El senador ultra K -y “boludo” preferido de la vicepresidenta- Oscar Parrilli, fue quien exhortó que en el proyecto de la Reforma Judicial se adjunte la posibilidad de que los jueces puedan denunciar ante el Consejo de la Magistratura –que no tiene poder sancionatorio- alguna supuesta presión por parte de los “poderes mediáticos”.
Lo cierto es que no fue él quien ideó la estrategia, sino que fue la propia Cristina Fernández, a quien Parrilli obedece obsecuentemente sin importar las repercusiones que generen sus actuaciones.
No está de más señalar que el oficialismo ostenta mayoría simple en dicho organismo y cuenta para puntuales casos el apoyo de Graciela Camaño, cuya participación fue clave para que se revisaran los traslados de 10 jueces de los cuales tres participan en causas contra CFK.
Al margen de ello, la llamada “enmienda Parrilli” despertó un fuerte cruce entre el presidente Alberto Fernández y la ex mandataria con quien compartió fórmula para ganar las presidenciales del año pasado.
Resulta que nunca se le avisó al jefe de Estado sobre el cambio en el inciso e) artículo 72 de la Reforma Judicial. De hecho, al ex jefe de Gabinete kirchnerista le provocó furia.
Según cuenta Infobae, estando en la Quinta de Olivos, Alberto habría dicho que la mencionada modificación que apunta contra la libertad de prensa “no está en el espíritu del proyecto que envié, no tiene nada que ver”.
Ello asoma una disputa interna –entre las múltiples que se vienen dando- dentro del Frente de Todos y apunta directamente a la cada vez más elocuente disidencia entre los modelos de Gobierno de las dos principales figuras del oficialismo.
De hecho, frases como la que pronunció el presidente sobre que “a la Argentina le fue mejor con el coronavirus que con el Gobierno de (el ex presidente Mauricio) Macri” suenan más a una decisión política para tratar de mermar la intensidad entre el cristinismo y el propio Alberto, quien, de a poco, va logrando armar un grupo –aunque aún reducido- en representación de un naciente albertismo que a estas horas no se sabe bien en qué va a desembocar.
Está claro que el primer mandatario intenta mantener la balanza lo más estable posible. También que le está costando siderales recursos políticos, ya que no puede despegarse de la figura de su vice, aquella que lo llevó a ocupar el sillón presidencial.
De allí vendría la explicación respecto de considerar “amigo” al jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y después clavarle un puñal por la espalda por la supuesta falta de atención del PAMI en la Ciudad de Buenos Aires.
A esta altura, está de más asegurar que mientras más cercano se encuentre Alberto a la oposición y sobre todo, al peronismo más racional, mayor es la valoración positiva a nivel social sobre su imagen.
Y es allí en donde encuentra la encrucijada. Porque, hay que decirlo, la disyuntiva que pasa por estas horas por la cabeza del presidente es entre generar gobernabilidad y consignar un peso propio o romper con su compañera de fórmula, justamente lo que le viene aconsejando el ex gobernador bonaerense y expresidente interino Eduardo Duhalde. Algo realmente complejo.
¿Cómo hará Alberto para quebrar la alianza que lo llevó al frente de la Casa Rosada sabiendo que los “buenos muchachos” camporistas podrían llegar a –cuanto menos- intentar hacerle un golpe?
Este es un tema que deberá resolver más temprano que tarde, de hecho, según pudo saber Tribuna de Periodistas, la ministra de Justicia Marcela Losardo tampoco estuvo de acuerdo con el agregado peticionado por Cristina. Ello denota el malestar que se está viviendo en el ejecutivo nacional.
Son cuestiones que generan aún más incertidumbre respecto del futuro del frente gobernante y que tiende a generar aún más desconfianza sobre las declaraciones de Alberto Fernández.
Lo cierto es que no se puede confiar en sus palabras ya que, aunque realmente crea o piense lo que evoca, muchas veces debe retractarse a pedido de su “jefa”, tal cual pasó con Vicentin como botón de muestra.
En fin, cada vez se avizora con mayor contundencia que Fernández se encuentra en medio de una pelea por decisiones políticas contra Fernández.
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parrilli es un pelotudo pollerudo la que lo manda es la yegua es solo recibe ordenes
La "cláusula Parrilli" (art.72) es un trampa caza bobos. La pusieron para que se ponga el foco en eso, después la sacan como gesto de "negociación" y meternos la reforma del fuero federal (corrupción y narcotráfico) que es lo único que les interesa