La Argentina necesita a Estados Unidos mucho más que lo que Estados Unidos la necesita a ella. Sobre todo para poder arreglar con el FMI. La llegada del nuevo presidente, Joe Biden, es una oportunidad de empezar de cero, con buena onda. No hace falta que nadie se agache. Basta ser claro, frontal y cortés.
Pero el canciller argentino, Felipe Solá, no pudo encarar algo tan elemental. Y anteayer metió la pata en el día 1.
Solá tenía solo un trabajo que hacer: felicitar a Biden. Y lo hizo, a través de un tuit oficial de la Cancillería. Pero lo hizo mal. Porque, en el mismo tuit dijo que espera “que se respete los organismos multilaterales y que no se apueste a la desunión de nuestras naciones como en la etapa anterior”.
Así. El tuit no precisa quién es el que no respeta la multilateralidad, ni cuál es la apuesta a la desunión ni cuál es la etapa anterior.
Es una especie de reproche inoportuno, mezcla de advertencia y chicana, pero en un lenguaje vago y ambiguo, muy impropio de la precisión diplomática pero muy propio de un canciller que no habla idiomas pero que, aparentemente, tampoco se maneja muy bien con el castellano. Es otra perla de improvisación y cualunquismo en el collar del canciller Solá, que ya nos tiene acostumbrados.
Pero, sobre todo, el tuit de la Cancillería reitera una costumbre bien argentina. Aislado, ensimismado en su propio pupo, rústico e ignorante del entorno, el populismo argentino tiene una larga tradición: cuando habla con el resto del mundo, casi nunca habla de verdad con el resto del mundo. Las demás naciones, los demás presidentes, suelen ser apenas una excusa para hablarle al tablón, a la tribuna interna, para demagogear un poco, bah.
Eso explica el tuit tosco, berreta, primitivo de la Cancillería. No queda otra que felicitar a Biden, lo imponen las reglas y además el tipo todavía no nos hizo nada y lo necesitamos. Pero no sea cosa que se los antiimperialistas de cabotaje, los progres sentimentales, los nacionalistas trasnochados o el Instituto Patria sientan que hemos cedido la soberanía por saludar a Biden. Entonces al saludo se le agrega alguna frase que acá adentro suene bien machota, que deje en alto nuestro chauvinismo, aunque eso después obligue al presidente Alberto Fernández, como sucedió, a salir a bajar el tono, a mostrar una cordialidad razonable que no implica entregarle la Patria a nadie.
Los empleados de baja categoría del Departamento de Estado de los Estados Unidos que recibieron el tuit de Solá deben estar preguntándose todavía a qué “apuesta a la desunión” se refiere a la Argentina. Y tal vez alguno, con un poquito más de experiencia, que les debe decir a sus colgas: “Dejen nomás, no le den importancia ni pierdan el tiempo. Son cosas de argentinos”.