Con el rechazo a la oferta de canje de bonos planteada por el Palacio de Hacienda, al gobierno solo le queda la vía de canje forzado o compulsivo.
Habrá que ver de qué manera se instrumenta pero lo cierto es que los tenedores de bonos en pesos han rechazado la oferta de tener un título en moneda local.
La viabilidad para encauzar la refinanciación de este pasivo pasaría por entregar un título en moneda extranjera a largo plazo que permita descomprimir la apremiante situación por la que atraviesa el país.
Algo así como un “Plan Bonex” que le de certidumbre a los tenedores de bonos y que sirva para crear un mercado secundario con un activo seguro.
Con un papel a 10 años de plazo y con amortizaciones semestrales y un período de gracia de 24 meses, la administración de los Fernández podría encarar una renegociación dando certidumbre y sin necesidad de conculcar derechos adquiridos.
La característica de canje compulsivo tampoco chocaría desde el punto de vista jurídico con un afectación de los derechos de los ahorristas toda vez que se produzca dentro de la emergencia dictada por el Congreso.
De esta manera, comenzaría a ordenarse nuevamente el frente financiero y evitar una salida tumultuosa cayendo nuevamente en el default.
Lo mismo podría ofrecerse a los bonistas extranjeros: un bono largo con un plazo de gracia y con una garantia adicional.
Parece fácil pero en ambos casos falta un elemento que es el denominador común: un plan económico, consistente, confiable y sostenible en el tiempo.
¿Está listo el Palacio de Hacienda para presentar un programa económico de estas características?
Acá empiezan y terminan las dudas de los mercados. Sin un plan parece difícil cualquier empresa.