Una de las mayores preocupaciones que evalúan tanto en los Estados Unidos como en el ámbito doméstico, son los enormes costos que se están contabilizando como consecuencia del monumental ajuste puesto en marcha por la administración de los Fernández. Por supuesto, una cosa es la retórica y otra los hechos, que viven una vez más un divorcio irreconciliable en esta cuarta edición del kirchnerismo.
Aquellos que creyeron en la propuesta de los “renovados” Fernández se sienten profundamente decepcionados. Este ajuste le permitió a la Casa Rosada, licuar el exceso de gasto en términos reales, y colocó los costos internos en niveles paupérrimos. En los niveles actuales, el salario mínimo vital y móvil vale apenas 100 dólares, mientras que el salario promedio de la economía se ubica levemente por encima de los 200 dólares, un nivel de pauperización que se iguala con sus pares latinoamericanos.
Un trabajador soltero que gana 300 dólares paga impuestos a las ganancias, y uno casado con hijos que gana 400 dólares también. El ajuste fue tan brutal por su violencia que deja a la economía profundamente hundida en una ciénaga, en especial, si todas las apuestas a una recuperación económica están cifradas al consumo interno.
Si bien esta licuación salarial beneficia a los productores locales cuyos costos laborales los ubica entre los más baratos de la región, la devaluación deja a las empresas con el valor de sus activos por el piso. Los índices de capitalización bursátil se encuentran entre los más bajos en términos históricos y sólo apenas por encima de los días posteriores al crack down de la Convertibilidad, la hiper de Alfonsín o los días anteriores al Rodrigazo.
A modo de ejemplo, el “lujo” que se dio el gobierno al dejar ir a Mercado Libre implica prescindir de contar con una empresa que vale 60.000 millones de dólares. A cambio de ello, se quedó con la soberanía energética de YPF por la cual pagó 10.000 millones de dólares y hoy sólo vale el 10% de esa suma.
Hay empresas muy competitivas en la Argentina, con proyección global, sanas financieramente, que podrían ser compradas por apenas 600 u 800 millones de dólares.
Los errores del kircherismo muestran no sólo impericia en el manejo de los negocios sino también un alto costo en el valor de los activos.