Nadie me lo contó, lo conozco. En algún
momento de mi vida estuve en contacto con gente muy allegada a Rubén Marín, ex
gobernador de La Pampa por cuatro períodos, tres de ellos consecutivos e
inclusive compartí algunas reuniones donde el actual senador nacional imponía
su perfil campechano, casi de hombre de campo devenido en burócrata bien
pagado.
Coplas del payador perseguido
Rubén Marín, quien hoy es un referente del presidente
Kirchner en la extensa llanura de frondosos trigales, es el típico político de
nuestro tiempo. Si la raza de un político debe medirse por su historia personal
ligada a la
actividad pública, Marín cumple con todos los requisitos porque desde el 73
hasta el 76 fue Vicegobernador de la Pampa por el PJ. Una vez caído el régimen
de la dictadura volvió a ruedo político y hasta hoy allí se quedó, desde el
83 en adelante no se le conoció un trabajo en la actividad privada. Baste decir
que en 1983, ni bien arribó la democracia a la maltratada Argentina, se hizo
gobernador de su provincia y desde entonces, de una u otra manera se las ingenió
(no digamos para no trabajar) pero si para resetearse en alguna banca o como
funcionario de algo.
Durante el proceso militar volvió a su profesión de abogado
allí mismo en Santa Rosa. Personalmente he escuchado sus largos relatos sobre
la supuesta persecución a la que era sometido durante ese período con lo cual
justificó todo lo que hizo después y no hay pampeano que no conozca las anécdotas
que ya gobernador enraizado en el cargo por varios años, contaba en grandes
mesas coronado de obsecuentes que por enésima vez seguían el relato como la
primera, del acoso que según él había recibido de parte del ejército y la
policía en los años de plomo.
Allí contaba que su estudio era vigilado por el personal de
Inteligencia civil del ejército asentado en Santa Rosa y que su ficha era una
larga historia que descansaba en la Jefatura de Policía en un armario del
entonces "Servicio de Información de la Policía" (S.I.P).
Su relato tomaba un color distinto cuando comenzaba a
desgranar la venganza personal que se había tomado ni bien fue electo
gobernador en el 83. Como primera medida disolvió de un plumazo el S.I.P.
dentro de la policía provincial y echó, cesanteó o jubiló a los agentes y
oficiales que allí trabajaban. Descabezó la Jefatura y prohibió "hacer
inteligencia" en la institución.
Ya en su segundo mandato la policía no era capaz de
adelantarse ni siquiera al robo de un auto, porque no tenía capacidad de
investigación ni podía analizar operativamente el delito ya que ninguna de las
áreas de la Jefatura disponía de gente capacitada ni orden de producir
inteligencia criminal. Es decir más o menos como en Santa Cruz se pasó de un
lado al otro sin que alguna vez se haya demostrado que los extremos aportan
soluciones definitivas a problemas de este tipo.
Cuando perdió las elecciones en el 2003 la Pampa era un
vergel para los vendedores de drogas, los robos y las violaciones hicieron que
el habitante confiado debiera encerrar a sus hijos y la policía no podía
resolver absolutamente nada porque no tenía lo más importante en los tiempos
que corren: información.
Rubén Marín tampoco se privaba en su edulcorante relato en
describir lo que había hecho con los militares que supuestamente lo acosaron
cuando ejerció esporádicamente su profesión de abogado.
Relataba, paladeando cada frase, que personalmente había
hablado con el gobierno de Alfonsín y pedido que "borrara" al
Destacamento de Inteligencia del Ejército que como era usual por aquellos años
tenía una oficina en una construcción civil en la zona céntrica de la ciudad
de Santa Rosa.
De acuerdo a sus buenos oficios los militares debieron
replegarse con muebles e instalaciones al interior de la guarnición militar y
al poco tiempo la actividad de éstos y del personal civil que trabajaba allí
quedó definitivamente desarticulada cuando desde algún lugar insospechado de
la prensa y vaya a saber por orden de quien, comenzaron a ventilarse las
identidades de los agentes y sus domicilios particulares.
Por imperio de su inexistente proyecto político durante su
mandato, en las elecciones de 1987 Marín perdió en manos del "Turco"
Néstor Ahuad" hombre del palo peronista pero que en ese momento, es decir
en 1987 respondiendo a Carlos Menem le arrebató la elección a su
coprovinciano, a la postre, otro recontramenemista.
Sin embargo Ahuad tuvo grandes problemas para gobernar más aún
porque "el Sheriff" como le dicen a Rubén Marín, mientras el turco
se devanaba los sesos para conseguir un peso para la provincia, se reunía muy
seguido con el presidente en la quinta de Olivos para aceitar los resortes de la
campaña del 91.
Volvió para quedarse
Y así fue. Rubén Marín jugó abierta y decididamente para
Carlos Menem y en una orgía de dádivas y dineros de oscura procedencia, se
insertó en La Pampa con la fuerza de un huracán colocando sobre el paño todas
las fichas que le eran provistas por su amigo presidente, lo que terminó
inexorablemente posicionándolo en 1991 nuevamente como gobernador de la
provincia mediterránea. Sería muy largo detallar la cantidad de facturas que
pasó de allí en más a todo el arco político que no lo siguió o lo traicionó
en su provincia y baste decir que desde ese momento Ahuad desapareció de las
luminarias pampeanas.
De allí en más hasta el 2003 fue gobernador ininterrumpido
creando a su alrededor un feudo similar al de todos los gobernadores que en la
historia del país se han apropiado de sucesivas reelecciones demostrando que
los desastres administrativos y la corrupción sistémica de sus gobiernos
crecen en la misma proporción en que se extienden sus mandatos.
El actual Senador Marín hoy devenido en kirchnerista vaya a
saber por cuanto tiempo más, fue uno de los más fieles laderos de Menem en el
interior del país. Recuerdo varias reuniones en las que fue convocado por el
entonces mandatario, cuando en el gabinete nacional arreciaban las crisis, para
proponerle cargos de importancia que nunca aceptó.
Menem le ofreció en una oportunidad el cargo de Ministro del
Interior y hasta de Defensa, puestos que Marín rechazó muy amablemente no sin
antes plasmar en la prensa de esa época el reconocimiento y el agradecimiento a
su presidente por la distinción en elegirlo para el cargo. No obstante,
inteligentemente, Rubén Marín optó por quedarse en el pago chico, donde
estaba seguro de manejar a su antojo 180 mil voluntades, con los suculentos
sobres que su amigo presidente le enviaba en hermosos ATN que Dios sabe adónde
irían a parar. Su premisa era contrariamente a lo pensado por los demás
"es preferible ser cabeza de ratón que cola de león".
El que traiciona a un traidor
En el año 1987 y en el 93 visitó Cuba, entrevistándose las
dos veces con Fidel Castro un punto que por allí lo alejaba del concepto que
Menem sostenía del viejo dictador; pero sucede que Marín tenía como
Secretario de Gobierno al señor Miguel Díaz, un compañero de escuela de
Ernesto "Che" Guevara, y que fuera invitado por Castro en varias
oportunidades para visitar la isla.
Personalmente tuve la oportunidad de conocerlo a Díaz y de
que me contara cómo durante su infancia y luego en la secundaria, la vinculación
con Guevara los llevó a hacer un culto de la amistad entre ambos. En aquella
oportunidad me comentó con mucha nostalgia la tristeza que lo invadió cuando
se enteró de la muerte de su amigo el comandante guerrillero en la selva
boliviana, luego de mucho tiempo en el que había dejado de recibir las extensas
cartas que el joven idealista solía escribirle.
Marín también presidió el C.F.I (Consejo Federal de
Inversión), acompañó en la mayoría de los viajes por el mundo a Carlos
Menem, integró la comitiva oficial por Europa y EEUU a bordo del Tango 01 donde
tenía un asiento de privilegio junto al presidente argentino y junto a Carlos
Corach con quien poseía una estrecha vinculación, fue parte de la comitiva del
gobierno argentino a Israel y Palestina.
Sin embargo Marín había confiado el nexo de su administración
provincial con la nación a su diputado nacional estrella, Jorge Matzkin quien
de a poco se fue alejando de su patrón, el gobernador y se acercó donde el
juego fuerte le reportaba mejores beneficios: la nación, es decir Menem y allí
construyó poder como presidente del PJ en la cámara baja hasta que en 1991
reemplazó a José Luis Manzano en el Ministerio del Interior. Allí la traición
estaba finalmente cerrada.
Desde ese lugar y hasta el 2003 Matzkin jugó la personal
olvidándose de Marín y respondiendo ciegamente a Menem, desenvolviéndose en
medio de una marejada de problemas y buenos momentos entre ellos las
privatizaciones, los negocios con las ART etc, que le costó a Matzkin ser
sospechado de irregularidades y denunciado en distintos fueros por
enriquecimiento ilícito.
Mi barrio querido
Jorge Matzkin siempre vivió en un barrio de Santa Rosa de
muy humilde características, con calles de tierra, sin cloacas y casas
construidas a través de los planes estatales que uniforman el paisaje, tal como
sucede hoy en la mayoría de los barrios periféricos de Río Gallegos.
Para congraciarse con "sus vecinos" ya en funciones
en la nación, Matzkin llevó a todo el barrio las cloacas y ya en el año 1996
habían comenzado a asfaltar gran parte del denominado "Barrio Jardín"
de la capital pampeana.
Sin embargo paralelamente fue comprando todos los terrenos
aledaños a su finca y es así que al poco tiempo ya dueño de toda la manzana
construyó un paredón perimetral de tres metros de altura, con guardias en la
puerta y cámaras de vigilancia y en el interior de esa fortificación que
contrastaba evidentemente con el entorno, reconstruyó su casa transformándola
en una mansión de cientos de metros cubiertos con una pileta olímpica para los
días calurosos y anexa otra casa donde por aquellos años ocupaban sus hijos y
más allá, despegada de la construcción principal, la de los sirvientes que
pulcramente se debían vestir con el delantal blanco y la cofia para atender a
la familia.
Jorge Matzkin fue denunciado en varios medios por la compra
de estancias en su provincia, campos en distintas partes del país,
departamentos en Buenos Aires y se lo acusó de tener cuentas bancarias a nombre
de otras personas e inclusive se llegó a hablar de poseer dólares en bancos
off shore.
Tal vez fue ésta (el protagonismo de Matzkin con el
menemismo y su exposición pública) una de las causas fundamentales por las que
Rubén Marín no aceptó ser la ficha salvadora de Menem cuando éste, caído en
desgracia y de cara a las elecciones del 2003, lo volvió a tentar para que lo
acompañara en la fórmula.
Si de panqueques hablamos
El super-menemista Néstor Ahuad para salir del ostracismo se
transformó en recontra -kirchnerista en el 2003 y enrolado en el por entonces
desconocido Frente Para la Victoria apostó a tironearle la sábana a Carlos
Verna quien actualmente gobierna la Pampa. Pero para no perder todo ambos, Ahuad
y Marín apostaron a la senaduría, no sea cosa que por alguna razón si no se
hacía lo de la gobernación quedaran afuera del juego.
Durante la campaña de Néstor Ahuad el matrimonio Kirchner
nunca pisó territorio pampeano como así tampoco lo hicieron las figuras más
representativas del FPV. Ahuad perdió en manos de Verna y Marín apoyándose en
la garrocha que lo tiró para el lado que mejor calentaba el sol, saltó a los
brazos de Néstor Kirchner sosteniendo como excusa que el PJ es uno solo, no
importan los nombres sino el partido y todo eso que no se lo creyó nadie fue
una mera justificación para ponerse del lado más inclinado de la mesa política.
Hoy Marín, convertido en archi-kirchnerista y representando en el
senado al FPV, partido que en los 90 no sabía que existía en Santa Cruz,
vuelve a ser candidato a gobernador para el 2007 de la mano del presidente que
ha llegado a tierras pampeanas llevando su retórico discurso para ensalzar la
figura del menemista convertido, que hoy es aliado del neoprogresismo instalado
en la argentina de la mano del pingüino.
Sin embargo habrá que ver si Kirchner puede con obras y
promesas borrar la imagen que el pampeano tiene de "el sherifff",
porque los tres mandatos consecutivos que tuvo Marín allí lo mostraron en
permanente e irremediable declive, administrativa y políticamente hablando. Y
cuando en las urnas sus conciudadanos le dieron la espalda no fue porque
consideraban que debía tomarse unas vacaciones merced a tantos años de
trabajo; lo castigaron por su desmesura, su soberbia, la pérdida de aquel
perfil campechano que curtía en su primer mandato, por manipulador y porque su
administración fue cruzada por sospechas de corrupción y de intromisión en la
justicia. Es decir que el revés en las elecciones del 2003 a Marín no le llegó
como la bendición de un merecido descanso, fue una derrota de alguien que
estaba acabado. Hoy se hizo kirchnerista y sueña con ir por más.
Rubén Lasagno
OPI Santa Cruz