Hay cosas que los gobiernos K no pueden evitar. De cualquier cosa hacen un relato épico. Ayer fue otra vez el caso de Aerolíneas Argentinas. A raíz del vuelo a Moscú dispuesto para transportar la vacuna Sputnik el gobierno y los sindicatos dueños de Aerolíneas montaron un espectáculo destinado a manipular sentimientos patrioteros.
Una multitud de tres tripulaciones para un vuelo sin pasajeros se exhibió solemnemente con pancartas al pie del avión. La empresa aérea que acumula 12 años al hilo de déficits multimillonarios hizo bordar barbijos especiales con la leyenda “Operación Moscú”, como si preparara una nueva invasión napoleónica.
El jefe de Gabinete lo consideró un “viaje histórico”, gracias a que Argentina tiene una “aerolínea de bandera”, el eslogan propagandístico que nadie sabe qué significa y que se usa desde la dictadura militar para justificar los desaguisados financieros de Aerolíneas.
¿En qué creerá Santiago Cafiero que se trasladan los millones de dosis de vacunas en todo el mundo donde no hay aerolíneas de bandera? ¿En carretas? ¿En bicicleta? El espectáculo que da el gobierno batiendo un parche patriotero por un simple viaje a Europa es lastimoso.
Recuerda al uso propagandístico que hacía la dictadura. En 1980 Aerolíneas Argentinas publicaba con orgullo avisos en los diarios que decían: “Hoy traemos al presidente Videla desde China a Buenos Aires por la ruta transpolar”. “El viaje presidencial ratifica la condición de nuestro país de interlocutor válido con todos los países del mundo”, decía la empresa estatal, puesta al servicio de un dictador que había acumulado casi 10 mil desaparecidos en los centros ilegales de tortura.
Por supuesto que hay diferencias sustanciales entre este gobierno legítimo que no viola derechos humanos y aquella dictadura infernal. Pero la vocación de usar el Estado para ensalzar un gobierno mediocre es lo que nunca cambia en Argentina.
Lo mismo que el intento constante de manipular los sentimientos nacionales para transformarlos en patrioterismo sensiblero al servicio de grupos que viven de eso, como es el caso claro de los sindicatos que son dueños de Argentina excepto cuando hay que cubrir las pérdidas. Este año Aerolíneas va a necesitar que el Estado le ponga 700 millones de dólares para cubrir su déficit. Ese es el cálculo optimista. Qué Moscú ni Moscú.
Mientras, los patrióticos gremios de Aerolíneas dijeron el lunes que el aumento salarial que les ofreció la empresa luego de 8 meses sin volar es una “incitación al conflicto”. Agarrate catalina.
Acá, 700 millones de dólares parecen chirolas. Nos han hecho creer que todo es poco si se trata de salvar una “aerolínea de bandera” que, luego de tantas décadas de propaganda hemos misteriosamente identificado con la Nación.
En países mucho más ricos que el nuestro, en cambio, 700 millones de dólares rinden mucho más: por ejemplo, esa cifra equivale a más de un tercio del contrato que el gobierno de Estados Unidos firmó en julio con Pfizer para que a fin de año el laboratorio empezara a proveerle 100 millones de dosis de la vacuna contra el coronavirus. Fue uno de los empujones clave para desarrollar la primera vacuna del mundo.
Acá, 700 millones apenas sirven para cubrir el déficit de un año de una empresa que se usa para la propaganda. Eso sí, con mucho bombo patriotero y chauvinista, todo relatado por Víctor Hugo. Una opereta que a algunos los enorgullece. Y que a otros les da una enorme vergüenza ajena.