La transición en Estados Unidos se sumió aún más en la incertidumbre luego de que el presidente Donald Trump bloqueara el proceso de traspaso del poder al mandatario electo Joe Biden y de que su fiscal general autorizara al Departamento de Justicia a investigar si hubo fraude en las elecciones de este mes.
Algunos republicanos, entre ellos el líder de la bancada del Senado, Mitch McConnell, cerraron filas tras los esfuerzos de Trump de disputar los resultados electorales, luego de que pocos legisladores oficialistas reconocieran el lunes la victoria de Biden u objetaran otra polémica decisión del presidente: echar al jefe del Pentágono, Mark Esper.
Los acontecimientos profundizan las dudas sobre si Estados Unidos podrá en esta ocasión atravesar el tipo de transición ordenada que lo ha caracterizado históricamente.
El Colegio Electoral tiene previsto confirmar oficialmente el triunfo del demócrata Biden el 14 de diciembre, allanando el camino para que asuma la Presidencia, el 20 de enero.
Proyecciones de los medios en base a resultados oficiales muestran que Biden, de 77 años, y su vicepresidente electa Kamala Harris tienen una ventaja insuperable con el escrutinio finalizado en casi todo el país. Y aunque la certificación de los resultados finales puede demorar semanas, no se esperan cambios importantes.
El lunes por la noche, el fiscal general y secretario de Justicia, William Barr, autorizó a cualquier fiscal federal a investigar "denuncias significativas de irregularidades en el voto y en el conteo", pese a que no existen denuncias extendidas de anormalidades más que las de fraude que, sin mostrar pruebas, lanzó Trump desde la noche misma de los comicios.
De hecho, funcionarios electorales de ambos partidos manifestaron públicamente que la votación transcurrió sin problemas, y observadores internacionales también confirmaron que no hubo irregularidades serias.
El jefe de los abogados del equipo de campaña de Biden, Bob Bauer, dijo que el memorándum por el que Barr autorizó investigaciones "sólo alimentará las afirmaciones especiosas, caprichosas o inverosímiles contra las que profesa protección", informó la cadena CNN.
El jefe del servicio responsable de delitos electorales, que supervisa las investigaciones de fraude, Richard Pilger, anunció su renuncia "después de estudiar las nuevas reglas y sus ramificaciones", según dijo.
Habitualmente, las investigaciones de fraude son competencia de los estados, que establecen sus reglas.
La política hasta ahora del Departamento de Justicia ha sido de esperar que los recuentos de votos estén certificados, se complete el recuento y que ya hayan concluido las elecciones antes de implicarse.
Biden, en tanto, sigue adelante con los preparativos de su futuro Gobierno, y el lunes nombró a un comité de científicos que encabezará la lucha contra el coronavirus.
Pero el organismo federal que debe dar la luz verde al inicio de la transición se abstuvo hasta ahora de dar ese paso.
Mientras la Administración de Servicios Generales (GSA), cuya jefa fue designada por Trump, no notifique que Biden es el presidente electo, no pueden entregarse las oficinas y los fondos para el proceso.
Un vocero de la GSA dijo la noche del lunes que aún no había habido una "comprobación" fehaciente del ganador e insinuó que no pondría en marcha la transición hasta que Trump acepte su derrota o hasta la reunión del Colegio Electoral del mes que viene.
Trump permanecía en la Casa Blanca y continuaba sin mostrarse en público, en medio de conversaciones en curso sobre cómo pasará los próximos días y semanas mientras disputa el veredicto de las urnas.
Varios allegados al presidente no identificados citados por CNN y otros grandes medios del país afirmaron que el mandatario no prevé aceptar formalmente la victoria de Biden, algo que es una costumbre, no una ley que deba cumplir, pero que probablemente dejará vacante la Casa Blanca, aunque a regañadientes, al cumplir su mandato.
Además, mientras el mandatario republicano sigue negando su derrota, la Casa Blanca lanzó una purga de funcionarios a los que ve como insuficientemente leales.
Se espera que la destitución de Esper, el secretario de Defensa, sea el primera de una serie más larga de despidos ordenados por Trump, ahora liberado de tener que enfrentar otra vez a los votantes y molesto con aquellos a los que percibe como fieles en estos momentos de deriva.
Los directores del FBI y de la CIA, Christopher Wray y Gina Haspel, respectivamente, y el principal epidemiólogo del Gobierno, doctor Anthony Fauci, podrían ser los siguientes en caer en desgracia.
El presidente recibió la noche del lunes un espaldarazo a su pelea de parte de McConnell.
"Tenemos en su lugar el sistema para considerar este tipo de temores (de fraude), y el presidente Trump está ciento por ciento en su derecho de investigar denuncias de irregularidades y de sopesar sus opciones legales", dijo McConnell en el Senado.
El líder de la bancada demócrata, Chuck Schumer, respondió que la negativa a aceptar los resultados era "extremadamente peligrosa, extremadamente venenosa para nuestra democracia".
Un senador republicano felicitó a Trump y otra habló de su "aparente victoria", pero el resto de los legisladores del partido han guardado silencio sobre los comicios, teniendo en cuenta el enorme apoyo que cuenta el presidente entre los seguidores más ardorosos de la agrupación.