El pasado viernes aconteció un hecho repudiable en el Banco Nación de Isidro Casanova, un grupo de delincuentes ingresaron armados para robar dinero y en el “juego delictual” terminaron con la vida de un joven que apenas superaba los 30 años, se trata de Mario Germán Chávez.
El asesinato del joven trabajador fue repudiado por distintos organismos nacionales, sin embargo, termina siendo despreciable el manejo político utilizado a raíz de un hecho trágico como el aquí mencionado.
Por caso, desde la Asociación Bancaria y desde el Ministerio de seguridad de la provincia de Buenos Aires atinaron a echar culpas al Gobierno anterior politizando, de esta manera, la entradera y el posterior asesinato en la sucursal bancaria ubicada en la localidad perteneciente al partido de La Matanza.
Los primeros en hacer un cuestionamiento a los tres funcionarios que pasaron por la presidencia del Banco Central durante el Gobierno de Macri, fue una parte de la delegación de la Asociación Bancaria.
Como si fuera poco, el secretario general de la organización sindical bancaria, Sergio Palazzo, difundió un documento en el que se puede leer que “esta muerte es consecuencia de la seguridad bancaria ejecutada por los presidentes del Banco Central durante el macrismo, Federico Sturzenegger, Luis Caputo y Guido Sandleris”.
A efectos de defender la gestión del macrismo, la ex ministra de Seguridad Patricia Bullrich manifestó que “Hacía años que no había asaltos de esta violencia en bancos. Ahora que ocurren, La Bancaria quiere responsabilizarnos”.
Por su parte, el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, destacó el hecho de que no había ningún oficial armado dentro de la sucursal “por la resolución que firmó Sturzenegger”.
El ministro provincial se refería a la reforma informada mediante la comunicación A6182, la cual estableció la autorización a las entidades financieras de reemplazar el personal policial por cámaras conectadas directamente con las comisarias correspondientes en caso de así desearlo.
Un gran número de personas reprocharon este accionar político tanto en redes sociales como en las entrevistas televisivas que realizaban los medios a los vecinos del lugar.
La pregunta casi unánime fue ¿Por qué en lugar de buscar responsables políticos no se utilizaba ese esfuerzo en mejorar la calidad de la seguridad? ¿Acaso no es mejor propaganda llevar a cabo medidas para erradicar el delito que cuestionar medidas anteriores?
En ese sentido, un cuestionamiento también grupal, refiere a una modificación que Miguel Ángel Pesce, actual presidente del Banco Central, llevó a cabo. Se trata de la comunicación A 6853 sobre “medidas mínimas de seguridad en entidades financieras”.
Sin embargo, la misma no hace referencia alguna a las fuerzas de seguridad, simplemente autoriza la utilización del celular en las entidades en caso de usar el DNI digital.
No obstante, nadie tiene la autorización de utilizar la muerte de una persona para patrocinar algún tipo de propaganda política.
Lo único que ello genera es mayor dolor a los familiares del asesinado y repudio de los disidentes. Asimismo logra dar cierta aceptación de la grieta. De allí surge otra pregunta ¿Acaso no había manifestado el Gobierno la idea de cerrarla? ¿No habían prometido la unidad de todos los argentinos sin importar las ideologías políticas?
Lo único que gana un partido o dirigente político y, en este caso, un sector gremial al responsabilizar a un Gobierno de la muerte de un ciudadano de a pie, es generar mayor confusión.
Quien ostente alguna duda solo debe recordar lo acontecido con el caso Maldonado, aquel mapuche que fue encontrado ahogado en un rio luego de 77 días de estar desaparecido.
Ello generó confusión, no solo en la sociedad, sino también dentro de las fuerzas de seguridad, porque, al fin y al cabo, son quienes culminan preguntándose: ¿Hasta cuándo actuar? ¿Cuál es el límite para ejercer sin terminar siendo perjudicado?
En fin, concluyendo, al politizar un caso, sea cual fuere y de cualquier tipo de magnitud, no se logra ayudar a revertir el problema de seguridad, por el contrario, simplemente se genera desconcierto y, con ello, el empeoramiento de lo que se “quiere”, o al menos eso dicen, erradicar.