“Ataraxia (búsqueda de paz); anestesia (insensibilizarse) y por fin eutanasia (terminación intencional de la vida)”… caminos de las conductas suicidas con drogas.
La ataraxia (tan estudiada por los estoicos en filosofía o por los budistas) como búsqueda de una vida con ausencia de turbación se trata de buscar en muchos con sustancias; al principio por lo menos hay un “flash” que nos aleja de un presente tortuoso. La vida sigue con sus conflictos y con las múltiples deprivaciones y abstinencias y entonces ya las sustancias se transforman en la búsqueda de anestesia (bloqueo de la sensibilidad) y cuando ya avanza la dependencia y la enfermedad aparece la eutanasia como terminación de la vida; intencional o no o sea por un acto suicida o por una sobredosis que desafía un equilibrio psico-físico frágil.
Lo que para los antiguos era un camino moral y de desarrollo personal como era la búsqueda de la paz interior y ser sensible a la vida y defenderla como un bien preciado se transforma con la masificación de las sustancias en un camino hacia la muerte.
Sobre ello tengo dos historias de dos niñas – adolescentes de Rosario huyendo de sus casas hace unos meses. Me topo con ellas y también aprendo de ellas. Huyeron de sus casas ya que ahí la fuga era un intento de poder vivir mejor: gritos, abusos físicos e incluso sexuales.
Ya “domadas” desde los once años por el consumo de alcohol y drogas, en ese momento, a los quince van cayendo en “aguantaderos” que parecen ser los “nuevos campos de concentración”, como refugios del consumo y de venta de estupefacientes (casas del paco, lugares de sexo a cambio de drogas, barrios tomados por vendedores, “bunkers”).
Ahí se parapetan como lugar de salvación, pero en realidad de vacío y demolición. Las pasiones autodestructivas se desatan ligadas a ese” flash” buscado pero que al mismo tiempo es lo necesariamente fugaz para sumergirlas otra vez en ese vacío tan temido.
¿Vos querés drogas? …dame sexo… le dice el “Patrón” perverso de ese “campo de concentración” o “aguantadero” de los tantos que son refugio de los “nadies” de hoy quedando así a expensas de los deseos del Otro explotador y todo a punta de pistola como mandan hoy los nuevos mandamientos. Así comienza una saga digna de una novelística de Dostoievski en el siglo XXI. La relación amorosa pierde así el valor de vínculo con otro.
Pulsiones eróticas anárquicas se desagotan entre placeres de “fellatio”, sexo anal no consentido, golpes, brutalidad, para, al fin sexo grupal.¿Dónde quedó la ternura del sexo?; eso parece ser de otra época en donde todavía el romanticismo imperaba. Todo es sexo “exprés” que va más allá del “con quien”. Es soledad en compañía envuelta por los oropeles del ruido, el alcohol, la droga y la violencia y, ahí, cuando se traspasan los límites todo puede pasar. La transformación creativa del sexo muta en riesgo de vida.
Terminan exhaustas en una sala hospitalaria donde ahí son objeto de investigaciones médicas y clínicas: ¿Enfermedades de transmisión sexual? ¿Estudios por un probable embarazo?; en fin, la cohorte de males que rodean lo promiscuo y la anarquía pulsional. Pero en los análisis de sangre y orina no salen los dolores y los traumas sufridos.
Luego de un equilibrio orgánico mínimo (desintoxicación) vuelven a la calle cuando precisamente esa debería ser la puerta de entrada a un sistema terapéutico. Eso es de la órbita de nosotros los terapeutas: acoger el dolor, que lo puedan hablar, recordarlo, elaborarlo y fundamentalmente ayudarlas a no repetir estas conductas.
Sobre esto nos enseña el maestro en problemas de S. Mental del siglo XX D. Winnicot cuando nos decía:” …no olvido mi experiencia como médico sobre la relación entre no ser querido al comienzo de la vida y la posterior tendencia antisocial”. Deprivación afectiva y padecimientos graves. Si no hay respuesta social o familiar ante las deprivaciones precoces se estabiliza el odio, la ira y la respuesta antisocial.
Asesoró a W. Churchill ante las secuelas de la guerra y la multitud de niños desamparados y le recomendó generar “Albergues en tiempos de paz” con personal preparado para brindar limites, orientación y contención. Lo que hoy serían las comunidades terapéuticas, que justamente en ese momento M. Jones (otro inglés) estaba creando. Además, le dijo a Churchill “sin familia no va a haber democracia en Inglaterra” (afirmación de una profundidad enorme).
Nosotros, en nuestro país, en realidad estamos perdiendo la batalla contra la Barbarie que es la epidemia de sustancias que silenciosamente va fomentando la eutanasia que mostré anteriormente. Pensemos que en Gradiva el 62% de los residentes tiene algún familiar próximo en carrera de consumo.
Drogas, adolescencia y contexto “narco” son mis primeras reflexiones al conocerlas; para luego preguntarme por los padres de ellas. También ruedan por mi mente reflexiones sobre en qué ámbito crecieron los padres.
Tiempos líquidos
“En barrios donde hay mucha oferta de drogas y gran población adolescente las sustancias siempre ganan”. L. Cancrini, 2010.
El gran maestro en Adicciones Cancrini me lo decía en una cálida noche mexicana rememorando mi formación con él en Italia: “A mayor oferta en barrios con muchos jóvenes la enfermedad crece” y máxime en este tiempo epocal.
Cambios vertiginosos en lo que Z. Bauman llama “tiempos líquidos” desde los 80 se fueron dando. Se evaporó la sociedad moderna con lo pétreo de sus valores y estructuras y la postmodernidad incorpora a lo etéreo y lo gaseoso como valor. Pero en realidad es un nuevo escenario del padecimiento humano y nuestra tarea es ayudar a vivir con calidad de vida llegando en las mejores condiciones posibles al cementerio y no de una manera precoz como vemos hoy con muchos jóvenes. Cuando hablo con ellas me anuncian temas claves hoy:
A. Aceptación social del consumo
B. La adolescencia como terreno fértil para el consumo de estupefacientes ante la inmadurez de las áreas de control inhibitorio del cerebro y la sobre exigencia hormonal de los sistemas del placer del mismo cerebro en estas edades de la vida.
C. Familias en crisis; en realidad son madres devastadas y con escasos recursos de sus ex compañeros que en su ausencia muestran solo la presencia del alcohol. Debilidad del marco simbólico de ese grupo que es clave en la educación y escuelas abandonadas como fase clave para la instrucción. La familia necesita educar y la escuela instruir. A veces se le pide mucho más a la escuela de lo que puede dar.
D. Modelos sociales poderosos en donde la transgresión y la falta de límites es la norma se presentan a nuestras dos adolescentes –niñas que oscurecen las débiles palabras de padres y abuelos y por ende de las escuelas.
Del padecer al vivir
Las encuentro en mi consultorio como combatientes maltrechas y sobrevivientes de una guerra. Son dolor puro. Están a la “intemperie” pero parecen no percibir esta inermidad, aunque, sin embargo, en su mímica denuncian dolor y sufrimiento. ¿Serán en el futuro jóvenes crónicos o jóvenes viejas?
En realidad, aparece una luz al ejercitar el derecho a la palabra que es lo que dignifica lo humano y eso pasa por escucharlas para que sobrevivan al circuito de la muerte drogas-violación-abstinencia-consumo otra vez y deterioro permanente.
Desde la palabra van adquiriendo humanidad. Los grupos. La terapia. No drogarse.
Se van incorporando a un mundo más sólido y empieza a surgir la esperanza en un por-venir. Hoy se están recuperando en su Provincia luego de meses de crecimiento emocional y simbólico. En realidad, encontraron un “Albergue en Tiempos de Paz” en términos de Winnicott o sea una comunidad terapéutica.
Gracias por semejante pintura de una realidad tan dura. Por qué no se condena a quienes permitieron que la droga inundara nuestro país? Es por demás angustiante y generador de violencia