“Dame alguna ilusión, yo te daré mi sueño para ponernos de acuerdo y disfrutar de los buenos tiempos”. (Canción de Marcela Morelo)
Historia propicia para este momento. El polaco Lee Strasberg, gran maestro de actores del siglo pasado, decía en su conocido Método que la peor respuesta para un actor es “no te creo”.
Bajo el sol neuquino, el Estado argentino tiró ayer toda la carne posible al asador: el mejor precio del mundo para el gas natural, un dólar más del que ofrece con toda la furia el Henry Hub de Lousiana.
Por lo pronto, el Plan Gas 4 ya ha tenido para CGC, YPF, Total, PAE, Wintershall, Pampa y Tecpetrol el primer efecto benéfico, que es el cobro de las acreencias por las compensaciones de la Resolución 46/17, que el gobierno, del ahora reaparecido Mauricio Macri, dejó de pagar a instancias de FMI de Christine Lagarde. Llevando entonces a Techint a las puertas del CIADI tras el planchazo a Fortín de Piedra. En estas bodas, donde hubo amor, deudas quedan.
Vaca Muerta es mucho más que el litio de Bolivia que nunca termina de arrancar y tal vez no lo haga jamás. Se parece al acordeón de Astor, el fuelle magistral que se estiraba lúdicamente tras la diáspora de notas.
La liturgia albertista, antes y a poco de asumir, decía que la Cuenca Neuquina, la siempre mentada y conflictiva minería metalífera y la agro industria (cuando los puercos para China eran apenas un rumor) serían pilares de la recuperación argentina.
Eso fue hace un siglo. Antes de la pandemia/cuarentena que ha barrido a casi 4.000.000 de empleos, sólo de los registrables, miles de PyMEs y empobrecido más al país. Muestra gratis: la capital de Neuquén, que recibió a Fernández, había vuelto a Fase 1 siete meses después del black-out nacional de marzo, que antes se aplaudía y ahora no.
Las curvas de fractura en Vaca Muerta se parecen un electro. Por expectativas y estímulos este año crecieron y decayeron, por la falta de señales energéticas y porque el cuadro macro de la Argentina se complicó, paradójicamente after bonistas.
Los popes petroleros avalaron el nuevo plan. Pero hubo tibios aplausos al interior del oil & gas, porque el embrollo económico es mayúsculo y la Argentina es imprevisible o lamentablemente predictible.
Nadie se acuerda de Sergio Lanziani. El joven Darío Martínez ha saltado al ruedo con una hiperkinesis como para estar en todas las tapas. El guiño de que su Secretaría se mudará a sus pagos puede abaratar o no la política, pero ese es un tema menor, mientras Dios, la Virgen y la billetera mayor estén en Buenos Aires. A Darío le tocó en bambalinas dar los números, lo que todos querían. Serían US$ 5.600 millones de ahorro fiscal, y volver a sacar gas a troche y moche. Dicen que Kristalina ya sabe y no objeta este derroche. La alquimia es bien argentina: falta definir el sendero doméstico de tarifas energéticas y cómo será el esquema exportador, llegado el caso.
Así es de versátil la cosa. En un santiamén pasamos de reabrir los ductos a Chile a volver a traer barcos de LNG a Escobar y refuerzos de fluídos de Bolivia. Para las productoras de gas, si hay mercados externos y las cuentas cierran, no hay problemas con la recesión argentina que llegó para quedarse. Al fin y al cabo, menos estrés en el sistema y también un problema menos para los despachos invernales y los entes reguladores.
Mejor no ir, o mejor ir si uno quiere entretenerse, a los buscadores de noticias. Allí hay imágenes de exultantes políticos y empresarios, más que ayer, mucho más, frotándose las manos con el gran tesoro de Vaca Muerta. Y reportajes en Añelo, imán de todos los sueños.
Pero Argentina es una manta corta, tanto que todo anuncio, aun cuando los hechos después rebajen su impacto, sirve para mover la aguja.
Vamos a poner la casa en orden, ha dicho Alberto y su comitiva ha debido gambetear, como en otras ciudades, a pancartas de empresarios pymes que quisieron mostrar a los medios que están fundidas.
La gran pregunta, tras sucesivos virajes de la política de subsidios, promociones, cepos y restricciones en la última década, si el Plan Gas 4 se sostendrá y cumplirá con la vigencia de su póliza.
Para los petroleros sabedores, US$ 3,70 no es el mejor precio del mundo sino una respetable compensación, como para volver a subir equipos.
No es sencillo. El celo sanitario ha complicado a la economía, los costos y la productividad. Quienes están trabajando lo hacen con otras ecuaciones y hoy con muchos obstáculos por la crisis monetaria y de comercio exterior, que el mismo día del anuncio el Neuquén se reflejó en otra norma del BCRA para regular importaciones y contener la sangría de los pocos dólares que quedan.
¿Revivirá Vaca Muerta? Es difícil imaginar plenitudes detrás de las promesas dulzonas. Y en la Argentina escasa, si se abre una ventana mejor es ventilar. No se sabe cuándo vendrá el próximo ventarrón.
Si FERNANDEZ ALBERTO no comprende que esas PROPAGANDAS OFICIALES no sirven para NADA,que se puede hacer. El tipo dice ir para un lado y la gente toma para el otro. Y si no lo ve, no lo interpreta ,que se puede hacer.