La provincia de Buenos Aires podría convertirse en el primer Estado en no cumplir con sus obligaciones. La decisión podría adoptarla el flamante gobernador Axel Kicillof ante la falta de recursos y la licuación de los ingresos coparticipables por efecto de la inflación y la asfixia de divisas.
Los tenedores de bonos se preparan para una pelea más que desagradable cuando enfrenten al ex-ministro que detenta una posición absolutamente radical frente al endeudamiento externo.
La provincia de Buenos Aires deberá para los bonistas casi 600 millones de dólares en enero, y es poco probable que pueda contar con esos fondos.
La provincia tiene una situación fiscal con nulos excedentes financieros y casi todas sus expectativas están cifradas en ofrecer un nuevo título.
La provincia sólo genera dólares con la actividad rural a la cual, la administración Fernández piensa aplicarle retenciones lo cual disminuirá los saldos exportables, pero tiene una actividad industrial nula o en retroceso y los ingresos fiscales han caído casi 15% en términos ajustados a la inflación este año.
Por ahora, la refinanciación no aparece como una opción realista. Los tenedores de bonos creen que el default es inevitable y ya descuentan un largo, tedioso y caro proceso judicial.
El precio de los bonos y el riesgo país muestran que se está al borde del default y lo que asusta es la cerril postura de Kicillof.
Un reflejo del ánimo de los inversores se puede observar en el precio de los bonos testigos. Los US$500 millones de bonos de la provincia con vencimiento en 2021 ya se cotizan a unos 50 centavos por dólar.
Eso indica que los inversores pronostican una reestructuración dolorosa. Es que la provincia deberá pagar unos US$1.300 millones que vencen durante el resto del año.