La discusión es siempre la misma, Cristina Fernández o Mauricio Macri, el parámetro pocas veces se mueve de ese lugar en las reuniones familiares o en las charlas con vecinos y/o amigos.
Aún corre la probabilidad del “Plan V”, el cual expelería al actual presidente de una ocasional reelección y en el caso de la otrora jefa de Estado, todavía no aclaró si será precandidata y aunque su participación ya es obvia, sigue existiendo aquel que pone esa posibilidad en tela de duda.
Macri ya lo intentó todo, puso a disposición el programa “precios esenciales”, apoyó sobre la mesa popular la polarización con la ex mandataria, incluso es quien financia a Scioli para restarle votos a CFK: el ingeniero se quedó sin ingenio.
Cristina, la “sin título”, paradójicamente, ahora tiene uno, el best seller, al cual muchos comparan con el de Harry Potter en cuanto al nivel de ventas: “Sinceramente”, en el cual, no casualmente, jamás menciona haberse recibido de abogada.
Al jefe de Estado en ejercicio le preocupa lo que dice y hace la oposición, pero sobre todo, la actuación de sus propios miembros de alianza: los desaciertos de la diputada nacional Elisa “Lilita” Carrió, la declaración del ex presidente de la Union Industrial Argentina (UIA) Héctor Méndez, el alejamiento del establishment y el radicalismo, entre tantas otras cuestiones que dejaron a la vista en elecciones provinciales la pérdida de apoyo y confianza que golpea duramente a Cambiemos.
A eso se le suma el desbanque económico que sufre la ciudadanía, con una estanflación (inflación más recesión) inusitada, el riesgo país que se fue por los cielos, la caída de los bonos argentinos y una tasa de interés que escaló hasta los niveles más altos de la conducción actual.
CFK sonríe, frota sus manos y, entre sus más íntimos evoca que Macri “se cae solo”. Sus dichos son elocuentes, la realidad es que en la coyuntura, el presidente pelea contra sí mismo más que contra la oposición.
Las únicas cosas que le generan cierta esperanza al mandamás argentino, son las declaraciones de Guillermo Moreno, quien llama a “vivir de lo ajeno” pero con “códigos”, el libro de la senadora nacional líder de Unidad Ciudadana que “enhorabuena” rompió el silencio, y el aval que le brindan ciertos funcionarios de su Gobierno con imagen positiva: El ministro del Interior, Rogelio Frigerio; el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta; y la mandataria bonaerense, María Eugenia Vidal.
Sin embargo no es lo último, el Fondo Monetario Internacional (FMI) le tiró un pequeño salvavidas al Gobierno eliminando la zona de no intervención y apoyando que el Banco Central (BCRA) oferte dólares. Es dable destacar que la ayuda brindada por el organismo “prestamista” fue política, no económica, intentando que el presidente llegue mejor parado a octubre. Es una verdad de Perogrullo que en el ámbito internacional nadie quiere que vuelva CFK, es decir el populismo y la posibilidad de que se declare el default.
El escenario es complejo, incluso más de lo que la mayoría logra avizorar, a tal punto que el CFR (el organismo de mayor poder del mundo), a través del Consejo Argentino de Relaciones Internacionales (CARI), le está exhortando a Macri llevar a cabo un cambio en su Gabinete, ello sin contar que el mercado no lo quiere sentado en el sillón de Rivadavia, ya lo han dicho en reiteradas oportunidades: “queremos a María Eugenia Vidal” dicen al unísono como el emblema de confianza que necesitan.
Desde el interior del Gobierno, sin embargo y puertas adentro, solo atinan a reflexionar que “no es lo que más nos convence, pero es por una cuestión de necesidad”, en alusión al impedimento de un eventual regreso del kirchnerato al frente del timón del barco llamado Argentina.
Como se mencionó antes, tanto los mercados internos como externos temen el regreso de Cristina, si ello pasa, aseguran que “se viene la hiper”.
Concluyendo, existe un rechazo generalizado a sendos personajes, la mayoría no quiere a CFK gobernando el país, pero tampoco al ingeniero Macri, no hace falta ser un experto para darse cuenta de ello, es normal escuchar frases como, por ejemplo: “no votaría jamás a Cristina, pero éste (por Macri) se está mandando muchas macanas, tampoco pienso votarlo”.
En ese sentido, ¿Si se deja de polarizar la cuestión Macri-Cristina?, ¿Es posible acaso dejar de contribuir a la grieta?, existe una veintena de precandidatos a presidente, el debate debería ser de una amplitud mucho mayor.
En rigor, hoy más que nunca es necesario que el poder político genere consensos en una Argentina con fiebre en aumento, y los ciudadanos de pie, incluyendo a quien escribe estas líneas, tienen el poder para lograrlo.
Como dice una vieja frase de saber popular y de procedencia chilena: “El pueblo unido jamás será vencido”.