Cuando el ex militar argentino Ricardo Cavallo (29/9/1951) fue detenido en México en el año 2000, acusado de crímenes de lesa humanidad por el juez español, Baltasar Garzón, trabajada en la región centroaméricana vinculado a una multinacional francesa, productora de la tecnología para fabricar documentos automovilísticos de identidad. Quizá sea la pista para desentrañar la razón por la cual recibió la Orden Nacional del Merito francesa con el grado de Oficial en 1985, al cabo de tres años como Agregado Naval de la República Argentina, acaso en premio por haber descollado como Serpico en el centro clandestino de detención de la ESMA.
El dato del inaudito reconocimiento trascendió periodísticamente en Argentina también en el 2000, y una década después fue objeto de una denuncia ante el Comité contra la Tortura de la ONU en Ginebra, pero no se ha podido fehacientemente establecer si la condecoración se mantiene, o le ha sido quitada. Tal vez el desenlace del caso se produzca estos días en París, cuando el Presidente francés, Emmanuel Macron, reciba a su homólogo argentino, Alberto Fernández.
“La burocracia se da cuando el procedimiento es más importante que los resultados”, ha dicho con sabiduría el neurocientífico francés Idriss Aberkane. La prueba se coteja en el comportamiento de algunos funcionarios franceses, a lo largo de estos 20 años, desde que se supo que Cavallo fue condecorado en 1985, luego pasó a retiró y se empleó en una empresa francesa, hasta que la suerte le fue adversa en México, cuando algunas de sus víctimas en la ESMA, refugiadas allí para ponerse al abrigo de la dictadura militar argentina (1976-1983), lo reconocieron y denunciaron a las autoridades locales en el 2000.
El comportamiento de México en aquellas circunstancias fue ejemplar. Se aplicó por primera vez la flamante regla onusiana que a los victimarios de crímenes generalizados en perjuicio de la población civil, se los podía perseguir penalmente en cualquier país donde se los localizara, al margen de la nacionalidad de las víctimas, y de la geografía donde habían cometidos esos delitos imprescriptibles. Cavallo fue inicialmente extraditado a España en 2003, posteriormente a la Argentina en 2008, donde está preso y sigue siendo juzgado en Buenos Aires en varias causas encadenadas.
Una primera sentencia por crímenes de lesa humanidad ya tiene confirmación de la Corte Suprema desde 2015. Sin embargo, hasta ahora Francia no ha considerado oportuno rendir cuentas sobre una condecoración vergonzante, que empaña su prestigio en temas internacionales de libertades públicas y derechos individuales. No se ha respetado el derecho a la verdad sobre violaciones de los derechos humanos concebido por la ONU, ni los principios contra la impunidad de Naciones Unidas, obra del célebre experto francés, Louis Joinet. Como si nada de todo esto hubiera existido, Brigitte Macron, esposa del actual mandatario, visitó la ESMA en diciembre de 2018, cuando acompañó a su esposo al G20 de Buenos Aires.
Hasta ahora se han sorteado múltiples desafíos para esclarecer lo sucedido. Hubo que despejar la duda si la distinción constituía una Legión de Honor, o una Orden Nacional del Mérito. Se debió esclarecer el riesgo de una homonimia, pues otro Ricardo Cavallo, también de origen argentino, residente en Francia, pintor, aunque nacido 1/4/1954, al parecer fue asimismo galardonado con la Orden Nacional del Mérito. El Presidente Nicolas Sarkozy tuvo promulgar un decreto para permitir despojar a un extranjero de una de las dos medallas de mayor prestigio en Francia, por ausencia de una base legal suficiente.
He hizo falta revelar una carta del ministro francés de exteriores, Bernard Kouchner, del 23 de julio de 2010, a la oenege argentina, Nuevos Derechos del Hombre, asumiendo confidencialmente responsabilidades. Hoy, que se sepa, es uno de los pocos franceses que se sustrajeron a la perniciosa regla que anima a los burócratas, y antepuso la búsqueda de resultados por encima de las trabas de los procedimientos.
Confirmada la primera condena del conspicuo represor a cadena perpetua por la Corte Suprema argentina en 2015 -como se ha dicho- y alertado el embajador francés en Ginebra, de todos estos pormenores, no obstante resulta imprescindible que dos presidentes, cara a cara, se digan lo que tengan que decirse, en el Palacio del Eliseo, y dispongan poner fin públicamente, a la larga marcha de Ricardo Cavallo con una condecoración que nunca mereció ostentar.
O sea que vos, guerrillero asesino podés vivir tranquilamente tu vida y tus enemigos que te derrotaron tienen que estar preso de por vida ?