“Las mejores marionetas no siguen la voluntad de quien las maneja, sino que la anticipan”. Fabiano Massimi
No voy a analizar en detalle el tan lamentable fallo del martes de la Corte Suprema -¡honor a Carlos Rosenkrantz, que no aceptó firmar ese triste y confuso engendro!- pues ya lo han hecho todos los grandes constitucionalistas y los mejores analistas políticos en diarios, revistas, radio y televisión. Sólo diré que los cuatro magistrados que lo suscribieron (Ricardo Lorenzetti, Juan Carlos Maqueda y Horacio Rosatti, a quienes se sumó Elena Highton de Nolasco) enterraron a la Constitución y a la división de poderes que ella establece y garantiza y, así, dieron la razón al Talmud cuando en él se escribió hace miles de años: “Desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser juzgados”.
El adefesio que emitieron pretende, infructuosamente por cierto, quedar bien con Dios y con el diablo, traducido en que mantiene a los jueces en sus cargos hasta tanto se substancien nuevos concursos. En condiciones normales, ese trámite implica muchos años de demora pero, en la Argentina K, tan apurada en resolver los problemas judiciales de su dueña, urgida además por una probable derrota en las elecciones del año próxima, no es así. Ya el Consejo de la Magistratura, colonizado por sus esbirros, a los cuales apoyó para generar esta crisis la lavagnista Graciela Camaño, comenzó a acelerar y, según las palabras de su Presidente, Alberto Lugones, pretende tener el tema resuelto en seis meses.
Cuando sea que terminen los concursos, será el propio Consejo quien determinará la terna que se presentará a Alberto Fernández para que éste opte por uno de los candidatos y envié el pliego al Senado. Como se ve entonces, la mayoría de los jueces supremos no sólo creó una nueva categoría de magistrados –los 74 “interinos”- sino que dejó todos los resortes, prácticamente, en manos de Cristina Fernández. El resultado final, pensando que la PresidenteVice necesita agregar a la absolución de la historia –que dice tener- la de los tribunales terrenales, está casi cantado.
Los altos jueces deberían saber que el kirchnerismo está respirando en la nuca de todos ellos; en efecto, esa otra aberración, la famosa “comisión Beraldi” presentará este mes a quien dice ejercer el poder su recomendación acerca del número de miembros y del modo de funcionamiento de la Corte. ¿Estarán allí los treinta denarios de la infamia?
Esta Corte que la política bastarda nos ha impuesto aún tiene una oportunidad para reivindicarse frente a la ciudadanía; le bastaría con resolver ahora mismo la inconstitucionalidad (decretada por la Cámara Federal Contencioso-Administrativa hace nada menos que cinco años) de la modificación en la composición del Consejo de la Magistratura, devolviéndola al formato original que le dio la Constitución de 1994. Si lo hiciera, recuperarían peso los estamentos profesionales (jueces y abogados) y lo perderían los representantes de los poderes Legislativo y Ejecutivo.
Por su parte, el Presidente Pinocho agregó otras perlitas a sus incontables antecedentes de mentiroso serial: nuevamente condenó a los “ricos” (quienes invierten y crean trabajo) y muy suelto de cuerpo, insistió con la necesidad de una reforma judicial; afirmó, jocosamente, que no la pedía para nombrar jueces amigos. Pretendió que nos olvidáramos que, para integrar la Cámara Nacional Electoral, privilegió a Raúl Bejas, un esbirro de Juan Manzur, su cómplice Gobernador de Tucumán, en injustificado perjuicio de Alejandra Lazzaro, que había obtenido mejores calificaciones y que, por ser mujer, le hubiera permitido equiparar géneros –otra manía K- en ese tribunal; su designación fue aprobada el jueves por el Senado.
El otro ineludible tema de la semana es la elección presidencial entre Donald Trump y Joe Biden; tampoco me extenderé sobre esto, en especial porque la moneda sigue en el aire, y sólo diré que, lamentablemente, ya hubo un claro perdedor: los propios Estados Unidos. Parece que la grieta se ha transformado en nuestro principal producto de exportación, porque también ya la padecen España, Gran Bretaña, Brasil y muchos más; la generación a la que pertenezco se está despidiendo de la vida, pero el legado que dejará a sus hijos y nietos con certeza no será de los mejores.
Para concluir, mi enérgico repudio a los gremios de los ¿trabajadores de la educación?, encarnados en ese horrible personaje llamado Roberto Baradel, y su reticencia a volver a las aulas invocando presuntos peligros sanitarios vinculados a la pandemia. Pero más me repugna la actitud del Gobierno nacional, que tolera este disparate tan inmensamente costoso, en especial para los más desprotegidos.
Por todas esas razones y muchas otras, mañana (#8N) a las 1700 hs., volveremos a las calles y plazas de todo el país para expresar nuestra profunda disconformidad ante las manifiestas violaciones a la Constitución, la pérdida de la independencia de los poderes y la carencia de Justicia, la persecución a los jueces díscolos y la impunidad de la corrupción, la toma de tierras promovida por el Gobierno, la decadencia de la educación pública, la inseguridad cotidiana y la proliferación del narcotráfico.