El verdadero comandante en jefe de la narco dictadura genocida venezolana se llama Diosdado Cabello. Nicolás Maduro es apenas un títere que pone la cara de un régimen que, según la ex presidenta socialista chilena, Michelle Bachellet, produjo más de 7 mil asesinatos. Estos tiranos con lenguaje guevarista y metodología fascista, están celebrando los incendios que están fogoneando en América Latina.
La revolución del socialismo fracasado del siglo XXI terminó con un pueblo hambreado, con casi 5 millones de venezolanos obligados a huir de su país, con presos políticos, torturados y una falta de libertad absoluta además de los crímenes de lesa humanidad que denunció Bachellet.
Repito: que denunció Bachellet. No fue Trump ni Bolsonaro. Michelle Bachellet fue dos veces presidente y pertenece al mismo partido socialista de Salvador Allende. Nadie la podría acusar de oligarca o de pro imperialista. Pero Diosdado, el todo poderoso, parece que se siente más Dios que dado. Articuló con Rusia, Irán y hasta con Corea del Norte un plan para exportar la revolución chavista a toda América Latina.
Esos países, absolutamente anti democráticos, están aportando miles y miles de dólares y armamento con tecnología de última generación para sostener a la camarilla de generales que sojuzgan Venezuela y para llevar caos y anarquía al resto de los países de la región.
Tienen un objetivo: rodear a Venezuela de gobiernos nacional populistas como ellos y voltear a los presidentes de los países democráticos aunque hayan ganado las elecciones con todas las de la ley. Los cubanos no tienen un peso porque su país está fundido igual que Venezuela, pero aportan sus expertos en el espionaje que incluye grupos comandos.
Diosdado Cabello se enorgullece de este plan invasor. Y amenaza a los jefes de estado no chavistas. Les dice que rueguen a Dios, no a Dios dado, a Dios que la brisa bolivariana se quede en una brisa porque se viene un huracán bolivariano.
El plan es muy claro y fue diseñado por lo que llaman el Foro de San Pablo. Agitar todos los conflictos regionales, llevarlos al extremo de violencia y tirar más nafta al fuego hasta conseguir instalar un presidente amigo de los revolucionarios. En cada uno de los países se apoyan en los sectores más fanáticos ideológicamente y con mayor grado de furia destructiva.
Por supuesto que también tienen relaciones carnales con varios cárteles de narcos que ocultan sus objetivos criminales de convertirse en millonarios con un discurso contrario a los Estados Unidos. Algo de todo esto pasó en México con el tema de la liberación del hijo del Chapo Guzmán.
En Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia y Chile están actuando mimetizados entre las protestas sociales genuinas de la población que tiene sus necesidades básicas insatisfechas. Se ocultan entre la gente que reclama pacíficamente y provocan que todo termine en destrozos, pedradas, bombas molotov, encapuchados, incendios y en algunos casos en muertes como actualmente en Chile.
En varios países tienen alianzas con grupos de la ultra izquierda talibán y con sectores muy radicalizados como una pequeña parte de los pueblos originarios o los neo anarquistas. El huracán chavista que destruye todo a su paso, en Argentina, tiene un concubinato con el cristinismo. De eso no hay duda. También se enorgullecen de eso.
Ni siquiera Alberto Fernández es confiable para ellos. Diosdado Cabello en su momento le hizo una advertencia, casi una amenaza, a Alberto diciendo que no se fuera a creer que el triunfo era de él. ¿Se acuerda?
Cabello no tiene un pelo de zonzo y habló casi como vocero de Cristina y su banda más dogmática. Tal vez por eso, presionado por los cristinistas, Alberto no pudo ni quiso decir jamás que en Venezuela hay una dictadura pese a que tiene una excelente relación con Bachellet.
Pero tuvo que ir más a fondo todavía. Ya dijo que si logra la presidencia va a sacar a la Argentina del grupo de Lima que son los países que apoyan a Juan Guaidó y la restauración de la democracia plena en Venezuela.
Gobernadores del Partido Justicialista dicen por lo bajo que esto generó un cruce fuerte entre Alberto y Cristina. Sobre todo porque Sergio Massa si definió como dictadura a Venezuela. Y lo hizo además, en territorio norteamericano.
Alberto es parte de este engranaje porque varios de los grupos que apoyan su candidatura son chavistas de la primera hora. Hoy mismo Alberto estuvo respaldando a Florencia Saintout para que sea intendenta de La Plata. Ella fue la que premió a Hugo Chávez con la presencia especial del Movimiento Evita de Emilio Pérsico y Fernando Esteche en el escenario.
Fue Cristina la que le dio a Nicolás Maduro la máxima condecoración que tiene nuestro bendito país. Fueron Néstor y Julio de Vido los que manejaron la embajada paralela con Venezuela que les posibilitó hacer multimillonarios negociados corruptos con la energía y la bicicleta del mercado negro de dólares sucios, entre otros casos.
El propio Claudio Uberti, ante la justicia confesó que hubo una coima de 50 millones de dólares que se dividieron entre Chávez y Néstor. Y que 25 palos verdes en efectivo llegaron en un avión fletado a tal efecto. Así es la Plata Grande que produjo la Patria Grande.
Los más cristinistas como Juan Grabois o Edgardo Depetri son los que marcan la cancha. Depetri, que nunca ganó una elección ni en la CTA, hoy es candidato a intendente de Lanús. Si queremos conocer su pensamiento profundo basta con ver el video que hizo circular poniéndose al servicio del chavismo y la revolución.
La bandera de Quebracho estaba presente en el acto de Diosdado. Y ayer en los graves incidentes que hubo en el consulado de Chile también. Mientras los partidos trotskistas levantaban sus pancartas rojas, grupos de encapuchados, con la misma metodología de Quebracho y los anarquistas que ya sembraron de acciones violentas las calles de nuestro país, intentaron prender fuego al edificio diplomático.
Le doy un dato: los que protestan genuinamente, siempre quieren que el periodismo esté presente porque necesitan visibilizar sus reclamos y si pueden, multiplicarlos. Pero esta vez los periodistas fueron agredidos brutalmente.
Golpes en la cabeza, palizas y robo de cámaras de televisión y material de trabajo. Estos grupos comando no querían ser filmados para poder romper todo y encender la mecha de una bomba que explotara en toda la Argentina. No lo lograron todavía. Pero lo van a seguir intentando.
Los que realmente creemos en la paz social, la democracia y la república, debemos estar alertas. Los candidatos a presidentes tienen que repudiar esto con toda contundencia. Para marcar una diferencia. Para no ser cómplices.