Quiero expresar por medio de esta nota, la destrucción del paradigma de la investigación policial, que hasta hoy apoyaba. El caso del homicidio del ex secretario privado de Cristina Kirchner, Fabián Gutiérrez, asombra desde su inicio.

Las investigaciones penales preparatorias, como se denominan en la provincia de Buenos Aires, tienen por cometido la recolección de la prueba en todo caso de jurisdicción penal. Se llamen como se llamen en cada uno de los procedimientos penales provinciales, el juez dirá por su sentencia o bien avanzada la investigación de cuál fue el móvil de la misma. Es dable decir que la prensa en su avidez informativa puede llegar a suponer e informar sobre móviles, pruebas ficticias o supuestas, que luego se desvirtúan sin pena ni gloria ya que solo es una investigación mediática.

Pero en el ámbito de la Justicia es de una gravedad política extrema que dos poderes se pronuncien prejuzgando un hecho del cual todavía no se tiene una idea concreta de materialidad, menos en las primeras horas de la investigación. Llama mucho la atención la reacción sistemática del juez de la causa Dr. Carlos Navarte quien a las pocas horas dice en televisión es un crimen pasional. Parece que el convenio internacional suscrito por la Argentina, donde se formula la teoría de la prohibición de auto incriminarse no existe, ya que de la auto incriminación es que se desprende, entre otras teorías no probadas, el móvil de la investigación del crimen del mentado Gutiérrez.

Si bien hay sobradas condiciones que ponen en tela de juicio el irónico pronto despacho del móvil del asesinato, peor es la gravedad de que la Fiscalía a cargo, no se excuse de inmediato para actuar en la causa. En estos momentos cuando la opinión pública no superó el homicidio del Dr Nisman, parece que duele más que volquemos alcohol sobre la herida abierta, sumando reduccionismo irresponsable, sobre una persona que no era ni más ni menos, que un testigo protegido del Estado.

Nos lleva también a renovar la pregunta de que es la protección de testigos, el patronato de liberados, la justicia de ejecución penal y tantos otros institutos hoy inservibles u olvidados en el arcón de viejos recuerdos de grandes jueces que trabajaron en la Argentina llevando adelante verdaderas investigaciones penales en las cuales solo hablaron por sus sentencias y donde el poder político no se pronunciaba de forma alguna para no interferir con los investigadores del proceso.

Todo eso lamentablemente parece haber quedado atrás, esperemos que el autoritarismo de pre juzgar desaparezca de nuestra amada República, gracias a que en la cual existe la división de poderes del estado, no por capricho, sino por independencia del funcionamiento de las instituciones democráticas.

Luis Alberto del Valle Weckesser
Licenciado en Seguridad Portuaria
Major en Antiterrorismo
Gerente de Expansión Comercial