Para los periodistas el año 2006 resultó, en lo que hace a su
integridad física, más peligroso aún que los anteriores, ya que el número de
reporteros asesinados y detenidos volvió a crecer, según datos del Comité de
Protección a los Periodistas (CPP) y Reporteros Sin Fronteras (RSF), dos
entidades que difieren en las formas y en los resultados de sus estadísticas
pero no en el fondo de la cuestión.
El
informe “Ataques a la prensa en 2006”, elaborado por la primera de
las entidades nombradas, documenta muchos casos en los que se ejerció violencia
y censura dirigidas a los periodistas el año anterior. Según ese informe, en
2006 fueron asesinados 55 periodistas –ocho más que en 2005- por razones
directamente ligadas a su trabajo, y por segundo año consecutivo quienes
encabezan la lista son los periodistas iraquíes. También continuó aumentando
la cantidad de hombres de prensa encarcelados y censurados, ya que 134 de ellos
fueron a parar a cárceles en todo el mundo. De éstos, uno de cada tres es
editor de un sitio web o titular de un blog.
Por
octavo año consecutivo es China la que encabeza la lista de países que
encarceló a más periodistas, con 31 casos, señalándose que el gobierno del
presidente Hu Xintao “logró silenciar a algunos de los mejores periodistas
chinos”. El informe, de 323 páginas que detallan las circunstancias de
cada ataque y detención, denuncia por ejemplo asesinatos en Rusia, donde hay un
caso emblemático ocurrido hace pocos meses del que nos ocuparemos más
adelante, y fue divulgado una semana después del que publicara Reporteros Sin
Fronteras.
A
su vez, el informe de RSF señala: “Un perturbador alto número de
periodistas y otros trabajadores de prensa han sido asesinados o llevados a
prisión en 2006, y ya estamos preocupados por 2007, puesto que ya seis
periodistas y cuatro asistentes de prensa han sido asesinados sólo en enero”.
La entidad criticó a varios gobiernos dictatoriales -entre los que incluyó a
Cuba, Corea del Norte, Turkmenistán y Eritrea- calificándolos de ser “los
principales culpables” de silenciar a la prensa, pero además cuestionó a
algunas democracias “en las que también debe haber progresos”.
Irak
es el país donde más periodistas fueron asesinados desde la invasión
norteamericana en 2003. Según el CPP, el año pasado el número total de víctimas
fatales allí alcanzó a 97, entre los cuales también murieron 37 intérpretes,
conductores y asistentes que colaboraban con la prensa. El coordinador del
Programa para Medio Oriente y Africa del Norte del CPP, Joel Campagna, dijo en
declaraciones a la agencia IPS que “casi todos estos asesinatos fueron
perpetrados con total impunidad.
Esto es parte de una tendencia en la que los periodistas
llevan la mayor carga de riesgo en este conflicto. El creciente papel de los
reporteros iraquíes se tradujo en un mayor riesgo, pues se convirtieron en los
ojos y oídos que informan sobre el conflicto”.
Por
otra parte, y al margen de si ésto alcanzó a salir o no en alguno de los
informes de ambas entidades, en la Unión Europea las cosas, a nivel medios, no
están muy claras últimamente. En España, por ejemplo, el gobierno socialista
de José Luis Rodríguez Zapatero, además de ejercer un solapado control sobre
la prensa –obviamente en mayor medida con la que no es adicta-, estaría a
punto de acrecentarlo dándole un tono “legalista” (si bien ninguna mordaza
a la prensa lo es aunque se la disfrace así) en cuanto el parlamento español
le apruebe ciertas medidas tendientes a ello. De todas maneras, pudo saberse que
los “servicios especiales” de Zapatero ya han “atendido” en algunas
oportunidades a sitios digitales independientes hackeándolos, en especial a
algunos que critican su administración y la forma tan contemplativa con que
trata, por ejemplo, tanto a la guerrilla de la ETA –los jueces han acortado en
mucho las penas a connotados terroristas de la misma, que están por salir en
libertad- como a la cuestión de los atentados de Atocha de marzo del 2004.
Mordazas latinoamericanas
En el capítulo dedicado a América Latina, RSF indica
que México ha superado a Colombia en cuanto al “país más peligroso”
en el continente para los trabajadores de prensa, recordando que dos periodistas
mexicanos, Dolores Guadalupe García y Raúl Gibb Guerrero, fueron asesinados, y
otro, Alfredo Jiménez Mota, está desaparecido. Al respecto la organización
agrega que “el crimen organizado, que con frecuencia disfruta de la
complicidad de las corruptas autoridades locales, tiene la culpa del deterioro
de la situación de la libertad de prensa en México”.
En
cuanto a Cuba, RSF señala que “es una de las mayores cárceles del mundo
para los periodistas”, junto con China, Irán, Etiopía, Eritrea y
Birmania, acotando que “con 24 periodistas cubanos condenados a penas de
entre 14 y 27 años de cárcel, Cuba ocupa el último lugar en libertad de
prensa en el continente americano”.
Respecto
de Colombia, para RSF la situación de seguridad de los periodistas es mala, y
cita el caso de la distribución de un video realizado aparentemente por un
grupo paramilitar, en el cual se identifica al reportero Hollman Morris y a
otros tres como “objetivos militares”. Por su parte, la organización
expresa que en Perú existe una “creciente atmósfera de intimidación”,
mientras que en Venezuela “el gobierno dispone de un arsenal legislativo
que incita a la prensa a autocensurarse”. Seguramente RSF no alcanzó a
incluir en su informe la reciente decisión del filocastrista presidente
venezolano, Hugo Chávez, de quitar la licencia a un medio decano de la radio y
televisión caraqueña como es RCTV-Radio Caracas Televisión.
Para
RSF, los países mejor valorados son Costa Rica, El Salvador, República
Dominicana, Chile, Uruguay, Bolivia y Argentina. Sin embargo, la inclusión de
Bolivia entre los “mejores valorados” parecería obedecer a cierta falta de
conocimiento de la real situación en ese país, ya que su presidente Evo
Morales -admirador de los “hermanos Macana”, Fidel Castro y Hugo Chávez-
está lanzando un ataque de nacionalizaciones y expropiaciones a todo nivel que,
probablemente en poco tiempo más, alcance a la prensa.
En
cuanto a la Argentina, RSF también parece carecer de un conocimiento acabado de
su realidad. En sus casi cuatro años de gobierno, el presidente Néstor
Kirchner, muy bien acompañado por su entorno, en el que no faltan algunos
personajes oscuros que trajo de su austral provincia, Santa Cruz, ha ido
tejiendo un entramado similar a una telaraña. Las moscas de turno son la mayoría
de los medios de prensa: algunos, los menos, le son adictos por decisión propia
y por sintonía ideológica; otros han sido “convertidos” en voceros del
oficialismo al ser comprados ya sea con generosos aportes de publicidad oficial
o por puntuales “sobres” para determinados periodistas de esos medios; están
los que, habiéndose ubicado inicialmente en “la vereda de enfrente” del
oficialismo, se han vuelto genuflexos por la dádiva de una larga concesión de
alguna licencia o por la “compra” lisa y llana mediante los sistemas antes
citados; y a otros que pueden definirse como independientes –aunque es muy difícil
la real existencia de medios totalmente independientes- o son sindicados como
“opositores” cuando no son complacientes con el gobierno, les son dirigidos
feroces ataques desde otros medios o directamente desde los estrados donde el
nervioso gobernante que vino del frío lanza combativos discursos, así el
motivo sea la inauguración de una escuela.
En
esta Argentina de hoy, donde el gobierno afila aún más sus espadas ante el año
electoral que tiene por delante, obsesionado con repetirse en el poder –no
importa que el próximo presidente, como dice Kirchner, sea “pingüino o pingüina”
en obvia alusión a su glamorosa consorte-, el único periodismo verdaderamente
independiente que existe se encuentra en diversos sitios de Internet –algo que
también está sucediendo en el resto del mundo-, donde puede hallarse información
objetiva y trabajos de investigación de primera línea. Ello teniendo en cuenta
que la administración pingüinera ha emitido un decreto, hace casi dos años,
por el cual quedan sujetas al control de la Inteligencia estatal todo tipo de
comunicaciones –telefónicas, por vía celular, Internet con sus correos
electrónicos, etc.-, un decreto que, tras las voces que se alzaron contra esa
medida, incluyendo el fallo de un juez por el cual “la correspondencia por
vía electrónica es tan inviolable como la postal”, iba a ser anulado,
aunque hasta ahora no hay noticias de que se haya hecho.
Homenaje a Anna
Al comienzo de esta nota se hacía referencia a que el
informe “Ataques a la prensa en 2006” mencionaba asesinatos de
periodistas en Rusia. Todos son aborrecibles, sin duda alguna, pero hubo uno que
lastimó mucho a todos los que ejercemos esta ocupación, a la que se ha
definido como un “sacerdocio” pero que hace largo tiempo se ha convertido,
en realidad, en un “martirologio”. Se trata del asesinato de la periodista y
escritora Anna Politkovskaya, a quien, como cierre de esta nota, le rendiremos
un modesto homenaje con un recuerdo sobre su trayectoria.
Anna
nació en Nueva York en 1958 ya que sus padres se encontraban allí como diplomáticos
destacados en las Naciones Unidas. Se graduó en periodismo en la Universidad
Estatal de Moscú en 1980, y su primer trabajo como profesional lo desarrolló
en el diario “Isveztia” (Noticias). A partir de junio de 1999 comenzó a
escribir su propia columna en la versión digital del diario “Novaya Gazeta”
(Nueva Gaceta), lo que no dejaría de hacer hasta su muerte.
Su
oposición al gobierno de Vladimir Putin, sus viajes a Chechenia para observar
“in situ” la guerra allí desatada entre las tropas rusas y el movimiento
separatista checheno, sumado ello al incansable trabajo que desarrolló sobre
los abusos y crímenes contra el pueblo checheno, que los sufrió desde ambos
bandos, hicieron que en menos de tres años escribiera tres libros: “Una
guerra sucia-Un reportero ruso en Chechenia”, “Terror en Chechenia”
y “La Rusia de Putin”. Se la acusó entonces de tomar partido por los
rebeldes, cuando en realidad también criticó las tácticas brutales de éstos.
Si
los dos primeros libros generaron la furia del presidente ruso y los oficiales
de su ejército, el último ya hizo transformar esa furia en un odio mortal. Una
palabra que desgraciadamente tomaría cuerpo en poco tiempo más. Por otra
parte, Anna Politkovskaya había participado como mediadora en la tragedia del
teatro Dubrovka, de Moscú, tomado por guerrilleros chechenos en octubre del
2002, donde finalmente murieron 129 rehenes y 41 secuestradores, gracias a que
las fuerzas rusas inundaron el teatro con gas venenoso.
Durante
la masacre de la escuela de Beslán, en la vecina y pequeña república de
Osetia del Norte, el 3 de septiembre de 2004, que había sido tomada dos días
antes por terroristas chechenos armados, se demostró otra torpeza de las tropas
rusas. Mientras políticamente se habían iniciado negociaciones para aliviar la
situación de los más de 1100 rehenes, ese día se produjo un cruento tiroteo
entre ambos bandos, mientras dentro de la escuela los incursores hacían detonar
explosivos, quedando un saldo de más de 300 muertos, 156 de ellos niños, unos
200 desaparecidos y cientos de heridos. Anna Politkovskaya se dirigía hacia allí
para intentar una mediación como lo había hecho antes en la tragedia del
teatro Dubrovka. Incluso, debido a tantas amenazas contra su vida, en el avión
llevaba su propia comida casera. Pero misteriosamente se descompuso y perdió el
conocimiento luego de ingerir un té que le fue servido en el vuelo, enfermando
gravemente lo cual le impidió llegar a ese conflicto.
Pero
los peligros para Anna habían comenzado bastante antes. En febrero del 2001 había
sido detenida, torturada y amenazada con ser violada, mientras los oficiales
rusos que la arrestaron le insinuaban lo que podrían llegar a hacerle a sus
hijos y la sometían a simulacros de fusilamiento. Se salvó gracias a dos compañeros
periodistas que informaron de su detención, logrando que se elevara un clamor
que permitió su libertad. Pero sus dos salvadores fueron ejecutados, pasando a
formar parte de la lista de más de 30 periodistas asesinados desde que Putin
gobierna Rusia.
Finalmente,
tantas amenazas para Anna se concretaron la fría tarde del 7 de octubre de
2006. Fue encontrada muerta de varios balazos en el ascensor del edificio donde
vivía, en el centro de Moscú. Para la edición del día 9 de “Novaya
Gazeta” debía entregar un artículo sobre la tortura en Chechenia, apoyado
con fotos, que nunca llegó a la redacción. La policía informó que junto a su
cuerpo se encontraron cuatro balas y una pistola, y las primeras informaciones
apuntaron a que se trató de un asesinato por encargo, ya que uno de los
disparos fue hecho en su cabeza. Por supuesto aún no está claro quién encargó
ese asesinato, y quizás no lo esté nunca, o al menos por mucho tiempo. Pero el
hecho de que ese crimen ocurriera el día del cumpleaños del presidente
Vladimir Putin es, para muchos, significativo.
En
sus libros, Anna trata solamente en dos oportunidades aspectos personales,
sorprendiendo por su franqueza. Habla por ejemplo de la soledad de los
periodistas y de lo incomprendidos que se sienten por quienes los rodean. En una
conferencia sobre el tema de la libertad de prensa organizada por Reporteros Sin
Fronteras en Viena, en diciembre de 2005, Anna decía: “La gente a veces
paga con su vida por decir bien claramente lo que piensa. De hecho, una persona
puede incluso ser asesinada por proporcionarme información. No soy la única
que está en peligro. Hay ejemplos que prueban lo que digo”.
La
organización “Reporteros Sin Fronteras” publica en su página web un
llamado a adherirse al pedido de que se forme una comisión investigadora
internacional para el rápido esclarecimiento del asesinato de Anna
Politkovskaya. Mientras tanto, en esta referencia a la periodista rusa brindamos
también nuestro homenaje a todos los periodistas que, a través de los tiempos,
dejaron su vida corriendo detrás de una sana ambición: la de, simplemente,
mantener informado al mundo.
A
todos aquellos para quienes la vida secreta de las palabras siempre tuvo como
corolario el saber develarlas, liberarlas y darlas a conocer aún a costa de su
propia vida.
Carlos Machado