Quisiera, en esta ocasión, despojarme de mi rol de periodista y escribir estas líneas como un ciudadano común. Como un ciudadano que votó, como muchos argentinos, y sin ser macrista, a Mauricio Macri con la esperanza de un cambio, un verdadero cambio.
El 22 de noviembre de 2015 los argentinos debíamos elegir entre seguir siendo gobernados por el kirchnerismo —o peronismo, o sciolismo, vaya uno a saber qué, porque hasta ahora nadie sabe a ciencia cierta cómo podría haber sido una posible presidencia de Daniel Scioli— o a Macri, que nos prometía un cambio radical en un futuro inmediato.
Si bien íntimamente estaba —y lo sigo estando— convencido de que Macri no era, ni es, la verdadera solución para nuestro país, como me ocurre desde 1983 a la fecha voté al que consideraba menos malo.
Creo, sin temor a equivocarme, que a la inmensa mayoría de los que votamos a Cambiemos nos pasó lo mismo. Votamos a Macri para terminar con el kirchnerismo. De hecho, en cierta oportunidad publiqué lo siguiente:
Un simple análisis de por qué voy a votar a Macri y no a Scioli.
1- Macri es hijo de un millonario, pero él no solo no fundió la empresa del padre, sino que acrecentó su fortuna.
Scioli fundió la empresa del padre.
2- Macri fue presidente de Boca. Cuando agarró el club era como una sociedad de fomento con muchos socios, endeudada y sin prestigio. Macri les hizo ganar mucha plata, ganar muchísimos campeonatos y poner a Boca en los primeros planos mundiales.
Scioli corría solo con una lancha pagada por Menem y la destrozó.
3- A Macri lo acompañan algunas personas a las que respeto (Carrió, Sanz, Vidal, Michetti).
A Scioli lo acompañan todos, absolutamente todos, delincuentes, empezando por Zanini.
4- Macri gobernó la Ciudad de Buenos Aires y, por más que muchos digan lo contrario y no haya sido lo ideal y quede mucho por hacer, funciona mejor que antes.
Scioli gobernó la provincia de Buenos Aires, y está todo peor que antes.
5- Macri gobernó con el Gobierno Nacional en contra, tratando de boicotearle todo.
Scioli gobernó con el Gobierno Nacional a favor.
Para mi es más que suficiente.
En estos días se cumplieron tres años, exactamente, de aquel 22 de noviembre en el que Macri venció a Scioli en segunda vuelta. De ninguna manera estoy arrepentido de haber votado al gobierno actual, en absoluto, pero si estoy desilusionado, muy desilusionado, por más que íntimamente sabía que ni Macri ni ninguno de los políticos argentinos podría solucionar nuestros problemas.
Así como la inmensa mayoría de quienes votamos a Macri lo hicimos por no votar a Scioli, hoy, somos muchos, muchísimos, los que también estamos desilusionados.
¿Por qué estamos desilusionados? Veamos qué metas nos prometió el presidente en campaña —y que no eran tan difíciles de lograr— y no se cumplieron... Si existe algo de lo que estamos realmente hartos la inmensa mayoría de los argentinos, es de la delincuencia y la incoherencia judicial.
En este sentido, nada ha cambiado. Basta con ver cualquier noticiero y comprobar que absolutamente todos los días nos encontramos con noticias de robos y asesinatos, con el agravante de que en la mayoría de los casos los delincuentes están con salidas transitorias, o prisión domiciliaria, o libertad condicional, o están libres gracias a una reducción de condena, y en el menor de los casos "cuentan con un frondoso prontuario" o ya habían purgado una o varias condenas.
Otra de las cosas de las que estamos realmente hartos es de los cortes de calles, piketes, acampes y protestas generalizadas, que van desde toma de colegios y facultades hasta lo que ocurrió frente al congreso cuando se trataron la reforma previsional o la Ley de presupuesto, o lo ocurrido recientemente frente a la legislatura porteña por la creación de la Universidad Docente.
Y en este punto debemos aclarar lo siguiente. Todos tenemos derecho a reclamar, pero una cosa es reclamar y otra es permitir que se genere semejante caos que, además, nada tienen que ver con la supuesta protesta. Todos sabemos que son actos vandálicos organizados, de los que siempre participan los mismos.
Todo esto, y lo anterior, forma parte de la inseguridad, la falta total de respeto a las instituciones y el descontrol generalizado, y si este gobierno no puede ni si quiera terminar con la violencia en el fútbol —único caso en el mundo en el que no se permite la presencia del público visitante—, ¿cómo van a hacer para terminar con la delincuencia y los supuestos "militantes" que toman las calles con cualquier pretexto?
Otra promesa incumplida es la de la baja de la inflación. El gobierno heredó del kirchnerismo una inflación de más del 30%. No solo no se bajó, sino que la de este año se calcula que rondará un 45%.
Esto, como no podía ser de otra manera, va de la mano con otra promesa incumplida. La baja del déficit estatal.
El presidente Macri aseguraba que iba a terminar con los ñoquis y el despilfarro estatal. Nada de eso cambió, todo sigue igual. Pero la peor desilusión es respecto al sistema impositivo.
También nos habían prometido que se iban a eliminar y bajar impuestos. En este caso, como en los anteriores, no solo nada de eso ocurrió, sino que muy por el contrario muchos aumentaron.
Para finalizar, y no seguir con mis desilusiones que realmente son muchas, también prometieron que se iban a reducir los planes sociales. No se redujeron, sino que se aumentaron.
Hasta aquí solo enumero algunos de los motivos de mi desilusión, y si bien creo que algunas cosas se mejoraron y otras se hicieron bien, no alcanzan. El gobierno está en deuda con sus votantes.
Estoy muy desilusionado, cosa que no me ocurrió con el kirchnerismo, y por una sencilla razón. Siempre, desde el principio, supe que el kirchnerismo estaba conformado por una banda de delincuentes, y nada bueno se puede esperar de una banda de delincuentes.
Con solo ver lo que habían hecho con los fondos de Santa Cruz, en lo personal, sabía que se trataba de gente corrupta e inescrupulosa. Por supuesto que no es necesario hacer una lista de los motivos por los que el kirchnerismo jamás me defraudó. De hecho, el kirchnerismo no solo no me defraudó, sino que con los años y los hechos me demostraron que mis sospechas eran correctas.
Pero vayamos un poco más allá. ¿Qué desempeño tuvo, en estos tres años la oposición en general, y el kirchnerismo en particular, en su rol como tal? Lo podríamos sintetizar con una sola palabra: pésimo. Y no crea, estimado lector, que el mío es un pensamiento subjetivo, sino que muy por el contrario las pruebas están a la vista.
Jamás presentaron un proyecto de ley coherente, y a lo único que se abocaron fue a tratar de entorpecer y perjudicar al oficialismo.
Todo esto me lleva a pensar lo siguiente: parecería que el gobierno estaría empeñado en hacer todo lo posible para perder las elecciones del próximo año, pero la oposición está haciendo todo lo posible para que Macri sea reelecto.
Para finalizar, viendo lo que hicieron y siguen haciendo unos y otros en estos tres años, solo puedo decir, nuevamente, que realmente estoy desilusionado, pero de ninguna manera estoy arrepentido.