“La educación es, sencillamente, el alma de una sociedad pasando de generación en generación”. Gilbert K. Chesterton. (1874-1936).
La educación cumple una función doble: de reproducción y de innovación. Se encarga de transmitir el conjunto de los conocimientos, experiencias y valores de cada sociedad y sirve a la vez al desarrollo de las aptitudes individuales y colectivas indispensables para la prosecución del progreso. Aspira de este modo a favorecer la renovación de la sociedad, respetando los rasgos que conforman su genio íntimo.
Por otra parte, la educación está llamada en nuestros días a responder a dos desafíos fundamentales que ante ella plantean las realidades de la época: por un lado, abrirse a la dimensión mundial de los problemas de hoy, cuya complejidad aumentan sin cesar y, por otro, democratizarse para responder mejor a las necesidades y a las aspiraciones de los individuos en todas las épocas de su vida.
“Pensemos en la educación –decía John F. Kennedy. (1917-1963)- como el medio para desarrollar nuestras mayores habilidades, ya que en cada uno de nosotros hay un esperanza y un sueño que, de cumplirse, se traducirá en un beneficio para todos y hará a nuestra nación más fuerte”.
Nuestra realidad
La Argentina tiene más de 1100 Institutos de Formación Docente y 65 Universidades que capacitan a los docentes, pero hace más de una década que el 50% de los adolescentes argentinos no entienden lo que leen y más del 70% no es capaz de resolver un ejercicio simple de matemática. Por otra parte, existen niños de 7 y 8 años que no saben leer y escribir.
El sistema educativo argentino ha perdido fuerza, capacidad de reacción y energía para volver a construir un modelo de equilibrios. El problema de la educación se juega en cada aula, en cada escuela, con maestros y directores trabajando y autoridades que los apoyan, los asisten, que trabajan sobre los problemas, cuando existen y la escuela lo pide.
Estamos frente a un sistema que gasta más, pero que no logra traducir el aumento de recursos en resultados, y además, que sus actores no tienen una idea clara de ¿dónde están y para dónde van? Ahí está la clave.
El Ministerio de Educación no fija objetivos o los que fija no llegan, no lidera ni da direccionalidad al sistema, se ha perdido en una maraña de programas, muchos de los cuales no dejan muy claro qué pretenden y cómo se articulan con los otros, más allá de los esfuerzos realizados.
El gran desafío es articular un sistema federal, -dado que cada provincia tiene una realidad distinta- un modo de hacer las cosas, dando órdenes y sentido a cada región.
El nuevo sistema no es de órdenes de arriba, no es de directivas para cumplir, es de sentidos, ideas, metas, indicadores y un aparato que ayude a las escuelas a cumplirlas. De eso se trata el trabajo del Ministerio de Educación: objetivos, metas, indicadores, acompañamiento e intervención. Salir de la comodidad del escritorio y el aire acondicionado.
¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Cuánto cuesta? Estas son preguntas fundamentales, que nos ordenan y permiten organizarnos. Queremos que nuestros alumnos aprendan más y que cumplan con su ciclo de escolaridad prevista. Debemos trabajar para lograrlo, en cada escuela, con los chicos, padres, y comunidad. Y claro que importan las condiciones, la situación, el contexto social, es con todo eso, a partir de un diagnóstico, con apoyo y preocupándonos principalmente por superar las dificultades.
Formar individuos
La escuela primaria tiene más que ver con la idea de incluir, de que los chicos estén en la escuela y de formar individuos sociables, inteligentes, que tengan determinadas competencias. Y de hecho la primaria en la Argentina funciona bastante bien, pero el secundario es el problema más grande porque los chicos ya empiezan a ser autónomos y tienen la posibilidad de no asistir si no quieren porque difícilmente los padres los van a estar llevando de la oreja a la puerta del colegio.
El problema es que muchas veces el secundario, -hoy mucho más, bajo los efectos de la pandemia- dejó de motivar a los chicos porque en momentos de crisis económica, el chico puede sentir que no estar en el colegio le trae beneficios más inmediatos o mayores que los que puede darle el colegio, como ir a “trabajar”, estar con los amigos en la plaza o en la calle, y sabemos que esto no es bueno. Por eso, es importante que los colegios puedan mostrarles a los alumnos qué beneficios les va a traer terminar la educación formal y continuarla en la universidad o en el terciario.
El kirchnerismo desconoció o estigmatizó todo lo anterior a su gestión y atribuyó al "neoliberalismo" las más negras intenciones respecto de la escuela pública, mientras la palabra "inclusión" saturaba todos los discursos, instaló el plan Fines que resultó una estafa pedagógica, y muchos, en lugar de estudiar, aprendían a ser militantes de la causa.
El proceso de comprensión
Desde que Daniel Goleman popularizó con su libro “La Inteligencia emocional” la importancia de la emoción en el proceso de comprensión, en las escuelas se empezó a poner un poco más el acento en el estado emocional que los niños traen de su casa a la hora de entrar al aula y cómo esto influye en si aprenden o no. Pero muchas veces no tienen en cuenta que el vínculo con el maestro y los compañeros también está cargado de emocionalidad. Es lo que se llama “clima escolar”, que según los expertos a veces, en el proceso de enseñar y aprender, influye más que los contenidos que se ofrecen.
Padres ausentes
Una enorme cantidad de padres consideran que ser padres, no implica tarea ni compromiso alguno. Un detalle que no ha cambiado y que se desprende de mi experiencia como docente: el comportamiento de los padres con sus hijos influye en el comportamiento de éstos. Los chicos necesitan guía, reglas, límites claros, atención, afecto y acompañamiento.
Por otra parte, muchos padres están desprotegidos ante la crisis educativa. Un chico de clase alta o media alta o de padres universitarios puede llegar a recibir una buena instrucción de cualquier modo, vaya a una escuela buena o no tan buena, por su ambiente familiar, porque sus padres lo estimularán para que lea y mantenga su interés por aprehender; a ese chico le va a ir más o menos bien. Pero a un chico de familia no instruida, -que debe vivir otras realidades en el lugar que habita- con menos posibilidades económicas o culturales, si no recibe la instrucción en la escuela no la recibe en otro lado. Entonces son precisamente los sectores más vulnerables los que se ven más perjudicados ante esta situación.
De todas formas, vemos a diario que existe una crisis de valores en la sociedad: a muchísimos padres no les interesa el desempeño educacional de sus hijos y no demandan, ni al Estado ni a las instituciones, una mejor educación.
Estos meses de pandemia los docentes han logrado que, en lugar de continuar descalificando, e insultando, los valoremos e incorporemos a las escuelas personal capacitado para contener. Una vez que los alumnos estén “contenidos” por quienes saben hacerlo, las aulas se conviertan en lugares donde se construya aprendizaje con respeto.
Jerarquización docente
El Estatuto Docente debe ser revisado y ajustado para una nueva generación de alumnos y a nuevos desafíos de enseñanza que no están contemplados, que no contribuyen a la jerarquización de la profesión ni a la protección efectiva del buen docente.
En Argentina es muy común que los directores sean los maestros con mayor antigüedad y no según un criterio pedagógico o institucional.
El debate en torno a cómo debe ser un buen sistema educativo es uno de los que más controversia causa en las sociedades contemporáneas. Todos sabemos que es necesario un cambio, pero las reformas suelen estancarse en polémicos e intrascendentes debates sindicales.
En Argentina todos los docentes toman exámenes pero ponen obstáculos a la hora de ser ellos los examinados y el propio sistema no presenta la posibilidad de auto examinarse.
Los sindicatos son un problema, -en privado lo reconocen muchos dirigentes políticos- pero lo cierto es que parte del poder de los sindicatos se refleja en su capacidad de paralizar toda iniciativa que pueda llevar a establecer como prioridad para todos, el mejoramiento de los estándares en calidad de la educación y en prestación de los servicios que se esperan de los docentes.
El Diputado Alberto Asseff, Presidente del Partido UNIR y parte del Interbloque de Juntos por el Cambio, presentó un proyecto de Ley para que se declare a la Educación como servicio público esencial. También deberían contemplar que, obstaculizar el dictado de clases -primaria, secundaria, terciaria o universitaria- debería ser considerado Traición a la Patria, por estar contra los DD.HH. de niños y jóvenes que, además, representan el futuro de la Nación.
En la Universidad
En los claustros universitarios, el ingreso gratuito, irrestricto y sin reglas de regularidad es una combinación cuyas consecuencias preanuncian un futuro nada prometedor para la educación superior, donde los alumnos debían aprobar por lo menos dos materias por año. Tales beneficios son banderas de los dirigentes estudiantiles, que ahora no necesariamente van a ser alumnos con un número mínimo de materias aprobadas. Es posible aventurar que siempre habrá muchas marchas y manifestaciones en reclamo de menores exigencias, fomentadas por quienes ya no deberán al menos acreditar requisitos mínimos de regularidad.
Las estadísticas demuestran que sólo 26 de cada 100 estudiantes universitarios logran graduarse en nuestro país, lo cual demuestra que el actual sistema arrastra muy serios problemas, dado que la gran mayoría de los recibidos, son extranjeros. Es una hipocresía sostener que la enseñanza integra socialmente cuando es tan alto el número de fracasos. En esos términos la educación no resulta ni inclusiva ni equitativa.
La palabra meritocracia, muy criticada por el falso progresismo, significa aristocracia del mérito, que en todo caso es una superación de la aristocracia de la sangre o del privilegio de cuna. Pero está deslegitimada la idea de la competencia por aprender, por el conocimiento. Y se da por sentado que el pobre no puede aprender.
Las redes sociales
Internet puede ser descrita como recurso didáctico en las aulas a través de tres metáforas: Internet como biblioteca, Internet como imprenta e Internet como canal de comunicación. Es en Internet como imprenta –por mi formación profesional- donde pretendo enfatizar las posibilidades que ofrece la Red. En esta forma de usar Internet se incluye el aprendizaje de nuevas habilidades paralelas a los objetivos educativos. Se puede mejorar la escritura, se aprenden a utilizar programas de edición de imágenes, vídeos, sonido, a publicar en un blog, a trabajar en grupo y a usar Internet de una manera participativa y dentro del concepto de Web 2.0.
Las computadoras, el cable de fibra óptica e Internet han nivelado el campo de juego económico, creando una plataforma mundial en la cual más trabajadores pueden conectarse. El capital ahora fluirá con mayor velocidad que nunca para extraer el talento más productivo dondequiera que este se encuentre, así que cada país se está esforzando por actualizar su base de talento humano.
La situación de la educación en la Argentina es crítica. Eludir el debate de temas importantes para preservar supuestas o reales cohesiones políticas o ideológicas es fatal. La educación, tienen que entender los dirigentes políticos, sindicales y empresarios con visión de futuro, debe apuntar al desarrollo humano, a generar personas, a orientar y ayudar al ser humano en sus decisiones en todas las etapas de su vida. Los docentes son el factor crítico para lograr mejor educación, jerarquizar y revalorizar su función es una necesidad y este es un momento propicio para discutir un nuevo modelo educativo.
Y para finalizar tres frases del Dr. Manuel Belgrano (1770-1820):
“Sin educación, en balde es cansarse, nunca seremos más de lo que desgraciadamente somos”
“El estudio de lo pasado enseña cómo debe manejarse el hombre en lo presente y por venir”
“El maestro de escuela debe ser bien remunerado por ser su tarea de las más importantes de las que se puedan ejercer”.
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