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Perón y la cobarde mansedumbre argentina (¿Quién cumple las “verdades peronistas”?)

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Cuando los pueblos agotan su paciencia, hacen tronar el escarmiento”. Juan Domingo Perón

 

Un 1° de julio, de hace ya 46 años, moría un icono de la política Argentina. Quizás, el último de los personajes de nuestro país, que ha pasado a la historia.

Robert Potash, en su libro “Perón", dice que para poder entender a este líder, primero hay que entender al argentino. Y el argentino del último siglo, ha demostrado ser un cobarde. Un cobarde cívico y sobre todo un cobarde intelectual. Ha demostrado ser incapaz de asumir la responsabilidad de tomar decisiones, ha demostrado su dependencia y su sometimiento absoluto a la voluntad del mandamás de turno.

Desde Irigoyen a la fecha (por no analizar cosas más viejas), hemos buscado desesperadamente un caudillo que nos diga qué debemos hacer, un cabecilla que resuelva nuestros problemas. Hemos resignado nuestro derecho y obligación de pensar y de decidir, y hemos optado por cederle el control de nuestras vidas al líder del momento.

¿Por qué? Porque es más simple cargar las culpas de nuestro fracaso sobre los hombros de aquel al que coronamos como nuestro salvador. Y digo coronamos, porque en el fondo, nunca dejamos de ser monárquicos, porque nos aterra el desafío de ser una república y de ser los soberanos de nuestras vidas.

Es así que, los que nos han gobernado durante los últimos 90 años, se convirtieron en los mesías de los que esperábamos algún milagro.

Descontando a los militares, a los que los argentinos recurrimos, erróneamente, buscando resolver las desastrosas consecuencias de nuestras pésimas selecciones; siempre fuimos gobernados por el radicalismo, el peronismo y eventualmente cambiemos.

Estos tres “partidos políticos” tienen un común. En realidad, no son partidos, son “movimientos políticos”originados de un descontento social y que luego se han institucionalizado.

Los partidos políticos tienen en sus plataformas, una posición ideológica clara, una idea filosófica definida. En cambio, los movimientos políticos, nacen de los sentimientos y las necesidades coyunturales a los que se enfrenta una sociedad.

El radicalismo terminó de gestarse en la revolución del parque de 1890, sus principales figuras pertenecían a la intelectualidad del momento y representaban a un sector de la sociedad (la mal llamada clase media), que pretendía se terminase con la camarilla oligárquica que manejaba el poder.

En cambio, el peronismo tiene la particularidad de que fue gestado dentro de la cabeza de un Coronel, quien era secretario de Trabajo, ministro de Guerra y vicepresidente al mismo tiempo, de una dictadura nacida de un golpe militar del que él fue partícipe. Podríamos decir una forma de alcanzar la “suma del poder”.

Dueño de un discurso demagógico “popular”, el carismático “Coronel Kolinos” supo explotar el momento histórico nacional e internacional para seducir a millones de argentinos que esperaban el milagro augurado por el Martín Fierro:

Tiene el gaucho que aguantar

hasta que lo trague el hoyo

o hasta que venga algún criollo

en esta tierra a mandar.

Pero lo cierto es que, como decía Juan Bautista Alberdi “La ignorancia no discierne, busca un tribuno y toma un tirano. La miseria no delibera, se vende”.

Perón convenció a los sectores más postergados, de que “el pueblo siempre tiene la razón” y montado en sus sueños, azuzándolos con promesas mentirosas y alimentándolos con “conquistas” financiadas en base al derroche irresponsable de las reservas, supo convertirse en su héroe, en un “desinteresado” y abnegado intérprete de “la voluntad de su pueblo”.

Esta imagen paternalista y a la vez de sufrido siervo de su destino, se vio acrecentada con la prematura muerte de Evita, su compañera y alma mater.

¿Y cuál es el resultado de este amorío de Perón con “su pueblo”? El único posible, el que Juan Bautista Alberdi vaticinó casi un siglo antes: “El amor a la patria de nuestros demagogos, es como el de esos seductores que hacen madres a las niñas honestas: sincero como sensación, pero desastroso para el objeto amado”.

Para finalizar, analizaré algunas de las “20 verdades peronistas” y la incongruencia que mantienen con ellas los que se consideran sus apóstoles.

Verdades 4 y 5: No existe para el Peronismo más que una sola clase de personas: los que trabajan” y “en la nueva Argentina de Perón, el trabajo es un derecho que crea la dignidad del Hombre y es un deber, porque es justo que cada uno produzca por lo menos lo que consume”.

A estas le agrego, como bonus track una sentencia de Juan Domingo del 17 de julio de 1944: “dividimos al país en dos categorías: una, la de los hombres que trabajan, y la otra, la que vive de los hombres que trabajan. Ante esta situación, nos hemos colocado abiertamente del lado de los que trabajan".

Los peronistas del siglo XXI son los reyes de los planes sociales, los ñoquis y los empresarios truchos… todo muy lejos de “el trabajo” y de la “producción, al menos, de lo que se consume”.

Verdad 19: “constituimos un gobierno centralizado, un Estado organizado y un pueblo libre”. En esto les doy la derecha a los adláteres de Perón, pocos políticos son más unitarios que los neo-peronistas disfrazados de federales.

Por último las verdades 12 y 14: “en la nueva Argentina, los únicos privilegiados son los niños” y “el Justicialismo es una nueva filosofía de la vida, simple, práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente humanista”. Luego, los “representantes del pueblo peronista” parecen haber olvidado estas máximas de su catecismo, avalando el homicidio de “el niño por nacer”, el más desprotegido de todos los seres humanos.

Juan Domingo Perón fue, sin duda alguna, uno de los mayores responsables del “Imperio de la Decadencia Argentina”.

 

© Tribuna de Periodistas, todos los derechos reservados 

 
 

9 comentarios Dejá tu comentario

  1. En éste país siempre votan los Argentinos por un " PADRE " para que les provea la comida y le resuelva sus propios problemas y luego, " SE LO COMEN." y comienzan a pensar en otro "PADRE". Siempre dando vueltas en un mismo círculo tratando de morderse la cola, no intentando de salir hacia otro lado... Es la mejor descripción que escuche ayer por Tv y hace pocos dias por Radio Mitre córdoba , de parte de un un analista que realiza encuestas , Giacobbe y Asociados.

  2. Mi humilde opinión es que te puede gustar o no gustar Juan Domingo Perón, pero la realidad marca que él fue el último presidente Argentino que tuvo un plan. Bueno, malo, mas o menos, no sé, pero al menos "un plan de verdad para este bendito país". Con todas las consecuencias buenas y malas que ocasionó ese plan. Luego vinieron 7 años de guerra, y desde Diciembre del 83 hasta la fecha, sólo pasaron por el poder personas que atentaron sistemáticamente contra la el pueblo y la soberanía Argentina. Una manga de ladrones y entreguistas sin comparación.... TODOS PD: No se puede llamar Peronismo a todo lo que vino después de Perón. Saludos y aclaro: No soy Peronista

  3. La cobarde mansedumbre argentina? Y la cada de hambre de los años treinta quien la sufrió, los ricos? Dejen de escribir ganzadas.

  4. A ver, General Miguelete, ¿a vos se te ocurre algo para aportar a resolver, además de rezongar y equipararte con los escribidores de lugares comunes que son lectores de este sitio? Si es así, capaz que tenés suerte y te hacen un lugarcito para publicar una nota tuya...digo, si te dignás escribirla sin demasiadas faltas de ortografía. Y sí, Borges se quedó corto: son todos incorregibles, los unos y los otros. Y vos? Qué onda? PD: disculpe,.. Ud., Miguelete, se levantó de mal humor hoy?

  5. La sociedad argentina parece ser un grupo de personas alienadas, subordinadas a los distintos poderes políticos que roban su personalidad, no tienen pensamiento propio. Los políticos basan su poder en esa subordinación y la profesan, creando el “fana de algún ismo”, ismo que muchas veces, como generalmente ocurre hoy en día, ni siquiera está bien definido, pues no tienen una doctrina. Los siniestros personajes que hay en la política, saben cómo y con que llenar esas mentes alienadas para su beneficio, ponerlas a su servicio y así conseguir impunidad absoluta para hacer lo que se les antoja, nadie cuestionará si su conducta esta fuera de la ley, de las buenas costumbres, si es inmoral, antidemocrática, corrupta, etc., todo les está permitido y/o justificado. Destruyen el país y somos tan culpables como ellos por dejar que lo hagan. Es necesario y urgente terminar con el fanatismo, recuperar la conciencia para pensar libremente, elegir “en qué país queremos vivir”, que de seguro en eso todos vamos a coincidir, “exigir a nuestros representantes que lo lleven a cabo”, es así cómo funciona la verdadera democracia, es el pueblo quien gobierna, ellos son los que deben subordinarse, y si no lo hacen, deben pagar por ello. Puede ser que por fin hagamos de nuestra Argentina el país que siempre debió ser.

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