder demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, aseguró que el resultado de estas elecciones iniciaba "un nuevo día" para el país e insistió en que servirá para "poner fin a la división que vive Estados Unidos".
Pelosi, quien será a partir de enero la presidenta de la Cámara Baja después de ocho años en manos conservadoras, dijo que el logro de los demócratas de esta noche no tiene que ver con las diferencias partidistas, sino con "conservar los valores constitucionales", en un discurso citado por la agencia de noticias EFE.
Los demócratas podrán bloquear la aprobación de leyes, e impulsar sus propios proyectos legislativos, aunque estos choquen después con el muro republicano en el Senado.
Los oficialistas tienen en este momento 193 escaños en la Cámara Baja pero ampliaron su dominio en el Senado con 51 senadores confirmados (frente a los 45 de los demócratas), a la que podría sumarse otra victoria en Florida -casi segura- además de Arizona, de acuerdo al conteo del Washington Post, en su versión online.
En Missisipi habrá segunda vuelta el 27 de noviembre, que en caso de resultar favorable a los conservadores sumaría 54 de los 100 puestos en el Senado.
Estos resultados prácticamente le garantizan al presidente Donald Trump que no será víctima de un "impeachment" después de que los demócratas abran en la Cámara de Representantes las investigaciones contra él, ya que para ello se precisa el apoyo de 67 de los 100 senadores.
Aún así al mandatario le quedan por delante dos años de gobierno incómodos y con un balance de fuerzas complejo, al menos hasta que se presente a la reelección en 2020.
Las elecciones llegaron a un dramático final que aunque subrayó la profunda polarización del país, no llegó a consolidar un amplio repudio a Trump que los demócratas esperaban.
Las arengas del magnate contra los inmigrantes ilegales y la demonización de los demócratas parecieron movilizar una cantidad suficiente de votantes republicanos para resistir la "ola azul" tan temida.
El involucramiento de Trump en la campaña y el tono áspero y confrontativo que le imprimió a ésta ayudaron a los republicanos a ganar las disputadas carreras del Senado en Indiana, Misuri, Dakota del Norte, Tennessee y Texas, y le permitieron proclamar al primer mandatario un "tremendo éxito".
Los republicanos mantuvieron el control en todo el sur y en las zonas rurales y suburbanas como Indiana, Misuri, Dakota del Norte, Tennessee y Texas.
En el caso de las elecciones a gobernador, los demócratas consiguieron ganar cuatro nuevos estados.
El movimiento feminista, potenciado por la ola de protesta contra el acoso sexual traccionada por el #MeToo y los comentarios sexistas del presidente, también celebra: el Capitolio tendrá al mayor número de congresistas mujeres de su historia.