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¿NEGOCIADOS A FUTURO?

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INJUSTIFICABLES PROYECTOS FARAÓNICOS
INJUSTIFICABLES PROYECTOS FARAÓNICOS

    Si en esta Argentina de hoy a alguien le dicen que entre los años 2010 y 2016 -como homenaje a ambos bicentenarios, el de la Revolución de Mayo de 1810 y el de la Independencia alcanzada en 1816- se encontrará frente mismo a la ciudad de Buenos Aires, en medio del Río de la Plata , con una monumental construcción en la que se destacará un edificio que, con sus 1000 metros de altura, pasará a ser el más alto del mundo, seguramente el receptor de esa novedad mirará a su interlocutor con una sonrisa socarrona y le dirá, poco más o menos, que “a otro con ese cuento”. Para esa persona, y para muchísimas más, la situación por la que atraviesa el país no da para que vuelva a pensarse en proyectos faraónicos ni mucho menos.
   
El gobierno se ufana de una economía “en constante crecimiento”, pero que es más aparente que real y que muestra como contracara la realidad de un empobrecimiento cada vez más ascendente de la población, la agudeza del desempleo y de la inflación desenfrenada de los productos básicos para la subsistencia, lo cual no puede ser disimulado por los índices que miente el INDEC desde que la administración kirchnerista lo usurpó para dibujar resultados exageradamente irrisorios, sólo destinados a la etapa preelectoral que precede a los comicios presidenciales de octubre. A ello se suman otras brasas calientes como, además de la asoladora inseguridad constante ante el delito -cuyos responsables pretenden hacerla pasar como una simple “sensación”-, la inseguridad jurídica, los crecientes reclamos salariales de docentes, estatales y otros sectores laborales, con un virtual estallido social en varios puntos del país, y las crisis de energía y combustibles, entre otras.
   
Por todo ello y otras cuestiones que sería extenso enumerar, el país no está bien. No están bien el país y su gente como para que, en aras del progreso y la modernidad, le presenten alegremente un proyecto digno de los ricos emiratos árabes, que mientras sigan nadando en petróleo gastarán su dinero fastuosamente como quieran. De allí que el argentino a quien le comenten algo como lo mencionado al comienzo se alejará creyendo en una humorada de su interlocutor. Sin embargo el proyecto existe. Por ahora silenciado y aún algo distante, pero existe.
   
Hace exactamente un año la noticia circuló brevemente por algunos medios, comentándose incluso en sitios digitales dedicados al urbanismo y la arquitectura. Después, jamás se volvió a mencionar el tema, algo cuyas causas trataremos de analizar más adelante.
   
Si el Estado decide acompañar la propuesta de un grupo privado, con experiencia en obras monumentales, Buenos Aires podrá contar en diez años, como se dijo, con el edificio más alto del mundo. Para concretarlo, habida cuenta de que se erigirá en medio del Río de la Plata y en aguas internacionales, hará falta, como señaló el sitio digital “Noticias Urbanas” en junio de 2006, “el guiño de Uruguay por la posible afectación medioambiental que implique su construcción, o sea que después de las papeleras probaremos de nuestro propio veneno”. ¿Y cómo es ese megaproyecto?. También lo explica María José Pérez Insúa desde el citado sitio sobre urbanismo:
   
“Esos 1000 metros de altura del edificio en cuestión involucrarán 200 pisos, una inversión cercana a los 3.500 millones de dólares, 20.000 puestos de trabajo y unos 120.000 habitantes. Se trata del Buenos Aires Forum (BAF), Centro Internacional de Negocios y Comunicación, erigido según sus constructores como ‘homenaje al Bicentenario’. Estaría ubicado a 5 kilómetros se la costa, entre los canales de navegación Emilio Mitre y Norte, con un sistema de transporte multimodal subfluvial integrado en el punto de encuentro del Aeroparque Metropolitano y el Puerto de Cargas”. 

   
El proyecto prevé construir, antes de 2010 y con basamento en pilotes en el subsuelo del río, seis plataformas cuadradas con terrazas verdes de 55 hectáreas alrededor de una plataforma central hexagonal de 66 hectáreas . Las mismas representarán a los seis continentes y será una ciudad de negocios con hotelería, viviendas, oficinas, comercios, exposiciones y servicios culturales y educativos. También habrá un parque eólico con capacidad de 300 megavatios, para almacenamiento, traslado y distribución de hidrógeno. Finalmente, entre 2010 y 2016, se construirá en el hexágono central el edificio de 200 niveles, con 850.000 metros cuadrados cubiertos que contendrán un hotel, residencias de lujo y suites corporativas, además de 400 paneles de energía solar para que sea autosustentable.
   
Los mentores de esta obra –en los hechos y según la maqueta, el monumental edificio tiene el horrible aspecto de una lanza retorcida- son los integrantes del Grupo Torcello, quienes reconocen que “las conversaciones con los altos estamentos nacionales de decisión ya han comenzado”, aunque por el momento “de modo informal”, mientras ni el Gobierno de la Ciudad ni la Legislatura porteña se habían enterado en un principio de lo que se estaba planeando para, justo enfrente de sus narices, elevarse hasta el cielo.


Quiénes son

   
El Grupo Torcello Sociedad Anónima (GTSA) se constituyó en 1998 a partir de Torcello & Associates Developers, firma que durante más de veinte años había adquirido experiencia en el desarrollo de proyectos inmobiliarios. Según GTSA, su objetivo es “el desarrollo de proyectos de inversión en obras públicas de infraestructura en base a inversión privada, abarcando las fases del proyecto, la construcción, el equipamiento, la operación y el financiamiento de los mismos”.
   
En relación a este último aspecto –fundamental para países y gobiernos que no pueden aportar ni un dólar por sí mismos- el grupo aclara: “La constitución de GTSA se fundamenta, por una parte, en la imposibilidad de los gobiernos de disponer de fondos o de aportar garantías para la realización de obras de infraestructura, situación que se agudizó especialmente en Latinoamérica, y por la otra, a una consecuente mejor disposición de los mismos en aceptar la inversión privada, sobre la base de estructuraciones financieras y jurídicas modernas, utilizando en la República Argentina la Ley 24.441 como herramienta indispensable de trabajo para obtener el cierre financiero de cada emprendimiento”.
   
El Grupo Torcello tiene sus oficinas en Avenida Santa Fe 782, piso 3º, Ciudad de Buenos Aires. La presidencia de GTSA es ejercida por el arquitecto Julio Torcello, la vicepresidencia ejecutiva por el ingeniero Juan Cristóbal Rautenstrauch, a su vez vicepresidente y director de la Sociedad Bracht S.A., y la dirección ejecutiva está a cargo de los arquitectos Raúl Petrucci y Ricardo Sanz.
   
Entre las obras que realizó hasta ahora hay algunas de cierta envergadura y varias otras que están muy alejadas de los proyectos gigantescos que planea encarar. Por ejemplo, construyó el Complejo Petroquímico Bahía Blanca; la playa subterránea para estacionamiento vehicular situada frente al Teatro Colón, en la Ciudad de Buenos Aires; la Terminal de Ómnibus de Retiro; el Hospital Central de Abidján, en Costa de Marfil; y ha remodelado edificios de empresas como Pasa Petroquímica y los hoteles Plaza y Continental, de Buenos Aires, además de hacer lo mismo con algunos bancos y sus sucursales y en algunos hospitales y sanatorios.
   
Además de la construcción del monumental edificio de 1000 metros de altura en el Río de la Plata , el Grupo Torcello tiene en carpeta la de otro, bautizado como “Torre Mayo”, éste de “sólo” 300 metros de altura -y bastante parecido al Empire State Building de Nueva York- en el centro porteño. Pero hay mucho más en las ambiciosas alforjas de GTSA.
   
Para la Argentina figuran, como “Proyectos de Estado”: la Estación Central Buenos Aires; la Autopista Ribereña ; el Palacio de Justicia de la Nación ; el Puerto de Cargas de la Ciudad de Buenos Aires; el desarrollo de la cuenca Matanza-Riachuelo; el Puerto de Cruceros de la Ciudad de Buenos Aires y el de Ushuaia, en Tierra del Fuego, además, en esta última provincia, del Polo Petroquímico y el Puerto de Río Grande; el Puerto de Cruceros de Mar del Plata; el Aeroparque Metropolitano; el Aeropuerto Comercial Internacional de Escobar; Desarrollo Urbanístico Puerto Iguazú, en la provincia de Misiones; Canal Federal del Noroeste Argentino; Corredor Bioceánico San Sebastián, Tierra del Fuego; Ferrocarril Tren Bala Mar del Plata-Buenos Aires; Ferrocarril Aeropuerto Internacional Ezeiza–Aeroparque; Puerto de Olivos; desarrollo Isla Demarchi; Empresa Hidroeléctrica Yaciretá; Sports Building, Buenos Aires; y el River Plate Forum, a un costado del estadio del Club River Plate y en los propios terrenos de esta institución.   
   
En el orden internacional, la empresa contempla encargarse de la Hidroeléctrica Corpus ; el Corredor Bioceánico Agua Negra-Porto Alegre-Coquimbo; el Plan Vial de Ecuador; el Metro Sublagunare, en Venecia; el Desarrollo Urbanístico San Jorge, en el estado mexicano de Sonora; y los Puertos de Cruceros de Punta del Este (Uruguay) y Porto Belo (Brasil). 
   
GTSA trabaja directamente, o ha suscripto alianzas estratégicas o acuerdos para distintos proyectos, con varios grupos empresarios y profesionales. Entre ellos se destacan: Sociedad Bracht (Argentina); Deloitte & Touche (Argentina); Battro & Percival Denham Consultores (Argentina); Acíndar (Argentina); Loma Negra (Argentina); Techint (Argentina); The Louis Berger Group (EE.UU.); Jefferies & Co. (EE.UU.); William P. Carey & Co. (EE.UU.); Hillwood Development Corporation (EE.UU.); Shanghai Golden Source International Economic & Trade Development Co. Ltd (China); Estudio Masons (Reino Unido); Impregilo (Italia); Autoritá Portuale di Genova (Italia); Promometro, filial mayoritaria de la Red Autónoma de Transportes Parisinos –RATP- (Francia); Jan de Nul (Bélgica); Siemens (Alemania); y Skanska (Suecia).
   
Como puede apreciarse, algunos de los nombres citados deben causar algún escalofrío en la espalda de más de un funcionario del gobierno argentino, habida cuenta de los casos de corrupción que han tomado estado público en los últimos meses
, sólo quitados de los medios momentáneamente por el tema de las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires, la candidatura heredada por Cristina y otras anheladas distracciones.
   
Al mismo tiempo, si como se cree y además indican algunas fuentes, los proyectos del Grupo Torcello ya se encuentran en el escritorio del ministro de Planificación, Julio De Vido –solamente aguardando que pase octubre para, de acuerdo a los resultados electorales, estimar si se ponen en marcha-, seguramente a éste ya se le estará haciendo “agua la boca” pensando con cuántas de las empresas involucradas en los emprendimientos podrá arreglar sobreprecios y “comisiones” destinadas, como se viene haciendo desde los tiempos de Santa Cruz, a la “cajita feliz” de la pingüinera.


Buscando el ADN del gobierno

   
Para encarar todas esas obras en el país, comenzando por el monumental edificio  Buenos Aires Forum 2010 (BAF 2010), la Estación Central Buenos Aires (ECBA) y la Autopista Ribereña que correrá bajo los diques, el Grupo Torcello pretende que la Presidencia de la Nación cree la Agencia de Desarrollo Nacional (ADN), que sería la canalizadora de toda iniciativa público-privada de obras de infraestructura y equipamiento urbano, tanto nacional como internacional.  
   
En tal sentido, el presidente de GTSA, Julio Torcello, señaló: “Sólo habrá inversión en tanto y en cuanto existan proyectos de inversión, he allí el agujero negro de la República Argentina. Los ‘Proyectos de Estado’, por su complejidad operativa, (infraestructura y equipamiento urbano), debieran ser liderados por una ‘Agencia de Desarrollo Nacional’ (ADN), inexistente a nivel nacional, cuyos antecedentes mundiales los dan países industrializados como Japón o, en nuestra región, con la CORFO chilena, o en Asia, con la República Popular China, mediante su flamante ‘Agencia de Negocios’. En homenaje a nuestro Bicentenario, para ser pragmáticos y coherentes con nuestra estructura de pensamiento, proponemos el desarrollo del proyecto, construcción, equipamiento, operación y financiamiento de emprendimientos fundacionales tales como, la ‘Estación Central Buenos Aires’ (ECBA), la Autopista bajo diques (infraestructura) y el “Buenos Aires Forum 2010” (BAF 2010) (equipamiento), totalizando ello una inversión de 3.960 millones de dólares y cien mil puestos de trabajo, identificando así una primera obra pública nacional con endeudamiento privado internacional, sin requerir aportes, avales, subsidios, ni garantías por parte del Estado”. 
   
En lo que parece directamente una “bajada de letra” al gobierno, el Grupo Torcello indica que la ADN deberá ser “una Sociedad Anónima articulada con la Presidencia de la Nación , cuya oficina Legal y Técnica se compatibilice con la capacidad ejecutora del Poder Ejecutivo, ocupándose exclusivamente del desarrollo de los negocios y/o Proyectos de Estado, posibilitando así que el gabinete de ministros concentre su actividad en las políticas de Estado. La ADN debe ser creada en el marco del Decreto 966 sobre Iniciativa Privada, dirigida a la planificación, coordinación y control de gestión de los emprendimientos, debiendo ser ejecutados mediante una estructura jurídica, identificando los Proyectos de Estado a través de una Declaración de Interés Nacional por parte del Poder Ejecutivo, y así identificados pasarán a ser gerenciados por la ADN. 
   
A esta altura las propuestas ya parecen toda una ley presentada por el Grupo Torcello, y las mismas continúan de esta manera: “Se identificarán las áreas donde se asignen los Proyectos de Estado, esto es energética, turismo, medioambiente, infraestructura, minería, pesca, etc., apoyándose inicialmente en la unificación de los cinco Fondos Fiduciarios existentes subutilizados, como el Fondo Fiduciario Federal de Infraestructura Regional, Ley 24.855, que aseguraría que los recursos sólo fueran aplicados a destinos predeterminados. Estructurar un Fideicomiso
conformado por fondos extra presupuestarios y/o bienes inmuebles fiscales del ONABE (Organismo Nacional de Administración de Bienes del Estado), puestos a disposición de las estructuraciones financieras, asistidos por organismos internacionales como el BID (Banco Interamericano de Desarrollo), la CFI (Corporación Financiera Internacional), el Banco Mundial, y  locales como el Consejo Federal de Inversiones, obligándose la ADN a presentar balances anuales auditados por la SIGEN (Sindicatura General de la Nación ) e informes mensuales ante el FMI, generando ello una inobjetable transparencia económica nacional e internacional. Los Proyectos de Estado deberán ser declarados de Interés Nacional también por una Comisión de Obras Públicas del Poder Legislativo Nacional, generando transparencia política local, incluyéndolos dentro de Protocolos Internacionales, Binacionales y/o Interprovinciales, reservándose el Fondo Fiduciario para sí la facultad de auditar todo el proceso de las obras y/o emprendimientos, como así también de establecer los requerimientos que deberán contener los Proyectos de Estado para ser financiados y finalmente calificados. Se debe integrar la Industria de la Construcción al desarrollo comercial de la Nación , convirtiendo a la ADN en la herramienta canalizadora de inversiones en la Argentina. La conducción de la ADN será a través de un Consejo de Administración integrado por el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo, las provincias y sectores involucrados como ONABE, UOCRA, CAC (Cámara Argentina de Comercio), UOM, CPAU (Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo), SCA (Sociedad Central de Arquitectos), CAI (Centro Argentino de Ingenieros) y los demás organismos, generando a través de los correspondientes arbitrajes internacionales la debida transparencia jurídica”. 
   
Finalmente, la propuesta del Grupo Torcello expresa: “Los recursos para funcionamiento y financiamiento de los Proyectos de Estado no serían condicionados por las cuotas de autorización del gasto, aplicándose los fondos al pago de certificaciones y/o garantía de proyectos de interés nacional. Los recursos serán nacionales, provinciales, de organismos multilaterales de crédito y aportes de terceros”.

   
Como corolario a esta detallada y ambiciosa presentación de GTSA en procura de la creación de la Agencia de Desarrollo Nacional (ADN) por parte del gobierno, cabe señalar que hasta esa forma de lanza retorcida del gigantesco edificio BAF 2010 proyectado por el Grupo, fue pensada para que se asemeje a la espiral del ADN humano. Toda una simbología.


Las puertitas del señor López

   
Como se dijo antes, el gobierno está en pleno conocimiento del proyecto presentado por el Grupo Torcello, y según reconoce el propio titular del mismo, “ya hubo conversaciones informales y se estaría esperando a octubre”. No es difícil imaginar qué es lo que espera el gobierno. Si llega a lograr una reelección o, lo que es lo mismo, una continuidad en el poder a través de un pingüinato ahora femenino, encarnado en la figura de Cristina Fernández de Kirchner, aquellas “conversaciones informales” bien pueden transformarse en el paso de sentarse a una mesa en la que habrán sido diseminados los planos, estudios, documentos, precontratos y toda la artillería necesaria para formalizar el lanzamiento del proyecto. Y con el empeño de este gobierno por favorecer la obra pública –cuna de muchos empleos en la superficie. a la par que de las consabidas coimas en lo subterráneo- a los responsables del área se les estará haciendo, como se mencionó antes, “agua la boca”.
   
Habrá que ver si continúa en su cargo Julio De Vido, teniendo en cuenta que de acceder Cristina a la presidencia es uno de los que no quiere en su gabinete. Pero se trate de quien se trate, la corrupción de los sobreprecios y las coimas es una institución nacional de larga data, y ya habrá quien se encargue de continuar los pasos de sus antecesores en ese sentido.
   
Precisamente habíamos citado, entre los organismos que el Grupo Torcello propone para conformar un Fideicomiso con fondos extra-presupuestarios, al ONABE (Organismo Nacional de Administración de Bienes del Estado). Haciendo un repaso por su conformación vemos que este organismo, creado casualmente no bien asumió Kirchner la presidencia en el 2003, tiene como presidente al ingeniero José Francisco López, quien a su vez es el secretario de Obras Públicas. Además, y teniendo en cuenta su ubicación en la fauna que depende del ministerio de Planificación, López es el número 2 de De Vido.
   
Según mencionó Jorge Lanata en una de sus notas sobre las corruptelas del gobierno, “el secretario de Obras Públicas está sentado sobre una caja de 3.500 millones de pesos del presupuesto nacional”, señalando además que varios empresarios de la construcción aseguran que “López atiende una oficina en la calle Tucumán al 150, una especie de cueva licitatoria donde el secretario, junto al contador ‘Andy’ Galera, saca de la ídem los resultados de los concursos públicos”.  
   
Lanata hace referencia también a un requerimiento del fiscal Stornelli al juez, con fecha del 26 de diciembre del año pasado, que el Gobierrno se preocupó entonces por ocultar. Se trata de una causa por “cohecho, defraudación contra la administración pública, negociaciones incompatibles con el ejercicio de las funciones públicas y asociación ilícita”, e impulsaba la acción penal contra “funcionarios de la Secretaría de Obras Públicas, a cargo de José Francisco López, y del Ente Regulador del Gas, ambos dependientes del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, a cargo de Julio De Vido. Era el amanecer del Caso Skanska, que ya iba tomando un estado más público.
   
Para Lanata, el ingeniero López es un tipo intuitivo: “Hace ya unos meses que se vio venir el caso Skanska y, tal como se publicó en ‘Perfil’ el 29 de abril, desde entonces intenta entrar a la lista de diputados por Tucumán y beneficiarse con el combo de los fueros. Dicen que López le dijo a sus amigos: ‘Alperovich me debe gran parte de la obra que realizan en Tucumán. No me puede fallar’, antes de invitar al gobernador a pasar unos días en Mar del Plata en Semana Santa. Allí, frente a la estatua del lobo marino, lo ilusionó con un contrato:la instalación en Tucumán de la cadena Sheraton.
   
Tales las andanzas del secretario de obras públicas y número 2 del ministro Julio de Vido. Una de las sociedades ideales para acechar el momento preciso en que caiga sobre su mesa un proyecto interesante en obra pública y, por lo tanto, pueda aplicársele la oculta y jamás escrita ley de las coimas. 


Conclusión

   
Como señalamos anteriormente, si bien el Grupo Torcello reconoció que ya había iniciado las “conversaciones con altos estamentos de decisión del gobierno nacional”, ni el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ni la Legislatura porteña tenían idea alguna sobre un mega-emprendimiento como el BAF 2010. Es sabido además que para cualquier proyecto pensado para la ciudad de Buenos Aires se deben golpear al menos las puertas de tres edificios: Legislatura porteña, Gobierno de la Ciudad y Casa Rosada.
   
De todas maneras, una vez “desayunados” los habitantes de los dos primeros edificios sobre lo que había en conocimiento de ciertos habitantes del tercero, comenzaron a moverse. O al menos a opinar. El diputado por el ARI en la Legislatura porteña, Juan Manuel Velasco –a la vez presidente de la Comisión de Ecología-, indicó que “seguramente harán falta dos convenios: uno sería entre Argentina y Uruguay ya que la ubicación de la isla artificial donde se levantará el monstruoso edificio estaría en aguas internacionales, y el otro sería entre la Nación y la Ciudad , porque se afectaría parte de esta última en relación a la ribera que vincula a la isla con tierra firme”.
   
De allí que muchos no ven tan clara la construcción del rascacielos ya que el convenio que debería firmarse con Uruguay es del mismo tipo del que se necesitaría para solucionar el conflicto de las papeleras –conflicto que dicho sea de paso ya se está cayendo a pique y sólo lo sostienen los ambientalistas de Gualeguaychú-, y además porque con Uruguay poniendo, como viene demostrando, sus pies afuera del Mercosur, todo acuerdo con el país vecino se ve por ahora borroso.
   
Por otra parte, el legislador Velasco puso otra piedrita en el camino, al señalar: Los informes de impacto ambiental serían muchísimo peores que los que hicieron caer el proyecto de construir el puente Buenos Aires-Colonia, donde sólo los pilotes que se insertaban en el Río de la Plata modificaban todo el ecosistema del río. Habría que analizar también el altísimo impacto que el efecto del viento tendría sobre el agua, sobre la costa y sobre las sedimentaciones”, aseguró Velasco. Y concluyó: “Creo que en este caso, como en el de la planta de Residuos Patogénicos, la Ciudad deberá reclamar jurisdicción y que se utilice la normativa de su Constitución”.  
   
Un aspecto este último que se ve dificultoso, porque no es el kirchnerista Daniel Filmus quien ganó las elecciones para jefe del gobierno porteño, sino Mauricio Macri, y éste ya le pidió rápidamente demasiadas cosas a su numen opuesto, el presidente Kirchner, como para que este último siga concediéndole más beneficios de los que, por gentileza, al menos le prometió, como por ejemplo el traspaso de la policía a la Ciudad y otras cuestiones. 
   
Es cierto que este súper proyecto no se ha anunciado oficialmente, sin embargo ya está teniendo su difusión al menos internamente en ambos gobiernos, el nacional y el de la Ciudad , y además el Grupo Torcello lo publica en su página web. Habrá que aguardar entonces si el silencio de los dos gobiernos tiene su por qué, y qué hará a su vez la Legislatura. El debate recién comienza. 
   
Por último, teniendo en cuenta lo expresado al comienzo de esta nota en el sentido de que el país está muy lejos de poder prestarse a encarar un proyecto de naturaleza tan fantástica, es válido reproducir la opinión que hace un tiempo, en un foro de opinión del sitio “Noticias Urbanas”, expresó un opinante:  

   
“¿Alguien puede explicar dónde está la racionalidad de construir 1000 metros de altura en medio del río?; ¿o por qué un proyecto semejante es mejor que un barrio de cuatro pisos de altura y jardines en cualquier otro lugar?; ¿o por qué hay que construir en el Río de la Plata , en un país territorialmente semivacío?. Estos proyectos son una expresión de megalomanía, márketing y desubicación. Torcello no para de peinarse para la foto, apareciendo en los medios con proyectos superficialísimos que no soportan ni el mínimo análisis. Mi ilusión no es ‘posicionar’ a la Argentina. Me conformo con que en el Bicentenario todos los habitantes del país tengan agua potable y cloacas, infraestructura de caminos, salud y educación provistos por el Estado, y que todos los aeropuertos de capitales provinciales estén operativos e interconectados con vuelos diarios, sea con inversión pública o privada. Todo ésto para no perder un país vacío y sin gestión, antes de que alguno se avive de que estamos regalados”.

Carlos Machado

 

 

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