Durante los últimos días, ha quedado demostrado que el oficialismo –pese a la crisis sanitaria mundial y local- persiste en un autoritarismo a prueba de cualquier virus y en prácticas difamatorias y propagandísticas propias de los regímenes autoritarios.
Alberto Fernández sostuvo en una red social, hace pocos días, que las obras de los Hospitales de Laferrere y Rafael Castillo en la Matanza habían sido paralizadas hace cuatro años “cuando quienes gobernaban pensaban que no hacían falta más hospitales”. Fue un periodista, Gonzalo Aziz, quien salió al cruce de esas declaraciones con información concreta: “ese hospital fue paralizado por la ex presidenta Cristina Fernández. Yo investigué eso y lo publiqué en @todonoticias. Durante la campaña 2015 simularon una inauguración de mentira pero el hospital jamás se abrió”.
Por otra parte, Luana Volnovich, la titular de PAMI, que nombró a su hermano como funcionario de dicho organismo e impuso el idioma inclusivo obligatorio en la entidad a su cargo, despidió en plena pandemia del coronavirus a un número cercano a los cien trabajadores. La motivación fue claramente discriminatoria: fueron despidos por razones políticas.
En PAMI se aplica la Ley de Contrato de Trabajo, por lo que los trabajadores debieron ser indemnizados. Sin embargo, no se les pagó indemnización por despido, lo que habilitaría a los trabajadores a iniciar juicios no solo en reclamo de dicha indemnización, sino de la que corresponde por despido discriminatorio. Lo cierto es que hoy están en sus casas afrontando el confinamiento obligatorio sin ingresos y sin poder salir a buscar trabajo.
También en plena pandemia fueron intervenidas las agencias de control del gas y de la electricidad. Ambos interventores, responden a Cristina Fernández de Kirchner.
Asimismo, la Dra. Silvina Martínez, popularmente conocida por ser la abogada de Stolbizer, manifestó que fue echada del canal América 24 por una columna en la que informó y opinó sobre los gastos que el Estado Nacional realiza para custodiar a Cristina Kirchner. Según la letrada “la Cámpora está metida en América”. El caso de Martínez ocurre pocos días después de la salida de Majul, también por razones políticas.
Desde Telam se orquestó una despreciable operación de prensa contra la oposición: el Jefe de Gabinete Santiago Cafiero se presentó personalmente a retirar material médico de un depósito, sosteniendo que el mismo había sido “abandonado” por el gobierno de Cambiemos. Es evidente que, en plena pandemia, hay funcionarios que cuentan con mucho tiempo libre para sacarse fotos “recuperando” lo que ya es del Estado, lo que nadie se robó aún, en fin, lo que se mantuvo en perfectas condiciones, de un gobierno a otro, en un depósito que el propio Estado controla.
Pero los agravios a la oposición no sólo ocurren a nivel nacional. En la misma línea difamatoria, y en plena pandemia, el gobernador Axel Kicillof culpó a Vidal del estado de los hospitales públicos. Extraño razonamiento del ex ministro de economía: Vidal debiera haber hecho, en cuatro años, lo que el peronismo no hizo en treinta.
Y, por supuesto, no podía faltar la reacción miserable del sindicalismo peronista. Dirigentes del gremio ATE, como Daniel Catalano y César Garzón publicaron una foto en las redes sociales donde se puede ver al personal del Malbrán que realiza la detección de casos de coronavirus, haciendo el tradicional saludo peronista con los dedos en “V”.
El Secretario General de ATE Capital destaca en Twitter a “Ana Campos, delegada general de ATE ANLIS Malbrán, trabajando con compromiso y convicción junto a 10 especialistas (afiliados de ATE) en el Servicio de Virosis Respiratorias, a cargo de los tests de #CoronavirusArgentina”.
Y el gremialista César Garzón expresa, también en Twitter, que: “Los 11 compañeros, científicos, profesionales y técnicos que trabajan en #Coronavirus, son todos afiliados de #ATE.”
Lejos de preocuparse y reclamar por las dificultades que hacen que el Malbrán no pueda procesar a tiempo la cantidad de muestras que permita tener una dimensión correcta de la propagación del virus, el sindicalismo peronista eligió la complicidad y la propaganda facciosa, desde ese estado que sostenemos todos.
Con similar intensidad a la pandemia del coronavirus, camuflado y potenciado gracias a la crisis sanitaria, el totalitarismo peronista se propaga en la sociedad y el Estado, sólo que sin medidas de contención.