La memoria es la capacidad de recordar. Para los que nacieron después de 1973 o eran muy chicos para tenerlo presente, vamos a recuperar un hecho de nuestra historia que se olvida deliberadamente o se exalta equivocadamente.
Entre 1971 y el 25 de mayo de 1973, el clima social en el país era de extrema violencia. Grupos armados aterrorizaban a la sociedad. El poder judicial, siempre atento al viento de los tiempos, solían mirar hacia Cuba, que con dinero de la URSS vía Praga, hacía llegar los fondos para mantener un verdadero ejército de “maravillosos muchachos idealistas”, que en realidad eran asesinos ideologizados que buscaban el poder.
Con gran esfuerzo se consiguió armar una Cámara Federal en lo Penal de la Nación, con jueces probos y muy, pero muy valientes. Fue en julio de 1971. Esos jueces juzgaron a los terroristas de acuerdo a la ley y con el debido proceso. Hubo testigos y se guardaron los documentos probatorios.
El 25 de mayo de 1973, asumieron la presidencia y vice presidencia Héctor J. Cámpora y Vicente Solano Lima. Llegando la noche un grupo de militantes de extrema izquierda se agolpó frente al penal de Devoto exigiendo la libertad de los supuestos “presos políticos”. Cámpora y su ministro del interior, Esteban Righi, rodeados de activistas que respondían al castro-comunismo, permitieron la salida de los terroristas que habían sido juzgados a derecho. Estos salieron de la cárcel formados militarmente y haciendo ondear banderas del ERP (ejército revolucionario del pueblo). Los jueces de esa mítica Cámara se exiliaron en su mayoría, otros fueron perseguidos y degradados, el juez Jorge Vicente Quiroga fue asesinado. Fin de este episodio de la historia.
El disparate “execrable” (palabra del gobernador Kicillof) de soltar presos peligrosos con el pretexto del covid-19, trae recuerdos penosos. Los terroristas que salieron en el 73 (+ otros), incendiaron el país y fueron los responsables del golpe cívico militar de 1976. Los que se soltaron ahora son delincuentes comunes, entre ellos violadores y algunos homicidas. ¿Por y para qué? Es una buena pregunta con una mala respuesta.
¿Necesita el gobierno o parte de él, el kirchnerismo, tener a mano una patota de peligrosos delincuentes a su servicio? ¿Al mejor estilo de Venezuela? Porque la liberación de presos es algo que se empezó a tratar antes que existiera la pandemia. Y no se soltaron los delincuentes de poca monta o los que estaban por terminar su condena. Lo hicieron con los peores. Y sin cumplir con ninguna de las normas que exige la ley para que eso suceda.
Es la única explicación posible. ¿Pretenderán un golpe armado del cristinismo versus el albertismo? ¿O estarán las dos facciones del gobierno de acuerdo en este punto? ¿No estarán seguros con respecto a las fuerzas de seguridad? Es difícil de creer. Pero el hecho de tener peligrosos delincuentes sueltos con el pretexto del covid-19, después de haber sido juzgados y condenados, es una realidad temible.
Ya no lo van a seguir haciendo, la ciudadanía indignada se lo hizo saber a los camporistas de hoy. Pero los que salieron están fuera de la cárcel y sin control. La Argentina sigue teniendo la inverosímil costumbre de insistir en sus peores errores. Lo hizo en 1973, lo repite ahora. Las generaciones se suceden, el gen ideológico aparentemente se hereda. Y siempre lo hacen los “que van por todo”.
*Datos: “Volver a matar” de Juan Bautista Yofre (2009)