Si el gobierno argentino fue encadenando un
rosario de papelones con el tema de las papeleras, ahora el gobierno uruguayo
-que llevaba la mejor parte ante el concierto internacional en esa cuestión-
acaba de darle pie para rehacerse y, probablemente con risas disimuladas entre
bambalinas, responderle con cierto fundamento y algo de firmeza. Es que la
decisión del presidente Tabaré Vázquez de enviar a su ejército a custodiar
la construcción de la papelera de la empresa Botnia –la cual se ha lavado las
manos en este sentido- no sólo cae en el mayor de los ridículos sino que éste,
por carácter transitivo, puede ser visto como tal por la comunidad
internacional a la que tanto se había aferrado el mandatario oriental.
Teniendo en cuenta, entonces, que el próximo paso del
otrora serio -y otrora así considerado por su pueblo y sus limítrofes
“hermanos”- Dr. Vázquez, elucubre en cualquier momento la idea de
declararnos la guerra, conviene analizar, por precaución y prevención, las
posibilidades con que cuenta Uruguay para infligirnos serios daños en caso de
que pretenda, quizás, invadirnos.
En primer lugar, el ejército uruguayo, concentrado
mayormente en la zona de Montevideo, cuenta con cinco brigadas de infantería,
tres de caballería, una de artillería y una de ingenieros. Su material bélico
se basa fundamentalmente en tanques, todos de bastante antigüedad y diversa
procedencia, como los recibidos desde Corea en 1958, pasando por algunos de
origen brasileño de la década de 1980 y, los más modernos, provistos por
Israel a fines de los ’90, varios de ellos ya fuera de servicio y sólo aptos
para algún desfile, además de algunas tanquetas alemanas y blindados anfibios
de procedencia checa y polaca. Posee cañones de distinto calibre, el más
habitual de 105 mm., pero la mayoría bastante vetustos como varios de la década
de 1940 y otros de origen coreano, siendo los más modernos cuatro de
procedencia checa, de 122 mm., recibidos en los ’90. Por su parte, las tropas
utilizan en general fusiles FAL y su correlato más pesado, el FAP, muchos de
origen argentino con diseño belga, armas que datan de la década de 1960.
La armada uruguaya muestra como su mejor material bélico
tres fragatas, de las cuales hasta el año anterior tenía sólo dos operativas
y la restante en “mantenimiento mayor”. El resto de su material se desgrana
en patrulleros fluviales, algunas lanchas de desembarco, botes neumáticos y las
pintorescas motos de agua, y su poder aéreo naval reside en aviones de
entrenamiento y de patrullaje marítimo, la mayoría antiguos como los Grumman y
Beechcraft, más cinco helicópteros de transporte Westland Wessex como los más
modernos, en realidad cuatro ya que uno revista como “perdido”. El armamento
de su personal consiste en las viejas ametralladoras MAG y las de calibre 7,62,
sumándose además pistolas Browning 9 mm.
En cuanto a la fuerza aérea -también como sus
hermanas comandada por el combativo presidente Tabaré Vázquez-, sólo cuenta
con cuatro de sus aviones de ataque, los argentinos Pucará, ya que uno figura
como “perdido” y otro fuera de servicio, y registra como otros “aviones de
ataque” unos nueve Cessna A-37 Dragonfly, habiendo perdido otros cinco. El
resto de la aviación oriental se reparte entre diversas aeronaves de enlace,
entrenamiento y helicópteros de transporte, en general de bastante antigüedad.
Como complemento, las tres fuerzas exhiben diversos lanzacohetes, en su mayor
parte de origen argentino.
Estamos así casi enfrentados –Tabaré tiene la última
palabra y pese a la tan mentada “hermandad rioplatense”- a un país que,
dado el material bélico apuntado, ni podría aprovecharse de las vapuleadas e
inequipadas fuerzas armadas argentinas, a las que dentro de todo algo les queda.
En realidad, podría asegurarse que la Banda Oriental no lograría sostener un
enfrentamiento armado serio ni con la república africana de Burkina Fasso (con
todo el respeto que ésta merece).
Sin embargo, a no confiar demasiado y a no caer en la
categoría de autosuficientes o, peor aún, en la que siempre nos endilgan, la
de “soberbios”. Es que todavía tenemos motivos para temblar: los uruguayos
tienen guardadas en la manga algunas cartas más peligrosas que sus fuerzas
armadas y muy difíciles de superar. ¿O acaso no han fabricado en los últimos
tiempos armas de destrucción masiva como el
ex “soñador” Javier Rojas -remitirse al tinellista programa pro alto
ráting (y nada más) “Bailando por un sueño”-, quien fue capaz de
derribar a un monstruo megalítico como Gerardo Sofovich, nada menos?. ¿O no
podría imprevistamente una China Zorrilla constituirse en una segunda Mata Hari
y, además, crear una red de espionaje que nos ocasionaría mucho daño y que
incluiría, por ejemplo, a Carlos Perciavalle con sus mil máscaras y disfraces,
y hasta a los cómicos que hace años nos deleitaban en “Telecataplum”,
entre tantos otros personajes llegados de la vecina orilla?. ¿O no contarían
con un quintacolumnista infiltrado en el periodismo y las letras como Mario
Benedetti?.
Por eso, mejor que prestemos atención al poderío que
por ahora vela sus armas al otro lado del Río de la Plata, y a rogar que a
Tabaré finalmente se le reactive un par de neuronas y nos perdone.
Carlos Machado
N del A: Mis disculpas, por haber mencionado sus nombres en tono de broma, a grandes de la cultura uruguaya como China Zorrilla, Carlos Perciavalle, los cómicos de “Telecataplum” y Mario Benedetti.