“El mismo que sonríe en la foto no busca tu opinión, sólo tu voto”. Lírico
Estas PASO arrojaron cifras que resultaron a todas luces inesperadas. Por lo pronto, en una primera lectura y sin tener aún la perspectiva que ofrece el paso del tiempo y que nos brinda una visión integral del tema, me arriesgaré a dar algunas opiniones acerca de estas internas.
Lo primero a resaltar son los guarismos en sí. La polarización fue evidente, y más allá de que esta exista desde antes de que comenzaran las campañas (está presente desde hace años), las arengas de los interpretes y sobre todo de los medios aliados a cada una de las partes, la fue profundizando y anulando toda otra posible alternativa política.
Ambos ¿partidos? sumaron un 80% del electorado, paradójicamente es el mismo porcentaje que tienen de imagen negativa. O sea, la gente votó tapándose la nariz y los ojos.
El porcentaje de votos obtenidos por Macri, estaba más o menos dentro de lo esperado. Lo que sorprendió y no fue pronosticado por ningún encuestador, fue el 47% del binomio Fernández-Fernández.
Sin dudas, muchas personas “escondieron” su voto a los Fernández y eso sólo se entiende desde el lado de la “vergüenza” (no soy macrista pero claramente el voto no lo escondieron por miedo, en la actualidad nadie sería lapidado por votar a los FF). ¿Y de qué se supone que tendrían vergüenza?, sólo se me ocurre un motivo, un mea culpa por cierto sentimiento de complicidad al hacerse el distraído ante la debilidad ética y moral de los integrantes de esa fuerza.
El hecho de que Fernández superase el 45% de los votos, es más importante que la diferencia que le sacó a Macri. La diferencia entre ambos es trascendental en el caso de desarrollarse una segunda vuelta, el 47% excluye esa posibilidad.
Haciendo un paréntesis, si la diferencia y el total de votos de Fernández son llamativos, resulta mucho más sugestivo el resultado por la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Un extraño a la política de a pie como Kicillof, le ganó a “la figurita” del PRO, Vidal, por un 17% (49% a 32%); guarismos que marcan una derrota escandalosa e insospechada.
¿Y ahora?
Es de esperar que Fernández “haga la plancha” y aguarde desde su posición de ganador la movida que necesariamente debe realizar Macri. Este último por su parte, no solo debe mejorar sus números, sino que tiene la difícil tarea de bajar a menos de 45 el porcentaje de votos de los Fernández; para ello deberá tomar decisiones audaces.
Es paradójico. Quienes han mostrado ser inoperantes (PRO), ahora deben ser osados y quienes han mostrado no tener freno para actuar, ahora deben esperar quietos.
Una pequeña apostilla con respecto a Alberto Fernández (a Macri ya lo conocemos suficiente) para conocerlo un poco a través de una de sus declaraciones: "yo tengo la decisión política de legalizar el aborto". Primero, una posición paternalista o caudillezca digna del Peronismo (yo) y presidencialista casi monárquica al asumir la legalización del aborto (más allá de mi opinión sobre el tema), como una potestad del poder ejecutivo y no del legislativo.
Lamentablemente creo que ninguna de las dos fuerzas mayoritarias que disputan la presidencia, representan las ideas que pueden darle fin al Imperio de la Decadencia Argentina. Son más de lo mismo, lo mismo que nos ha convertido en un país pobre, inseguro, corrupto y lleno de vagos.