Hubo un tiempo en el que Carlos Salvatore «coronaba» tantos kilos de cocaína en Europa que ya no sabía cómo lavar las ganancias. Ya no le bastaba comprarse una casona de dos millones de dólares en una de las avenidas más lindas de Buenos Aires. Tampoco le alcanza depositar un millón en un paraíso fiscal perdido entre Inglaterra e Irlanda. Por eso decidió «enterrar plata». Pero ese tiempo se terminó en 2018 cuando Salvatore murió. Ahora, su «imperio» pasó a manos del Estado. Y las autoridades encontraron mucha «plata enterrada», léase mucha tierra.
Un tribunal de Chaco sentenció en 2019 a los herederos de Salvatore por ayudarlo a lavar la plata de la cocaína: 7 años de prisión a su esposa Silvana Susana Vallés, por entonces ya viuda, y a su suegro Santiago Vallés Ferrer. Lo más importante fue el decomiso impulsado por el fiscal Federico Carniel: 115 cuentas bancarias, 81 inmuebles y 25 autos, un verdadero imperio del narcotráfico, con bienes que en parte pasaron a manos de la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) hasta tanto sean rematados.
Mercedes fue parte de su «imperio«. Allí comenzó tímidamente con un lote. Después compró otro y otro y otro más. En total, doce. Luego sumó la estancia La Pipina. También La Carolina. A todas esas propiedades las puso a nombre de Casilugi SRL. Sus socios, justamente, su esposa y su suegro.
Salvatore llegó a tener 200 hectáreas de puro campo en Mercedes. Ahora, administradas por la AABE. Allí donde el narco «enterró plata», Encripdata pudo saber que agricultores de la agencia ahora cosechan granos: «Esta soja va para el Estado». Este commodity se negocia a 540 dólares la tonelada en los mercados internacionales.
De las semillas sembradas en el narco «imperio» que supo ser de Salvatore el Estado ya obtiene «sojadólares».
Sean muchas o pocas son divisas más que necesarias para una Argentina en riesgo de default por enésima vez.
De ese «imperio» solo quedan fantasmas que persiguen a quienes hayan tocado aunque sea un dólar. No por nada la Sala 4 de la Cámara Federal de Casación Penal ordenó por estos días que Gabriel José Morón vuelva a ser detenido como cómplice de Salvatore en «Carbón Blanco».
Tal vez lo que más complicó a Morón fue un documento del 25 de febrero de 2006, al que accedió Encripdata, en el que Salvatore puso por escrito el reparto de 444 mil euros. A él le correspondía el 34%; a Patricio Gorosito, presidente del Real Arroyo Seco, y Héctor Roberto, el tesorero del club, el 32%; a Roberto Miguel Casares, el 22%; y a Morón, el 12%. Según la División Narcotráfico 2 de la Hidrovía de la AFIP, esos euros eran las ganancias de 24 kilos de cocaína «coronados» en Europa.
En el juicio por «Carbón Blanco», Salvatore, Gorosito, Roberto y Casares, los que figuraban en el documento donde se revelaba los porcentajes del reparto del dinero, fueron sentenciados a 21, 19, 17 y 8 años, respectivamente. Salvatore y Gorosito fallecieron en 2018. Faltaba Morón.
Morón, ya con procesamiento firme, irá a juicio más temprano que tarde por lavado aunque ese documento sugería algo más. Mientras tanto, de esos «narcodólares» de su jefe ahora florecen «sojadólares» porque no siempre se cosecha lo que se siembra.