El nuevo affaire protagonizado por la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, con su falsa denuncia sobre un supuesto pedido de "retornos" del Gobierno a la compañía farmacéutica Pfizer dejó al desnudo el intento del ala dura de Juntos por el Cambio (JxC) de radicalizar la discusión pública como estrategia electoral pero el fracaso de la maniobra abrió nuevas grietas en la alianza opositora.
Con escasos apoyos en JxC -apenas un puñado de dirigentes del riñón de Mauricio Macri la respaldaron- y con presentaciones judiciales en su contra en el horizonte, Bullrich debió enfrentar en soledad las consecuencias de su aventurada denuncia, en la que intentó involucrar al Gobierno en un caso de sobornos relacionado con la compra de vacunas al laboratorio estadunidense.
Ante el silencio de los dirigentes más encumbrados del PRO, como Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, la exfuncionaria fue duramente criticada por dos de los máximos referentes de Juntos por el Cambio: Elisa Carrió y el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, quienes le reprocharon acusar "sin pruebas", agitar la "violencia colectiva" y "profundizar la grieta", en el difícil contexto de la segunda ola de contagios de coronavirus.
Denunciante denunciada
La situación para Bullrich se complicó aún más esta semana a raíz de una investigación periodística que reveló las reuniones que habría mantenido durante su gestión como ministra de Seguridad del gobierno de Mauricio Macri con quienes fueron procesados por el juez federal Alejo Ramos Padilla por estar vinculados a una organización paraestatal dedicada al espionaje ilegal y la extorsión.
El domingo pasado, en una entrevista con el canal La Nación+, Bullrich declaró: "(El exministro de Salud) Ginés González García dijo que para firmar un contrato con Pfizer tenía que haber un intermediario, que es el mismo de AstraZeneca, Hugo Sigman. Y Pfizer le dijo que no se podía. La actitud de González García fue intentar tener un retorno. Eso el Presidente no lo ignoraba".
Pocas horas después, el laboratorio desacreditó sus dichos con un comunicado en el que aseguró: "Pfizer no ha recibido peticiones de pagos indebidos en ningún momento. Por otro lado, la compañía no cuenta con intermediarios, distribuidores privados o representantes para la provisión de la vacuna COVID-19".
Pero pese a la contundente desmentida, Bullrich volvió a la carga desde su cuenta de Twitter para remarcar: "El comunicado de Pfizer no niega nada de lo que yo digo. Por lo tanto, yo reafirmo mis dichos".
En un intento por contener el escándalo, que provocó una catarata de críticas por parte del oficialismo pero también de espacios opositores minoritarios, Bullrich volvió sobre sus pasos y 24 horas después de la imputación al Ejecutivo intentó desdecirse.
En su nueva versión, dejó de mencionar las supuestas pretensiones de "retornos" y declaró que, en realidad, el Gobierno buscaba sumar "un intermediario nacional", algo que también fue desmentido por el laboratorio estadounidense.
La operación mediática, develada por Pfizer, tuvo la inmediata reacción del presidente Alberto Fernández, quien el mismo lunes anunció que iniciaría acciones legales contra la exministra de Seguridad porque "la convivencia democrática no puede autorizar que la injuria y la mentira se conviertan en una práctica admitida".
La denuncia civil por "difamación y delitos contra el honor" contra Bullrich se concretará el próximo lunes, a través de una presentación que realizará el abogado Gregorio Dalbón en representación del jefe de Estado.
También recayó sobre la titular del PRO otra denuncia, presentada ante la Justicia Federal por el Ministerio de Salud que comanda Carla Vizzoti, y sumó además una carta documento enviada por el exministro González García para que se retracte "pública, lisa y llanamente de sus afirmaciones injuriosas y calumniosas efectuadas en su contra".
Lo cierto es que la aventura de Bullrich abrió nuevas grietas en el bloque opositor que integran la UCR, el PRO y la Coalición Cívica, y tensó aún más la puja interna de cara a las elecciones legislativas de este año y las presidenciales del 2023.
Por lo bajo, muchos dirigentes de JxC piensan que las reiteradas y resonantes definiciones lanzadas por la exministra de Seguridad en sus incursiones mediáticas pueden "llevarse puesto a todos" y complicar los intereses electorales de la coalición.
Las Malvinas
Todavía resuena en muchos de sus dirigentes otro de los escándalos protagonizados por Bullrich, cuando tiempo atrás sugirió, jocosa, en un set televisivo que el Gobierno "podría haberle dado" las islas Malvinas a Pfizer como "seguro de caución" para concretar la provisión de sus vacunas, una definición que, según sus críticos, hubiera "abortado" la proyección presidencial de un dirigente en cualquier país del mundo.
La presidenta del PRO mantiene pese a todo un alto perfil mediático mientras insiste en su búsqueda de representar el ala más intransigente de la oposición: el viernes por la tarde se abrazó con el policía Luis Chocobar delante de las cámaras, en los Tribunales de Comodoro Py, luego de que el agente fuera condenado a 2 años de prisión en suspenso, y le dijo: "Vamos a seguir luchando, te lo merecés".
Las incursiones de Bullrich y su estrategia de híper-confrontación pero sobre todo sus denuncias, no son del agrado de Carrió, quien se inclina por el tándem Horacio Rodríguez Larreta-María Eugenia Vidal para el turno electoral de 2023.
Esta semana, la fundadora de la Coalición Cívica salió por varios medios a criticar a Bullrich por su falsa denuncia, le marcó la cancha a sus aspiraciones presidenciales y, de paso, se ocupó de firmarle el acta de defunción política al expresidente Macri.
Se sabe, Larreta ya tiene puesto el traje de candidato presidencial y, al mismo tiempo, Vidal aún no definió si se postulará a diputada nacional por la CABA, puesto que también busca Bullrich como plataforma a la pelea por la Casa Rosada en 2023.
Carrió
"Tiene que presentar las denuncias", dijo Carrió el lunes, al desmarcarse de la fallida operación mediática orquestada por la titular del PRO.
Sobre su relación con el expresidente aseguró: "Yo lo quiero, vivo sin rencores" pero dejó claro que para el próximo turno presidencial "no volvería a apoyar a Mauricio Macri" porque "hay que dejar lugar a las nuevas generaciones".
La jefa de la Coalición Cívica no se quedó ahí y cargó contra la estrategia de radicalización del ala dura: "No me inscribo con las críticas de Patricia Bullrich y, a veces, de Macri" al manejo de la pandemia por parte del Gobierno, subrayó.
A diferencia de Macri y Bullrich, Carrió dice que no comulga con la idea de tensar la conveniencia entre Nación y Ciudad en un contexto atravesado por la segunda ola de coronavirus y por la fatiga que muestra una parte de los simpatizantes de JxC ante la confrontación política dura, como quedó demostrado con la escasa convocatoria de las últimas marchas opositoras.
En tanto, frente al silencio del grueso de los radicales, el gobernador jujeño Gerardo Morales apuntó a la exministra de Seguridad por su denuncia vinculada a Pfizer y aconsejó "tener cuidado, y en todo caso hablar con pruebas concretas" tras lo cual pidió "tratar de parar en un punto" con lo que definió como la "profundización de la grieta".
Al igual que Carrió, Morales buscó deslegitimar la posibilidad de un retorno de Macri a la Casa Rosada: "Yo tampoco acompañaría a Mauricio Macri en un nuevo intento, más allá de que no me inscribo en quienes lo quieren jubilar", dijo y avisó que "habrá candidatos radicales" compitiendo en las presidenciales de 2023.