Definidas las 3 fórmulas presidenciales más importantes, la clave era qué iba a privilegiar cada frente. La conclusión es que ganaron las ortodoxias, dejando poco juego a la creatividad y las heterodoxias.
Los Fernández se inclinaron por los "soldados de Cristina", de modo de enviar un mensaje al peronismo que los apoya (y quizá al propio Alberto) respecto de cuál es la garantía de que la leyenda continúa. Los comisarios políticos estarán en primera fila. Esto opaca la supuesta apertura que se quiso transmitir en un inicio. Los gobernadores ya sabrán a qué atenerse.
Mauricio Macri dejó hacer a su alter ego Marcos Peña, relegando tanto al ala política (que se suponía que había salido fortalecida por la integración de la fórmula), como al propio pichettismo, que esperaba tener una puerta de entrada dada la cerrazón cristinista y la baja rentabilidad electoral de Lavagna.
Como se puede apreciar, el presidente aplicó la vieja ley de las compensaciones: ningún ala se puede dar por triunfante en un debate. Al mejor estilo de Perón, el sector que aparentemente gana una partida, al instante siguiente queda equilibrado por un contrapeso.
Finalmente, en la tercera vía ganó la pulseada el ala sindical de Barrionuevo, muy probablemente porque es la principal fuente de financiamiento de la opción Lavagna, (ya que el gobierno se encargó puntillosamente de pisarle muchas mangueras que lo estaban abasteciendo, y haciendo fuerza para que la candidatura directamente se caiga). El desplazamiento de Stolbizer por Camaño y cierta desazón del socialismo son signos de lo que ocurrió internamente.
¿Por qué sucedió esto? En primer lugar, porque ya había acontecido una importante dosis de creatividad con el diseño de las fórmulas presidenciales (y "la revolución de los vices" como definió acertadamente el profesor Ricardo Jaén"). Anduvimos de sorpresa en sorpresa, y eso tenía un límite. La política –en general- tiende a ser más bien conservadora/incrementalista en sus apuestas.
En segundo término, porque la gran señal de los 3 principales frentes –al definir sus alquimias estratégicas- fue más política que electoral. Es legítimo preguntarse si el excesivo desapego del macrismo hacia la política –y el balance negativo que da el gobierno según la opinión pública- no obligó a todos a compensar con más política y menos encuestocracia.
Más allá de eso hubo algunos gestos interesantes, pero fueron más bien la excepción a la regla. La incorporación de la madre de una víctima de la tragedia de Once en el segundo lugar de la lista de diputados nacionales del ex Cambiemos bonaerense, o la candidatura a jefe de gobierno de la CABA de Lammens por el kirchnerismo, intentan oxigenar la política con referentes de la sociedad civil.
Ultimo comentario: muchos veteranos de guerras políticas estaban sorprendidos por el nivel de virulencia y volatilidad de las negociaciones de último momento en todos los frentes. Mala señal para entusiasmar a un electorado angustiado por la crisis económica.