El próximo 30 de noviembre y 1º de diciembre Buenos Aires será sede de la Cumbre de Líderes del G20, el principal foro internacional para la cooperación económica, financiera y política. La cita reunirá a los jefes de Gobierno de las principales economías y de varios mercados emergentes relevantes, en un contexto internacional con varios temas en discusión. Se viene desarrollando un difícil trabajo para consensuar una declaración que satisfaga los intereses de todas las partes.

La presidencia argentina se ejerce en un contexto mundial complejo, ante la posición de Estados Unidos que dificulta acuerdos en diferentes áreas, tales como financieras y comerciales (particularmente por la imposición de aranceles contra China y la UE), como así también su postura frente a cuestiones climáticas, particularmente la negativa al calentamiento global y su renuncia al Tratado de París.

Los antecedentes no son promisorios. En junio último, Donald Trump retiró su firma del documento consensuado del G7 y fue la primera vez que no se logró un comunicado conjunto de ese Grupo. Además, durante la presidencia alemana del G20 en 2017, no se logró un acuerdo en lo relativo a ambiente. Allí se firmó un documento de 19+1, en el que todos los países excepto el norteamericano ratificaron su compromiso con el Acuerdo de París.

Sí vale la pena destacar el acuerdo entre todos los miembros del G20, tras el impulso de la Unión Europea, Estados Unidos y Japón, de iniciar negociaciones para reformar la Organización Mundial de Comercio (OMC). En este sentido, el argumento del presidente francés Macron -principal impulsor de la reforma- es adaptar la Organización a las nuevas lógicas comerciales, para evitar así que los principales jugadores recurran a prácticas proteccionistas por fuera de la regulación de la Organización.

Una cumbre con varios frentes abiertos

Esta Cumbre de Líderes llega en un momento delicado en distintas cuestiones, con varios actores involucrados. Por ejemplo, el conflicto comercial entre Estados Unidos y China, la Unión Europea con Macron y Merkel a la cabeza apostando por el multilateralismo versus la impronta proteccionista estadounidense que ratifica Trump en cada cita internacional, y el problema diplomático abierto entre el Reino Unido y Rusia luego del ataque al ex espía ruso Skripal en Londres.

Además, se espera una reunión bilateral entre Trump y Putin. Ambos presidentes se volverán a reunir a puertas cerradas luego de la cumbre de Helsinki en julio pasado. En la conferencia de prensa compartida, el presidente norteamericano negó la injerencia rusa en las últimas elecciones presidenciales, lo que generó fuertes críticas hacia su presidente desde todo el arco político estadounidense.

Como dato de color de aquella cita, mucho se habló del chip encontrado dentro de la pelota del mundial de fútbol que organizó Rusia, que le regaló Putin a Trump. Desde algunos medios norteamericanos aseguraron que era un micrófono, un localizador, como parte de un nuevo capítulo de una prolongada Guerra Fría. Finalmente, se aclaró que el chip sirve simplemente para determinar si el balón pasa o no la línea de gol.

En esta oportunidad, el tema más sensible que se tratará entre ambos mandatarios pareciera ser las supuestas intenciones de Trump de abandonar el tratado de desarme nuclear, firmado en 1987 por Reagan y Gorbachov. Para Trump, Rusia violó “durante muchos años” el tratado y quedó “obsoleto”. Ese vago argumento justifica su decisión. Muchos dudan que esto se concrete y vieron en la declaración del estadounidense un intento de virar el foco de atención sobre la Casa Blanca, en medio del escándalo por el asesinato del periodista Samal Khashoggi en el consulado saudí en Estambul. Con su declaración respecto al INF, Trump ganó tiempo antes de decidir soltarle la mano a su aliado regional, Arabia Saudita, sobre el conflicto abierto con Turquía.

Respecto al conflicto arancelario entre China y Estados Unidos, está en duda un encuentro bilateral entre Trump y Xi Jinping, ya que estaba previsto para la noche del 29 de noviembre, antes del inicio de la Cumbre, pero Trump retrasó su llegada a la Argentina para ese mismo día y sólo participará de la primera jornada de la Cumbre, el viernes 30.

Macri, entre el multilateralismo y mantenerse alineado a Trump

Presidir el G20 es una oportunidad para la Argentina de afianzar su compromiso con el multilateralismo y con los canales de negociación inclusivos, en un complejo contexto internacional con importantes actores que pregonan visiones que perjudican los puentes de cooperación y diálogo internacional.

El presidente argentino, como anfitrión del Foro, ratificará la importancia del diálogo entre países y la búsqueda de consensos. En este sentido, Macri ya tiene confirmadas dos reuniones bilaterales con Merkel y Macron, líderes de la Unión Europea, abanderados de lógicas multilaterales y ambos enfrentados a Trump.

Por otro lado, Estados Unidos destrabó el dinero que fue parte del inédito monto de más de 50 mil millones de dólares otorgado a la Argentina para aliviar la crisis económica que atraviesa el país. Dado este contexto, Macri deberá ser muy hábil para evitar una contradicción entre la voluntad diplomática de fortalecer la gobernanza global, sin herir susceptibilidades proteccionistas que pudieran surgir por parte de Estados Unidos, en temas sensibles para sus intereses.