Si el exceso de demanda de dólares en el mercado oficial no se modera y el BCRA no deja de vender dólares oficiales de las reservas, la situación podría ser muy crítica en los próximos meses.
El Gobierno de Alberto Fernández enfrenta una crisis cambiaria en su primer año de mandato, algo pocas veces visto en la historia económica argentina, en medio de una extensa cuarentena para combatir el Covid-19, una medida que no tiene precedentes por su extensión y profundidad.
Un reciente trabajo de la consultora M&S advierte que “el control de cambios no logra frenar el drenaje de reservas y la crisis cambiaria se puede resumir en tres problemas: 1) el superávit comercial sigue transformándose sólo parcialmente en oferta neta de dólares en el mercado cambiario, 2) con una oferta comercial tan restringida, los US$ 200 por persona por mes de atesoramiento, más las compras con tarjeta y por turismo, pasaron a ser un gran problema; y 3) las porosidades de las empresas se acumulan.
El trabajo destaca además que “las medidas recientes que apuntan a encarecer y/o trabar la demanda privada de dólares en el mercado cambiario oficial han provocado otro problema que es la caída de unos US$ 750 millones de los depósitos privados en moneda extranjera”.
El primer problema en el mercado cambiario oficial se originó fundamentalmente en el achicamiento del saldo comercial cambiario. A partir de abril (con la excepción de junio, en que se impusieron las restricciones), los pagos de importaciones se ubicaron por encima de los valores FOB embarcados: el ensanchamiento de la brecha cambiaria llevó inicialmente a que los importadores aumentaran su demanda de dólares y anticiparan pagos y a esto se añadió la caída del financiamiento de importaciones.
Además, hubo una fuerte retracción de las ventas de exportadores que cancelan deuda comercial. El superávit comercial cambiario pasó de un promedio de US$ 1.000 M en el primer trimestre a alrededor de US$ 300 M en abril y mayo. Las restricciones a importadores dieron vuelta el mercado cambiario de junio y el superávit comercial volvió a ser de casi US$ 2.000.
Con la “flexibilización” de las restricciones en julio nuevamente el saldo comercial cambiario volvió a estrecharse y en agosto fue de tan solo US$ 366 M. Esto contrasta fuertemente con el saldo comercial publicado por el INDEC que se ubica en torno a los US$ 1.600 M.
El segundo problema, explica el trabajo, es que es que con el dólar paralelo cerca de $130 y la brecha con el dólar solidario del 30%, en agosto continuó en aumento la cantidad de individuos que compraron los US$ 200 mensuales que habilita el control de cambios.
Se llegó un récord de más de 4 millones de personas comprando el cupo por lo que la demanda neta total de dólares para atesoramiento ascendió a US$ 750 millones. A esto se le debe sumar US$ 175 M de gastos con tarjeta y turismo, una demanda que a pesar de estar contenida por la pandemia venía siendo creciente el bajo nivel de reservas del BCRA.
El estudio de M&S describe que el tercer problema del mercado cambiario es la demanda de dólares de empresas que pasan por las porosidades legales del control de cambios. Prácticamente no hay ingresos de divisas, salvo un nivel ínfimo de inversión extranjera directa, que no llega a los U$S 100 M mensuales. Por otra parte, la cancelación neta de préstamos financieros es cada vez mayor: más de US$ 500 M por mes entre préstamos otorgados por bancos locales y del exterior.
Para restringir esta demanda el BCRA dispuso que aquellas empresas que entre el 15/10/2020 y el 31/03/2021 registren vencimientos de capital superiores a US$ 1 M por mes, podrán acceder al mercado oficial por sólo el 40% del vencimiento y el 60% restante deberán refinanciarlo (a 2 años) o cancelarlo con fondos propios. El gran problema del BCRA es que está con un nivel ínfimo de reservas para seguir interviniendo diariamente y el gobierno está metido en un complicado proceso de medidas con el objetivo de no devaluar para no tener impacto inflacionario pleno, pero hay muchas dudas con respecto al resultado final de las mismas.
En la crisis cambiaria de 2011, el kirchnerismo reaccionó aplicando el control de cambios. En la crisis de 2013 – 2014, cuando saltó la brecha al 70% devaluó 30% el dólar oficial. En tanto en la de 2015 para no devaluar se gastó todas las reservas propias del BCRA y además vendió más USD 5.000 millones a futuro para no devaluar.
Esta crisis muestra un cepo más rígido que el de 2011, una brecha mucho más alta y superior a la del 2013 -14 casi igual a la de fines del 2015 y el problema mayor es que al gobierno le restan tres años de mandato.
El primero y único problema que enfrentamos es tener a semejante NABO que Gobierna la Argentina. De ahí para abajo, un rejunte de INEPTOS mezclado con MALA GENTE.
El efecto secundario del que no se habla es que quienes están retirando desde hace MESES sus dolares en cajas de ahorro o en plazos fijos, los sacan DEL SISTEMA y no solo para sumar a los fondos del BCRA sino de las BASES IMPONIBLES PARA EL IMPUESTO A LOS BIENES PERSONALES. Este gobierno tiene un ESPIRITU TAN MARGINAL que trasciende a sus medidas y OBLIGA a que la sociedad, en su defensa, tome actitudes similares. ¿Y después le piden a los jovenes que se queden en el país? Para colmo vemos como EL GOBIERNO ha tomado posición respecto a apoyar el REGIMEN DE MADURO, ya que su rechazo al informe de Bachelet, lleva implicito el respaldo a todo lo actuado por esa dictadura.