“A veces un apocalipsis nos puede sacar del infierno, de lo negativo surge un efecto salvador”. (Byung-Chul Han-filosofo)

Drama nuestro. Todo diferente es enemigo a destruir. Todo se resume en abolir la diferencia y destruir al rival-enemigo. Cae la noción de Ley que es el predominio de la diversidad, de lo diferente y las diferencias. Predomina lo mismo y no el juego de las diferencias. Se acabó lo pétreo de costumbres y leyes consolidadas y aparece lo débil, lo inconsistente. No hay más padres Amos Patriarcas dominadores ni siquiera añoranza de ellos, sino una cierta ley ordenadora es lo que se busca.

Ahora se busca un padre que comunique el respeto por la palabra, la ley y que implante el dominio del otro como testigos de tener palabra, de una ley que impere desde las lealtades basadas en el dominio de la palabra y no de la complicidad de los arrebatos. El respeto al diferente frente al matar al enemigo.

Esto sucede en diversos ámbitos. Tengo la suerte de tratar en Gradiva, con un equipo maravilloso que me acompaña, a aquellos que creyeron que el mundo es solo un espejo de ellos. Reino de lo Mismo sobre la pluralidad de lo otro. La realidad se ocupó de mostrarles que la vida supera a la dimensión de nuestro “ombligo” y que hay otro mundo posible quizás más lleno de frustraciones pero con la luminosidad de la Verdad y el aprendizaje cotidiano con la sabiduría que nos transmite la escucha del otro y los otros.

O nos abrimos al lenguaje y a la humildad de la escucha o perecemos en el mar de la violencia tratando de imponer nuestro espejo de la vida y caemos en la soledad más siniestra. La droga puede acompañar esta caída y por un momento nos hará creer que nuestro “ombligo” es la métrica del Mundo pero luego de esa “gárgara” alucinatoria la dura realidad (Ananké de los griegos) nos demostrará lo pequeño de nuestras pretensiones. Freud decía que la realidad era nuestro coeficiente de adversidad. Ahí se abre un panorama o aprendemos de la adversidad y crecemos o siempre tropezamos con la misma piedra. Es el destino del mito de Sísifo subir, subir y subir una piedra hasta la cúspide de la montaña hasta que se le cae varias veces y volver a subir…subir…subir. Agotador instancia de una repetición sin aprendizaje. Masoquismo de la perseveración sin fin. No aprendizaje. Eso nos pasa como individuos pero también como comunidad. No podemos unirnos en un espectáculo, en la vida. Sociedad des-vinculada.

El “barra brava” domina unido a dirigentes en el espectáculo de un dinero mal habido y adquiere el poder lo marginal y la violencia. El dirigente sucedáneo de la palabra de la ley cede frente al “fetiche de lo dinerario” en la complicidad con lo marginal. Sectores de la Ley se alían a esta complicidad siniestra y dejan zonas liberadas. Quien los manda ¿el supuestamente beneficiado o el rival-enemigo en una astucia psicopática sin límites?. Es la pregunta del millón pero todo vale en un mundo en donde la Ley de la Palabra ha fenecido y solo importa matar al Diferente. El “barra brava” impone su Ley y monopoliza la violencia que es un atributo constitucional del Estado (Ley de Leyes) y jerarquiza el miedo como dominio y se transforma en un amo de la muerte que impera. Sostiene la pura ley del goce, es la perversión en el frenesí de la violencia; ahí no hay vínculo social. Solo le interesa el goce por el goce.

Las nuevas legiones extranjeras

Un conocido llega como viejo riverplatense a tomar un café al bar “Lidoro” de Lidoro Quinteros y Libertador ahí mismo donde Angelito Labruna pasaba sus tardes luego del entrenamiento. Como viejo cliente la moza le dice a las 14 hs. del domingo del River-Boca “me parece que hoy va saber mucho lio, mira todos esos tipos, marihuana, alcohol, cocaína, piedras y nadie hace nada”. “Acá dobla la delegación de Boca y nunca pasó esto, en otros partidos la policía los lleva para el lado del Banco y los saca y además no hay vallas”. Todo preparado para una encerrona ¿Quién la diseñó? Es la pregunta del millón y para qué? compulsión masoquista. La droga era el combustible de estos grupos (no más de 100) y que luego impusieron el vandalismo en la zona. Habían triunfado. Triunfo pírrico porque la resaca los iba a devolver a su intemperie y miseria espiritual aunque la venganza y la ira era el premio que querían conseguir en el dominio de los territorios como viejos gladiadores de la nada.

No hay un tercero de la ley en nuestras sociedades. Entre dos contendientes debe surgir en familias, comunidades y pueblos con respeto a lo diverso (nos llenamos la boca con países de alta cultura) un tercero que ampare el espectáculo, la acción, la disputa que es el horizonte de la Ley y en donde la palabra sea el eje que limite la violencia y la muerte como espectáculo de las pulsiones e instintos acéfalos.

Nuevos ejércitos de élite se forman en las ciudades acéfalas de Ley que no son ya de los ejércitos coloniales de Francia o España. Los extranjeros son los “barras” que dominan espacios y tienen el monopolio de la violencia en mucha mayor medida que los representantes de la Ley. La droga es el combustible en estos circuitos de desheredados de Ley. No hubo transmisión de Ley en la casa, la escuela, el barrio, la cultura territorial que son los lugares donde se transmite el amor, los valores y el respeto por excelencia.

 La derecha “progre” y la izquierda “caniche también progre” aplaude esta alabanza a lo “lumpen” como un triunfo de los rebeldes del “establishment” mientras la “plutocracia” se divierte porque quedan así entretenidos en una muerte rápida o en una discapacidad a corto plazo que los eliminará rápidamente del sistema. La pasión por lo marginal reemplaza a al amor por los valores y a los modelos identificatorios válidos y éticos.

En esos mismos agrupamientos abreva la cultura narco. Los que se agremian en esos grupos son los “nadies” de la sociedad (ricos o pobres). Conozco mucho VIP de esos sectores, incluso abogados, médicos, contadores que en la escena del fanatismo muestran sus pulsiones acéfalas y el goce por la muerte en una paranoia indescriptible.

Desde mi posición profesional estudio y trato de ayudarlos; son los “nadies” que pululan en los barrios, seres “regalados” y con duros déficits de identidad. A los 11 o 12 años empiezan a consumir. La carencia familiar, padres desconocidos o una madre que lucha con varios hijos yendo de casa en casa en tareas de mucama mientras la plaza y sus “dealers” se ocupan de los hijos. Padre biológico algunas veces desconocidos. Sociedad des-vinculada otra vez.

¿Quién habla de la familia en nuestra sociedad? Parece no tener buena prensa en el “mundo progre” ya que es un residuo burgués; ¿quién educa entonces? Así somos todos individuos con derechos que nos transformamos rápidamente en esclavos si no hay un grupo que nos eduque.

La escuela aparece también vencida y en demolición. Drogas en las calles, baños e incluso en aulas. Todos somos impotentes. Mundo adulto en desaparición. Deserción de los padres y sus sucedáneos. Así solo surgen personas que obedecen mandatos. Además ganan dinero y ya la cultura del trabajo es un concepto antiguo. Son multi-uso, hoy están en Lidoro Quinteros y Libertador, mañana en otro lugar y responden siempre con “obediencia automática”.

En estos grupos el que no pertenece al propio clan o tribu es solo por ello el enemigo. La marca (camiseta de futbol por ejemplo) es un emblema identificatorio en donde el “aguante los trapos” es el grito de guerra cual guerra del medioevo. La marca es la máscara que encubre el vacío de ser y de sentido en miles en donde hay que eliminar al diferente porque es el reflejo simétrico del propio odio. Así sin Ley que convoque a todos reinará la Muerte como Amo.

Mejor el Bernabeu

Un lugar que pueda imperar una cierta Ley. Sin gas pimienta ni “encerronas” en una esquina. “La catástrofe aproxima a los hombres” decía el maestro en filosofía Guillermo Maci o en la Divina Comedia en donde en el piso del Infierno siempre había una puerta en donde Virgilio nos auxiliaba para salir de ahí en las enseñanzas del Dante.

La catástrofe nos debería ayudar a recapturar la idea de una sociedad no dividida en clanes o tribus bajo el amparo de una Ley que nos englobe. Rescatar nuestros sistemas inmunológicos culturales (familia, escuela, instituciones de la cultura, religiosas) o sea el capital humano y social latente. De lo contrario vendrán las tragedias que son ya los muertos a contar y entonces se inaugura el ciclo de más iras y venganzas.