Lo único predecible del kirchnerismo es que es impredecible, y su única coherencia es su incoherencia; y no es de ahora, lo es desde su génesis misma.
El kirchnerismo tiende -desde sus primeros meses de gobierno del mismísimo Néstor Kirchner- a establecer como principales temas en la agenda política lo que solo a ellos les interesa y no lo que a las necesidades del país y la sociedad se refiere.
Varios ejemplos de ello son la estatización de las AFJP, la "ley de medios K", las expropiaciones de YPF y Aerolíneas Argentinas y, como la más emblemática, la Resolución 125, sin olvidarnos de lo más ridículo: financiar el fútbol a través del "Fútbol Para Todos" solo para generar propaganda al mejor estilo nazi/fascista.
El sistema democrático consta de dos pilares fundamentales. El primero es discutir, tratar y solucionar los problemas de fondo; el segundo es cuales son las reglas por las cuales se discuten esos mismos problemas de fondo.
Nunca, durante los tres gobiernos anteriores del kirchnerismo estos dos pilares fueron respetados, y muchísimo menos en lo que va de este, el cuarto gobierno K.
Hoy, uno de los ejes centrales del gobierno es tratar de perjudicar en todo lo que se pueda a Horacio Rodríguez Larreta.
Evidentemente, al principio, la pandemia anestesió una dinámica de confrontación que no es nueva, pero que ahora está profundizada. Esto sucede por una puja de recursos que tiene a la Ciudad y a la Provincia de Buenos Aires como protagonistas, pero también están las provincias y los intendentes.
En medio de esta puja, se habla de la plata de Nación, de provincia o de la Ciudad, pero la plata es de los contribuyentes. El gran error es no tener en cuenta que de lo que se trata es de la plata que producimos los argentinos, pero no se habla de la calidad del gasto sino de quién se la lleva, y toda esta situación pergeñada por Cristina es muy grave, porque acá es una pelea del Estado contra los ciudadanos.
Los populismos tienen la necesidad de encontrar enemigos, y los enemigos son todos aquellos a los que les van mejor. Por eso mismo, el títere que hace las veces de presidente quiere que la policía de la Ciudad sea tan mala como la Bonaerense. No puede ser que los habitantes del Conurbano vean a la Ciudad de Buenos Aires más limpia, mejor cuidada, con un poquito más de riqueza y, fundamentalmente, con mejores servicios, especialmente la salud y la seguridad.
Este es un Gobierno que hasta ahora no solo ratificó todos sus errores, sino que además los está profundizando.
Pretenden cometer todos los errores de anteriores gobiernos y que les vaya mejor, e insisten en hacer todo lo que siempre salió mal, pero que esta vez salga bien.
Prueba de ello son algunas frases que dice en público el monigote que ocupa el lugar de presidente, como por ejemplo "cuando se termine la pandemia vamos a festejar la gente de bien" y hablar sin ponerse colorado sobre meritocracia, pero claro... convengamos que en este sentido se debe sentir identificado, ¿o acaso alguien podría enumerar cuales fueron los méritos de alguien tan incapaz como para ser puesto a dedo por Cristina en el cargo que hoy ocupa?
Ya se cumplieron 6 meses de cuarentena. Ahora bien... ¿para qué sirvió la cuarentena más larga del mundo?
En estos ya casi 200 días en los que se terminó de destruir la economía que ya venía en franca caída, el peor gobierno de la historia solo se dedica a tratar de reformar la justicia para su propio beneficio, remover a tres jueces que investigaron a Cristina, tratar de expropiar empresas como Vicentín, liberar presos comunes y, por supuesto a los de su propia banda y, como no podía ser de otra manera, convertir el cepo al dólar en un súper cepo.
Días atrás, Alberto, la marioneta de Cristina, dijo en un reportaje que de ninguna manera iba a devaluar, y devaluó de un plumazo el 35%, y este último viernes, en una nota brindada a la emisora Destape Radio aseguró que "desde el Gobierno se está haciendo lo que se prometió durante la campaña electoral" y que forma parte de “un proyecto de transformación que cuenta con el respaldo de millones de argentinos”.
Y otra vez, con la cara de piedra que lo caracteriza agregó: "Si nos critican por eso es porque estamos haciendo las cosas bien. Me preocuparía si los trabajadores y los dueños de las pymes me dijeran que estoy haciendo las cosas mal. Ahora si me lo dicen los dueños de los bancos, es que vamos bien”.
El kirchnerismo siempre se basó en 4 pilares fundamentales: desorientación, contradicción, la mentira y la venganza, y evidentemente, volvieron más kirchneristas que nunca.
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