En los últimos días ha llegado información de diversa índole que, como todo el periodismo responsable, desde Tribuna de Periodistas se ha ido chequeando.
Muchos de esos datos eran fácilmente chequeables simplemente marcando el número de teléfono de atención al cliente de distintos organismos estatales.
No obstante, lograr que los que allí se desempeñan levanten el "tubo", resulta ser una tarea faraónica, una misión imposible. Horas y horas puede estar sonando el tono de espera sin conseguir ningún tipo de respuesta, hasta que al final, simplemente se corta la llamada.
Este portal lo ha intentado de manera persistente con diversos organismos del Estado, sin éxito. Nadie ha respondido los requerimientos que se han hecho desde TDP.
Las incógnitas, entonces, funcionan como una especie de ironía o un chiste de mal gusto: ¿Para qué se ponen a disposición teléfonos que en el modo práctico no tienen sentido de existencia? ¿Para qué se les paga a quienes deberían encontrarse detrás de la asistencia al ciudadano? ¿Acaso se ríen de aquellos que quieran obtener alguna información que, quizá, resulte ser de gran relevancia?
Los que nos dedicamos a este oficio, los que solemos chequear información de forma diaria logramos, muchas veces con un esfuerzo inusitado, conseguir teléfonos personales de funcionarios o de voceros de los mismos donde podemos encontrar respuestas que nos sean satisfactorias.
Pero ¿Y el ciudadano de a pie? ¿Qué pasa con aquel que ostenta dudas y no consigue que lo atiendan desde los organismos oficiales? Simplemente debe limitarse a quedarse con la duda o, muchas veces, recurrir a páginas de internet que brindan respuestas en ocasiones erróneas.
El presente artículo parece carecer de relevancia, pero ello no es así, sobre todo si se tiene en cuenta que el mundo se encuentra en un estado de crisis que genera demasiada incertidumbre y el hecho de informar a la población debería ser un derecho social.
¿Qué pasa si ante la duda y la falta de respuestas una persona toma medidas incorrectas que, en muchos casos, resultaran contraproducentes? ¿Cuál es el sentido de poner a disposición números de asistencia en tema de coronavirus, por ejemplo el que depende directamente del Ministerio de Salud de la Nación, si comunicarse es realmente imposible?
Es un hecho, el Estado no brinda la asistencia necesaria en materia de información, lo que, por consecuencia, podría traducirse en la alteración del orden social.
Esto es grave, más grave de lo que cualquiera pudiese creer. Sólo se recomienda no creer en cualquier cadena. Pero ¿cómo pedirlo si hasta el presidente Alberto Fernández se “comió” la mentira de que tomar bebidas calientes ayuda a prevenir?
Entonces, por favor seamos responsables. Pero nuevamente… ¿cómo pedirlo si el ministro de Salud de la Nación Ginés González García fue tan irresponsable al tratar el tema coronavirus que merecería la eyección de su cargo?
En fin, las dudas son muchas y la única respuesta que brinda el Estado es en forma de “ayuda social monetaria”.