Desde 1983, Alberto Fernández fue el primer presidente que llegó al poder sin haber sido un líder político y sin haber sido elegido antes para conducir un Poder Ejecutivo.
Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Mauricio Macri cumplían las dos condiciones. Siempre fueron sus propios jefes políticos, encabezaron listas legislativas y fracciones internas de sus partidos y fueron intendentes y/o gobernadores.
Raúl Alfonsín no tuvo experiencia ejecutiva previa, pero fue legislador desde los 60 y en los 70 ya lideraba la principal oposición interna de la UCR.
Néstor Kirchner, como le pasa hoy a Alberto Fernández con Cristina Fernández, le debió su presidencia al dedo de Eduardo Duhalde. Pero Kirchner siempre fue su propio jefe, por más modesto que haya sido un proyecto nacido en una provincia chica. No había sido antes empleado de Duhalde ni de nadie.
Cristina Fernández es la más parecida a Alberto, aunque ella fue desde 1989 convencional constituyente, diputada y senadora por dos provincias encabezando listas. Pero, además el proyecto de Néstor era un bien ganancial. Y si bien cuando asumió la presidencia Cristina debió lidiar con lo que muchos llamaban el “doble comando”, esa discusión se canceló con la muerte de Kirchner. A nadie le quedó duda de que CFK fue su propia jefa y una líder de alto octanaje.
No es el caso de Alberto Fernández. Nunca lo eligieron para un cargo ejecutivo. Antes de ser presidente sólo lo votaron una vez como legislador de la ciudad de Buenos Aires, en una lista sábana. Siempre fue la mano derecha de otro. Desde ahí adquirió gran experiencia burocrática y política. Pero nunca fue un líder ni jefe de su propio proyecto.
Su Presidencia surgió de un pacto. Y no puede eludir las exigencias de Cristina, que le dio la candidatura y sus votos. Por ejemplo, la exigencia de agrandar la Corte Suprema para garantizar que las causas por corrupción tendrán un final feliz para ella.
Alberto está preso de esa contradicción. Le debe su presidencia a Cristina Fernández, pero en un régimen presidencialista no va terminar de ser presidente hasta no sacársela de encima. Esa contradicción es difícil de resolver. Quedará claro cuando los albertistas se reúnan por zoom.
El evento ha sido informado por ellos mismos para mostrar que el albertismo existe, pero han pedido que al grupo no se lo identifique como “albertismo” para que no se enoje la jefa. Ningún otro presidente tuvo que buscar de este modo la cuadratura del círculo.
Será distinto en esos aspectos, pero es igual a otros en anacronismo, en contradicciones, en hipocresías, en idas y vueltas, en demagogia, en promesas imposibles de cumplir, en ideas fracasadas...
No es "distinto". Es apenas otro "exponente" de esta casta degenerada que "supimos conseguir", que sigue "jugando su juego" a expensas de un pueblo embotado, indiferente, profundamente estúpido y egoísta que tal vez y con mucha suerte, algún día se harte de que le sigan tocando el culo, y se los saque de encima, y de LA PEOR MANERA. Ojalá.
Este Periodista de córdoba es obse. Escribe , escribe, escribe sobre TODOS, menos de los funcionarios de mi provincia, ni de mi ciudad. Una verdadera pinturita.